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martes, 26 de febrero de 2019

EL CONFIDENCIAL. DANIEL BORASTEROS 26/02/2019 05:00 -

EL MAYOR GUETO DEL NARCOTRÁFICO EN ESPAÑA

El barrio en el que no se atreven a entrar ni los repartidores de Amazon

Buenos Aires, en Salamanca, vende la heroína más barata del país y ni siquiera la gente más humilde quiere vivir allí aunque las casas no valen nada




En España, hay un barrio en el que nunca suben los precios. Ni siquiera nadie se molesta en calcular el valor del metro cuadrado: no vale nada. Un grupo de casitas rojizas encajonado entre carreteras, vigilado por grupos de jóvenes con cadenas en sus entradas, y rodeado de esa hierba pajiza que crece donde no llega nadie en las ciudades. Un barrio en el que ningún niño alcanza la educación Secundaria, no entran los repartidores por miedo y se vende la heroína más barata de España. Los chicos viven en un clima de violencia desde que no levantan un metro del suelo y los modelos a imitar son los grandes narcos. Tampoco hay un solo inmigrante. Nadie quiere vivir en el barrio más blindado del país: Buenos Aires, en Salamanca.


“Lo de que no entren los repartidores es lo de menos”, se lamenta Emiliano de Tapia, que es a la vez el cura, el presidente de la asociación de vecinos y la única voz que se atreve a hablar en la zona. La empresa MRW, según denunció el grupo de Ciudadanos en el ayuntamiento salmantino, decidió el pasado septiembre vetar varias calles de este lugar. Se trata del único sitio al que no llegan “oficialmente”. “Es lógico que no entren, porque este barrio va ya por su tercera generación de gente que no ha vivido más que en la violencia y no tiene ningún contrapeso en su educación”, subraya el religioso.


A diferencia de otras barriadas marginales en las que es frecuente el tráfico de drogas, Buenos Aires es un fortín en el que no hay casi mezcla: aquí casi todos se dedican a lo mismo y casi nada de lo que hacen es legal. Se trata de un grupo de viviendas levantadas en 1983, cuando a raíz del 'boom' turístico en la ciudad castellana se decide recuperar la parte del casco histórico donde estaba el antiguo barrio chino echando a las familias que vivían allí y realojándolas en esta finca en los confines de la población. Hay 350 viviendas en total.


De hecho, los dos principales bloques en los que se centra el tráfico de drogas son propiedad de la 
Junta de Castilla y León. Allí, en unas 30 viviendas, malviven los 'machacas' de las grandes familias de la droga y se encargan del trasiego diario. Son toxicómanos, en su mayoría de largo recorrido y cerca de 50 años, que, a cambio de sus dosis, trabajan para los clanes mafiosos.


“Todo esto surge porque el modo de vida de estas familias desaparece con los tiempos modernos y muchos escogen el narcotráfico como alternativa, lo que además es mucho más lucrativo”, relata Tapia. Los oficios a los que se reducen a, principalmente, la compraventa de mulos para trabajar en el campo. Un oficio, el de tratantes, en el que esos clanes ya han adquirido experiencia en relacionarse con las personas adecuadas para mover una mercancía de un lado para otro. Y lo mismo da animales que cocaína o heroína, siendo bastante más rentable el tráfico de drogas.


Un alto mando del Cuerpo Nacional de Policía en Madrid ya señalaba la relación de estos grupos de antiguos vendedores de animales salmantinos incluso con los grandes clanes de la droga que ahora están en Valdemingómez, el mayor punto de compraventa de estupefacientes de Europa. “Están aquí y allá, pero varias de las familias que controlan el mercado tienen fincas y provienen de Salamanca, Toledo o Extremadura”, recalcaba el policía.


“Este barrio es muy difícil y es una vergüenza, pero lo es también porque ha habido muchos intereses detrás para que fuera así”, desliza Tapia, a quien se le conoce popularmente como “el otro Papa de Buenos Aires”. Tapia se apunta a las teorías conspirativas que señalan al poder como el responsable del aumento del consumo de heroína en momentos puntuales: “A finales de los setenta con la movilización política, a primeros de los noventa con la crisis de entonces y la de 2008, en la que los jóvenes ven que no tienen ningún futuro”, desgrana. “Una manera de tener controlada a esa juventud es con las drogas”, sentencia el religioso, que ha apreciado un repunte en el consumo de heroína “en los últimos tres o cuatro años”.





Desde 2015, hay un grupo de trabajo con “reuniones sectoriales” para afrontar “el problema de Buenos Aires”, según explica un portavoz del Gobierno municipal salmantino. En esa comisión, además del consistorio, se sientan la Junta de Castilla y León y la subdelegación del Gobierno. Todos se han comprometido a “mejorar las condiciones del barrio”. Pero, por el momento, no se aprecian grandes resultados.


En el colegio público Gabriel Martín, los profesores acuden sin ninguna esperanza y con bastante temor. Ninguno de los niños que acude proseguirá sus estudios. Todos están atrapados en las dinámicas de la barriada y sus expectativas son seguir los pasos de los grandes héroes de cada clan de la droga. “Los padres que no están en el negocio no llevan sus hijos a ese colegio, no tiene ningún sentido”, revela Tapia, que insiste: “Esos niños son ya una tercera generación de narcos, no han vivido nunca una situación normal”. El colegio es tan peculiar que hasta los docentes tuvieron que compartir espacio con un okupa durante algún tiempo. Un hombre con problemas mentales que se colaba a dormir por el tejado del centro. “Lo curioso es que no era un hombre peligroso y era lo de menos de todo lo que sucede en aquel centro”, dice con ironía Tapia, que acoge en su parroquia a 17 exreclusos, como era el caso del hombre que pernoctaba en el colegio .

La situación del barrio es tan peculiar que cuando una mafia dedicada al tráfico de personas dejó tirados a 700 bolivianos en la provincia castellana y se los ubicó en esta zona por parte de los Servicios Sociales, todos se fueron marchando del lugar hasta no quedar ninguno de ellos. Si se vende una casa en Buenos Aires, el precio lo ponen los clanes de la droga y se la quedan ellos. Aunque ninguna alcanza más de 18.000 euros en esas compraventas . Los dos bloques en los que se centra el tráfico pertenecen a la Junta, pero tienen todos los suministros pirateados. Una situación que la asociación vecinal Asdecoba denuncia porque entiende que es “peligrosa”. El hartazgo de este grupo de vecinos es tal que lo que piden es, directamente, “que tiren el barrio y se empiece desde cero”, como exigieron en una manifestación el pasado 4 de febrero.

jueves, 25 de mayo de 2017

 CÓMO "CURAR LA VIOLENCIA"

ARGEMINO BARRO. NUEVA YORK
El Confidencial, 25/05/2017

Los pacificadores de South Bronx: el barrio más peligroso de Nueva York

Hoy es el barrio más pobre y violento de la ciudad. Recorremos el South Bronx con vecinos convertidos en "interruptores de la violencia". Los tiroteos en su zona de trabajo han caído un 37%


DELINCUENCIA

“Dime una cosa, ¿traerías a tu hijo a jugar a este parque?”, dice Jonathan apuntando a un amasijo ondulado que recuerda a un tobogán. Es como una ruina griega, pero de metal desconchado. “Yo no traería ni a mi perro”, añade. Luego señala un andamio largo y húmedo que ensombrece uno de los caminos. “Lleva años aquí; nadie sabe para qué lo montaron”. A pie del andamio, charcos de agua y basura.Jonathan no habla de urbanismo, sino de violencia. De un paisaje carcomido y abandonado; de los edificios ciclópeos donde se cocina a fuego lento el conflicto. “Malos tratos, drogas, peleas, encarcelamientos…”, enumera Jonathan como si fuera una lista de la compra. Estamos en South Bronx, y el trabajo de este afroamericano de 38 años es evitar lo que considera el resultado último de la exclusión social: los tiroteos.Parece que la historia reciente, portadora de paz y franquicias de diseño, no ha pasado por estas calles. Nueva York ha visto bajar el crimen en picado el último cuarto de siglo, pero no aquí. Determinadas porciones del Bronx siguen siendo ricas en bandas callejeras, provistas de armas baratas que llegan ilegalmente desde otros estados.
Basta con levantar una piedra para encontrar un relato de violencia. Como el de Daniel Rice, tiroteado en dos ocasiones, condenado a una silla de ruedas. O el de Roberto Rodríguez, acribillado a pocos bloques de aquí. Solo en este distrito policial, el número 40, un recuadro de South Bronx, hubo 14 asesinatos en 2016. El propio Jonathan reconoce haber perdido a “familiares y amigos”, sin entrar en detalle.La organización para la que trabaja a tiempo parcial, S.O.S. (siglas en inglés de “salvar nuestras calles”) South Bronx, se sumerge en este mundo de una forma flexible, casi zen. Explora las calles a través devecinos convertidos en “interruptores de violencia”, como Jonathan, que nació y creció en esos bloques, para tejer una red de ojos y oídos que midan la temperatura del barrio. Hay que ganar credibilidad en la comunidad”, explica James “Jaime” Rivera, coordinador y enlace comunitario de S.O.S. South Bronx. Neoyorquino de origen portorriqueño y exmiembro de la banda de los Ñetas, Rivera dice que solo emplean a gente local: “Personas de la misma comunidad, que la comunidad conozca, tanto adultos como jóvenes, y que sepan desarrollar relaciones en momentos de paz”.Lo primero que hace esta organización sin ánimo de lucro, financiada con dinero público, es identificar “participantes de alto riesgo”: jóvenes de entre 16 y 24 años que cumplan cuatro de siete factores: fundamentalmente, si son violentos o víctimas de violencia, si han estado en prisión, venden drogas o se rumorea que van armados. S.O.S. tiene a 12 personas en la calle, manteniendo el diálogo con los dueños de negocios, predicadores, abuelas, o incluso los jefes de las bandas. Una vez localizados los “casos”, se les escucha y se les proponen soluciones u oportunidades de integración."Hoy los niños, cuando están en un parque y hay un tiroteo, se agachan durante cinco minutos y después siguen jugando"Rivera afirma que actuar “de manera reactiva” es inútil. Uno no puede desactivar un conflicto si no conoce a la gente implicada y no ofrece una alternativa. “Yo no puedo decirte que vendas o que no vendas drogas; eso solo lo puede hacer alguien que dé algo a cambio. Y por eso nosotros damos un adiestramiento para encontrar un trabajo, mantenerlo, conectar con recursos educativos, etc. Y ahí tengo un poco más de derecho a criticar la manera en que vivas tu vida. Y decirte: hay otros medios”.Jonathan explica que un joven lo llamó recientemente con aire preocupado. Alguien le debía dinero, pero, en lugar de pagarle, se dedicaba a ridiculizarle a escondidas. “Me explicó que quería recurrir a la violencia; tenía miedo de perder su ‘credibilidad de la calle’, su respeto, si este hombre no le pagaba. Lo que hice fue decirle: ‘te entiendo. Pero vamos a ver las consecuencias. Tienes posibilidades de que te cojan las autoridades, sin cobrar esos 200 dólares. Estás pasándolo mal, pero no has cometido un delito’. Así que enfaticé las cosas buenas que hace y afortunadamente pudo dejar a un lado su enfado. Hoy trabaja en el aeropuerto, gana un dinero decente, y acaba de salir de casa de su madre. Él me lo agradece, su hermana me lo agradece”.



.El esplendor material de Nueva York tiene su reverso en Newtown Creek, un estuario rodeado por refinerías, desagües, depósitos de gas y factorías donde se tramita el 40% de la basuraCada empleado cultiva diferentes círculos, adaptados a su bagaje social. Jonathan se centra en comunidades afroamericanas; su compañera Marisol, en los latinos. “Llevo cinco casos de participantes, uno de ellos en prisión”, explica Marisol. “Les ayudo a buscar empleo, y también trabajo con los hospitales. Me llaman y dicen que tienen un caso de apuñalamiento o tiroteo, y me preguntan: ¿puedes venir, u otro miembro de S.O.S.? No quieren que, cuando el paciente salga, haga daño a alguien. Hablo con la madre o con el padre. Les dejo usar mi teléfono. Soy como el familiar que no tienen”.S.O.S. no comunica a la policía lo que hacen o dejan de hacer las bandas, y ofrece en su oficina un espacio seguro para que cualquier joven pueda hablar abiertamente de sus problemas. “No decimos quién tiene razón o quién está equivocado; simplemente reducimos el conflicto”, declara Jonathan, que prefiere no revelar su apellido.

Cómo "curar la violencia"

Este modelo de actuación se llama Cure Violence, “curar la violencia”, y nació en Chicago la década pasada. En 2009 se implantó en Crown Heights, un barrio de Brooklyn afectado por los asesinatos con armas de fuego, y en 2012 en South Bronx. Según un estudio de Northwestern University, las zonas de EEUU donde se aplica experimentan unareducción de las agresiones de entre el 15% y el 40% en dos años.Los recursos de S.O.S. solo les permiten cubrir una treintena de bloques entre las calles 147 y 156. Su contabilidad, que cotejan con la que lleva la policía, dice que los tiroteos han descendido un 37%. En el momento de entregar este artículo, su zona llevaba 326 días sin registrar ningún incidente. Al contrario que el resto de South Bronx.
Este barrio, que simboliza desde hace años las peores plagas urbanas,fue en su día un lugar próspero, arbolado y señorial. Una residencia de la aristocracia neoyorquina, cuyo ego sigue presente en las fachadas que sacan pecho sobre un promontorio, o en los nombres épicos de sus calles, bautizadas en honor de próceres olvidados.El destino de South Bronx se empezó a torcer a mediados del siglo pasado. Una autopista enorme se construyó en pleno barrio, devaluando rápidamente los precios inmobiliarios. La crisis económica cerró las fábricas, la clase media emigró, y las viviendas sociales que quedaron, desprovistas de servicios municipales, se convirtieron en cultivos de marginación. El vecindario tocó fondo con la ola de crack en los ochenta.Como si todas las desgracias se pusieran de acuerdo, South Bronx es hoy el barrio más pobre, contaminado y violento de la ciudad. Es aquí donde se procesa el 80% de la basura neoyorquina; el distrito policial 40 es el que más homicidios registra. Sus detectives tienen, de media, cuatro casos cada uno, frente a un homicidio por cada detective en el Bajo Manhattan. La mitad queda sin resolver.“Nosotros entendemos que la violencia no es normal”, declara Jaime Rivera, de 45 años. “Hoy los niños, cuando están en un parque y hay un tiroteo, se agachan durante cinco minutos y después siguen jugando. Ya no lo vemos como algo raro. Si antes se oía que alguien llevaba un arma, la gente se escondía. Hoy están tan diluidas que no se identifican. Si damos educación pública es para demostrar que esto no es normal”.Según Jonathan, más que la pobreza en sí, el factor determinante es la frustración y la falta de modelos de conducta. Aquellos años de crack se llevaron una generación entera por sobredosis, bala o cárcel; miles de niños han crecido huérfanos, en circunstancias de las que no salen, afirma, porque no ven un camino. “Nadie quiere ir a prisión”.

sábado, 21 de marzo de 2015

La no Ciudad. A propósito de Ciudad Juárez. JORDI BORJA.

La No Ciudad.
Publicado en www.ciudad.blog.edu.uoc. Marzo 2015

En un breve e interesante libro reciente Mike  Davis, expone que “los latinos  salvarán a la ciudad gringa” (es el título de la obra). Jane Jacobs, en su clásico sobre La vida y la muerte de las ciudades norteamericanas sentó las bases de la negación o autodestrucción de las ciudades. La ciudad es ante todo espacio público, mezcla de poblaciones y actividades, sentimiento de posesión compartida de la ciudad en sus calles y plazas. La ciudad solamente con edificios, sean  para vivir o para trabajar   y  con medios de transportes e infraestructuras, no es ciudad, es en el mejor de los casos una zona urbanizada. Un cuerpo sin alma, le falta la ciudadanía, es decir la dimensión  pública, la expresión de la vida colectiva. Los ciudadanos se expresan en el espacio público, son  “conciudadanos”, se es ciudadano en su relación los otros, iguales en derechos y deberes. La ciudad late a partir de su corazón , el centro, o sus centros en las grandes urbes. Es allí donde se concentran los flujos de las personas y de las ideas, las memorias colectivas y les puntos que transmiten sentido a la vivencia urbana.  El centro irradia sobre la ciudad, de él emergen los ejes estructurantes que ordenan la ciudad. Los ciudadanos se posesionan de la ciudad ocupando su centro, o sus centros. Entonces cuando todos, o una gran masa que los representa, se hace presente en las plazas y calles del centro principal de la ciudad, cuando manifiestan ser un poder social que planta cara al poder político-institucional y al poder económico, entonces devienen plenamente ciudadanos. Y la ciudad es ciudad de ciudadanos, no una simple escenografía.

Hace menos de un mes que estaba en Ciudad Juárez. En algún momento dije, sin afán de menospreciar ni a la ciudad ni a sus habitantes, que “Ciudad Juárez” se podía calificar de “no ciudad”. Ahora añadiría que esta negatividad tiene remedio pero no parece que las fuerzas locales o nacionales se lo planteen. No pretendo analizar el impacto de la violencia sobre la vida urbana, suficientemente conocida. Además es obvio que la existencia de una muy débil, por no decir casi nula, estructura urbana no solo favorece la violencia, además tampoco facilita la generación de contrapoderes civiles. No es la sociedad la culpable, es la incapacidad de las instituciones políticas y económicas más potentes, mexicanas y estadounidenses, que han utilizado una ciudad-puente para que entren y salgan el ejército de reserva de mano de obra, un borde que se utiliza desde el otro lado de la frontera para lo que no quieren  tenerlo en su casa, un campamento para los rechazados o para los inmigrantes mal pagados en las maquilas y marginados en los bordes del borde.

La ciudad es a penas perceptible. Una imagen impresionista se te aparece como los vestigios de una ciudad casi abandonada que se fue disolviendo a la vez que llegaban nómadas y marginales, más deshecha que hecha. Luego percibes elementos dispersos, como un campamento, en el que emergen proyectos de calle que son carreteras polvorientas rodeadas en algunos tramos con edificios de todos los tipos y edades. El centro real es el puente, la no ciudad es la sirvienta de la otra ciudad, una ciudad provinciana, El  Paso, ruralizada y ocupada en gran parte por “chicanos”, con una zona central, comercial, con edificios nuevos, en bastantes casos por iniciativa de inversores de la fantasmal Ciudad Juárez (CJ).  En ésta se adivina algo que fue centro, comercios venido a menos, algunos edificios administrativos, viviendas agazapadas, residuos de prostíbulos que tuvieron tiempos mejores. La gran mayoría del millón trescientos mil habitantes se desparraman por la no ciudad. Los “barrios cerrados” para las numerosas “clases medias”, en compartimentos-estanco, en muchos casos pegados los unos a los otros, pero sin mirarse.  Barrios-gueto propios de los sectores populares, muchos migrantes de otros estados, más o menos marginales, unos más desconectados que otros de la indefinida trama urbana, a la intemperie, sin otra vida social que compartir la supervivencia diaria, el trabajo precario, el sicariado, las bandas, las trabajadoras de las maquilas, gentes de largas horas de transporte, de viviendas frágiles como sus vidas, hombres y mujeres del borde,  de fallidas esperanzas al no conseguir pasar al otro lado de la frontera.

Y las operaciones aberrantes y surrealistas como las Riberas del Bravo y otros conjuntos de viviendas sociales. Unas 15 000 viviendas de pésima calidad, de 30 a 40m2 para familias con frecuencia numerosas. Más del 40% fueron abandonadas muy pronto. Una operación de vivienda social del Gobierno federal para trabajadores estables y con ahorros . En un páramo a más de 20 km de CJ, lejos de todo. Infonavit, el ente público promotor-financiador de estas operaciones, parece tener una vocación de pirómano, como si deseara convertir a los niños y adolescentes en un “sendero luminoso” de la periferia de la “no ciudad”. O más sencillo: ahí crecen las bandas juveniles violentas, sicarios para los narcotrafiantes o traficantes de órganos, matan a partir de los 15 años y mueren antes de los 25.

Hay otras operaciones también dignas de constar en el Guiness, pero finas, sofisticadas y cultas. Una gran Ciudad Universitaria (CU) en Ciudad Juárez. Una gran oportunidad. Perdida. Una iniciativa conjunta del Estado de Chihuahua que cede los predios a la Universidad de CJ en el año 2004. El apoyo del Gobierno federal y la implicación de las principales universidades del país convirtió una operación local en una iniciativa mucho más ambiciosa. Intervienen la UNAM, el Politécnico Nacional, el Tecnológico de Monterrey, las Universidades del Estado de Chihuahua y de CJ, centros de investigación y de enseñanza media superior, etc. Se supone que en pocos años  se concentrarán en  la CU decenas de miles de estudiantes y algunos miles de profesores, investigadores y administrativos. Un aspecto positivo: los jóvenes de sectores populares que habitan en la zona sur del territorio de CJ tendrán un acceso a estos centros de estudio más asequible que si debieran ir a la zona norte donde hay los campus actuales. Pero no se trata de una cuestión escolar, sino de un interés más general que puede benificiar a todos.  Se  trata de estructurar un territorio sobre la base una ciudad mucho más compacta, con una oferta de equipamientos y servicios potente como corresponde a su población y a su economía y con un sistema de infraestructuras y transportes que permita ejercer el derecho a la movilidad en condiciones dignas.

La oportunidad la tenían delante de los ojos. CJ no tiene un área central, ni buena ni mala, no tiene nada. Hay espacios vacíos, edificios que claman el derribo o la rehabilitación, comercios a la deriva, habitantes que huyen a barrios cerrados, oficinas dispersas. La Ciudad universitaria hubiera creado  ciudad: decenas de miles de universitarios, comercios y restaurantes, librerías y cafeterías, oficinas y despachos de profesionales, espacios de ocio y locales de espectáculos, gente en las calles y ambiente de mayor seguridad. No se trata de hacer una CU como la del DF, tangente a la ciudad. En este caso la CU de Juárez sería la ciudad real, lo que no es la actual CJ. Sobre esta base se generan ejes estructurantes de la ciudad que articulen los múltiples elementos dispersos y creen continuidades de actividad y residencia. Y gradualmente las murallas de los barrios cerrados caerán y los conjuntos sociales se rehabilitarán y se integrarán. Se demolerá Riberas del Bravo, así lo espero, y de paso  se debería juzgar a los responsables de un disparate que debe considerarse criminal.

El caso de CU de Ciudad Juárez y de su ceguera ante la oportunidad perdida me lleva a una reflexión sobre México y sus elites políticas y económicas. La fuerza del narco y de la economia delictiva en general, la proliferación de bandas y contrabandas violentas y armadas y la corrupción pública y privada, formal e informal no son los causantes de la crisis sistémica del país. Son el resultado de un vacío de Estado, de una visión irresponsable de la nación por parte de las dirigencias políticas y económicas, de una gestión catastrófica de las políticas públicas y del afán acumulador a cualquier coste de políticos y empresarios, de multinacionales leoninas y de especuladores de todo. Es en este contexto que puede entenderse la ceguera de los responsables de promover la CU. No hay conciencia ni interés ni  comprensión de la función humanizadora de la ciudad y de la necesidad de estructurar el territorio, condición fundamental para la integración social, la articulación económica y la gobernabilidad democrática. Es de lamentar que el valioso capital intelectual que se concentra en la Universidad de Ciudad Juárez no haya sabido reaccionar a tiempo.


Nota del autor: Agradezco la amistosa colaboración del profesor de la Universidad de CJ, Alfonso Luis Herrera, que me guió hace 6 años a Riberas del Bravo y nuevamente en febrero de este año. Así mismo me ha facilitado información sobre la CU. Pero las reflexiones críticas son exclusivas del autor y me temo que no coinciden del todo con mi estimado colega.

lunes, 15 de diciembre de 2014

LA CIUDAD SEGREGADA

LA CIUDAD SEGREGADA.


         Las relaciones de todos los actores que componen la sociedad tienen una plasmación espacial que para los profanos en al materia escapan a su mirada. Sin embargo, esas relaciones fruto de la interacción social  son evidentes para la mirada de un geógrafo, de un criminólogo, de un sociólogo por citar algunas. La ciudad como constructo temporal evidencia la transformación de esas relaciones entre los individuos y más allá de estos con el espacio en que viven.
Entender en esa perspectiva que la criminalidad  es a la vez consecuencia y causante de estructuras sociales, económicas, psicológicas que se plasman en la construcción y vivencia del espacio geográfico urbano es una de las tareas de la geografía del crimen o de las geografías securitarias como las denomina HERNANDO SANZ, pero lo es también la propuesta de medidas para cambiar los escenarios, las dinámicas de  la sociedad de tal modo que se pongan en concierto todos los actores implicados en la garantía de la seguridad ciudadana como uno de los pilares de las sociedades  modernas puesto que en última instancia se trata de garantizar al ciudadano la seguridad y más allá, la libertad.
         Pues bien, como la sociedad evoluciona también lo hace el fenómeno urbano. Y es el análisis de esa evolución y de sus consecuencias lo que sirve de base para afrontar la problemática criminal y establecer estrategias que superen sus aspectos negativos. Podríamos fijar nuestra atención en muchos aspectos del fenómeno urbano, sin embargo, me voy a centrar solo en aquéllos que afectan a cuestiones como la segregación urbana, la parcelación de los espacios, las zonificaciones de los usos del suelo, la dicotomía entre lo público y lo privado y, más allá, en la falta de cohesión social y el aumento del individualismo. Así se puede también entender si las respuestas de las diferentes administraciones al fenómeno criminal es, más que positivo, coherente y en esa medida, acertada.

EL INDIVIDUO Y LA COMUNIDAD.

         Las personas y los grupos en que se integran interactúan entre sí y con el espacio que les rodea estableciendo relaciones, vivencias que pautan sus comportamientos. Un barrio de una ciudad cualquiera es un trasunto identitario de los habitantes que lo integran y les dota de una cierta identidad colectiva que a menudo les diferencia de otros barrios de esa misma ciudad. El modo en que se relacionan y el grado de cohesión vecinal, la vivencia de sus espacios públicos o privados y de las problemáticas que le son propias condicionan su percepción de la realidad que les rodea y marcan por ello su vivencia diaria, la imagen que se construyen del espacio en que desarrollan sus vidas.

En gran medida los diferentes indicadores sociodemográficos explican y/o condicionan (los usos, los equipamientos, la falta de cohesión social) el fenómeno de la criminalidad o de la violencia en determinados lugares o entornos,  el potencial comportamiento incívico. Y aquí entra el problema de las escalas en el análisis de la realidad. AVENDAÑO FLORES  que menciona tres escalas referidas a aspectos vivenciales de los individuos: la escala inmediata, la vecinal y la local. BAILLY y BEGUIN  los llaman “caparazones entre el yo y el mundo”.
         La escala inmediata, la del individuo y su familia que se confina en su casa, en su domicilio como espacio seguro, de ahí que se hable de auténticas cárceles preventivas en que la vida urbana se ha volcado al interior y que lleva a una atomización de la vida social y por contrapartida una disminución de la interacción social y en definitiva la difuminación de la cohesión social. Sus signos externos son las rejas, las murallas, las alarmas, los perros, las alambradas, los guardas de seguridad de los inmuebles, etc…, incluso se puede hablar de fachadas con un denominador común: el encierro. Lo cierto es que esa es una realidad que llega a ser visible en áreas urbanas y periurbanas, incluso rurales.
         La escala vecinal la sitúan en el ámbito de la cohesión social ya que en la medida en que la vivencia vecinal o comunal, como la llaman los autores latinoamericanos, se deteriora causal y consecuentemente disminuyen los lazos que vinculan a los individuos entre sí como comunidad  y hacen que, en definitiva, los problemas relacionados con la criminalidad no sean enfrentados desde ésta como sería lo deseable ya que las estrategias de promoción y de resolución de conflictos que no se asienten en un entendimiento de que la seguridad, la paz social en definitiva, no puede continuar siendo como hasta ahora una estrategia superpuesta a la sociedad sino que esté permeada por ella para que de una parte los individuos y los grupos en que se integran y de otra la actuación de las diferentes administraciones implicadas a diferentes niveles, sea posible que las estrategias que se adopten resulten útiles a la sociedad. Por ello, se impone superar el modelo reactivo policial tradicional por otro preventivo en que desde una perspectiva complementaria, transversal e interdisciplinar todos los actores implicados sean protagonistas.
En este sentido, la potenciación de los espacios de reunión vecinal o de la seguridad en su zona de tránsito suponen pequeños hitos en la consecución de esos objetivos securitarios y es precisamente en esa perspectiva que se incardinan teorías como las del CPTED, que ya traté en otros post.
         En la escala local se sitúan los problemas que afectan a todo el espacio urbano. Se establece o se constata una zonificación de la ciudad que en la mayoría de los casos es invisible como describía al comienzo del artículo. Las distintas circunstancias socioeconómicas de los habitantes de ciertas zonas o barrios de nuestras ciudades determinan que otros ciudadanos perciban esas zonas como áreas peligrosas, áreas de exclusión social y por ende áreas en que los fenómenos de marginalidad y delincuencia son más comunes de tal forma que a menudo ciertas calles constituyen verdaderas fronteras invisibles que en el imaginario colectivo de una ciudad sus vecinos reconocen y que por ello marcan pautas de comportamiento diario que derivan en agravamiento de problemas de exclusión social o marginalidad, convirtiéndose como venimos observando en causa y en consecuencia de los procesos excluyentes de los individuos, de sus grupos y de los espacios que habita y transita.
         En muchos casos la administración pública realiza una política de inversión y mantenimiento de espacios públicos y de dotación de equipamiento urbano que obvia estas realidades descritas y que de no revertirse desembocan en un proceso de degradación urbana y por ende social que hacen que la percepción de sus habitantes y de los ciudadanos de otros barrios en general sea de un espacio degradado social y físicamente.
De ese modo la ciudad se convierte en una suerte de islas más o menos conectadas pero con “fronteras” invisibles en que los usos de los diferentes espacios, las dotaciones de infraestructuras, la titularidad de los espacios y aún la privatización de los públicos hacen que la vivencia de los espacios urbanos derive hacia una suerte de privatización como es el caso de los parques públicos vallados y/o vigilados o de los centros comerciales donde desarrollamos parte de nuestra convivencia social como meros consumidores: de ocio, de artículos, etc…
 “La relación de la delincuencia
con las grandes concentraciones urbanas
 es muy superior a la que se pudiera relacionar a la emigración”.(3)
VALERO ESCANDEL, J.R., La Ciudad y el miedo. VII Coloquio de Geografía Urbana. 2004. Universidad de Girona.
         Los barrios residenciales cerrados sobre sí mismos constituyen a menudo un fuerte contraste con aquellos espacios, con aquellos barrios en que crece la inseguridad, la exclusión y el deterioro. Así, la ciudad se convierte en una suerte de espacios a los que no podemos acceder libremente o al menos aún siendo espacios abiertos el nivel adquisitivo e los individuos no les permite acceder a determinados lugares. Espacios teselados en que las diferencias se basan en las disparidades  de dotación de servicios públicos, espacios más o menos accesibles, más o menos peligrosos. Ello muchas veces determina que determinados ciudadanos con rentas bajas solo puedan acceder a viviendas de un determinado valor, lo que acaba constituyendo guettos en que los procesos de degradación se retroalimentan. Según la Comisión Técnica de Seguridad Urbana de Barcelona “el nivel de seguridad que los vecinos de la ciudad atribuyen a su barrio de residencia remite a algo más que al miedo al delito, es un barómetro de calidad de vida del territorio y de la cohesión social de la ciudad”.
         Es más, se habla de la distribución diferencial por barrios del riesgo real y del riesgo percibido. En general, todos los estudios hablan de un incremento de la percepción subjetiva de inseguridad y en ello tienen que ver tanto las estadísticas reales de delitos como el aumento de la población inmigrante, la desconexión creciente entre los centros de trabajo, residencia y ocio que hacen se resienta la cohesión social y se deterioren las relaciones comunitarias.


Revista METRÓPOLIS. Invierno 2010. Nº.: 77. Barcelona. Número dedicado a la Ciudad del Miedo.

viernes, 28 de noviembre de 2014

DESARTICULACIÓN SOCIAL Y CRIMEN ORGANIZADO. El caso mexicano.

DESARTICULACIÓN SOCIAL Y CRIMEN ORGANIZADO. El caso mexicano.

MANUEL VERA


Recientemente han saltado a la palestra los hechos ocurridos en la ciudad mexicana del estado de Guerrero, Iguala. La desaparición y el asesinato de estudiantes pertenecientes al colectivo social "normalista", uno de los más combativos de México ha salido a la luz por la naturaleza de los hechos  y por la forma en que estos se produjeron y la estrecha relación entre el crimen organizado  y las autoridades locales de esta zona de México.
        Analizar aisladamente los hechos de la localidad de Iguala como un simple episodio violento de los diferentes cárteles dedicados al tráfico de drogas en la zona es obviar cuál es el problema de fondo que subyace en hechos como este. Más aún si cabe, cuando durante la búsqueda de los estudiantes desaparecidos se han localizado fosas comunes con cadáveres que nadie conoce, cuando con el devenir de los días el grito de indignación de la sociedad mexicana se ha hecho un clamor por el territorio de México. Dejan entrever estos hechos que lejos de tratarse de hechos puntuales se trata, cuando menos, de episodios que episodios que se repiten a lo largo del tiempo y de la geografía nacional.
        Sin embargo, cuando planteamos la pregunta que se hacía Guillermo TREJO (EL PAÍS, 16/10/14) de si “el principal negocio del crimen organizado en México es el tráfico de drogas hacia los EEUU, ¿por qué asesinar estudiantes que no tienen ninguna relación con el negocio? Ahí es cuando enfrentamos que quizás estos sucesos violentos obedezcan a razones que van más allá de lo que en un principio pudiera parecer ajustes de cuentas, por ejemplo.
        En este marco de violencia de los diferentes cárteles de la droga, del ejército en su lucha contra éstos, de la corrupción política, policial y de  los funcionarios públicos es en el que se desarrolla la verdadera guerra soterrada entre el crimen organizado, el estado y los diferentes movimientos sociales, y es también en ese marco en el que hay que entender el surgimiento espontáneo de los llamados grupos de autodefensas que han venido a suplir desde la sociedad civil ciertas ausencias en lo relativo a la seguridad de la población de las áreas afectadas.

1.- ANÁLISIS DEL PROBLEMA.
Desde largo tiempo los grupos criminales que controlan el tráfico de drogas hacia EEUU han permeado la estructura  del poder en aquellos ámbitos en que el control era más difícil por parte del gobierno federal, esto es, en el ámbito local. Y se han infiltrado en la política, en la judicatura, en la policía, en las cárceles. De tal suerte que el crimen organizado ha ampliado su tradicional campo de acción hacia la toma del “poder local, apoderándose de los municipios y sus recursos y extraer la riqueza local a través de la tributación forzada”. Guillermo TREJO. EL PAÍS 16/10/14.
        Según este autor, se ha desarrollado una suerte de industria extractiva de los recursos naturales en forma de sustracción de gasolina, gas, etc… y de la riqueza humana mediante la extorsión y el secuestro. Así, concluye, que estos grupos criminales encontraron un nuevo botín: el municipio y sus contribuyentes. (1)
        El soborno, la coerción, la corrupción de policias, de jueces, de funcionarios y de políticos conseguía en un largo proceso afianzar su influencia en los órganos locales de poder hasta el punto de llegar a postular sus propios candidatos títeres como parece que fue el caso del alcalde de Iguala y de su esposa, como también el de otros alcaldes que a resultas de los últimos sucesos en la zona han sido detenidos.
        En este escenario, el papel de la policía y los jueces corruptos es clave para entender un hecho clave que hace que esta toma soterrada del poder sea efectiva: la impunidad.
No se entiende de otra forma que como sucedió en Iguala el alcalde o su secretario de seguridad o el jefe de policía ordenaran los disparos en contra de los estudiantes y entregaran a los detenidos a los sicarios de los Caballeros Templarios para que dispusieran de ellos como finalmente ocurrió: con su muerte.
        De hecho, esas muertes, esas desapariciones parecían venir a corroborar la toma del poder local, de la voluntad de sus representantes por parte del crimen organizado que de esta forma quería enviar un mensaje claro e inequívoco a los diferentes movimientos sociales implicados en distintos procesos de articulación social para que desistan en sus acciones mediante la extensión del crimen, el terror y el miedo. Y precisamente, la masacre de Iguala se debe a una acción premeditada y a una estrategia de desarticulación social y de extensión del miedo entre la población y aquellos funcionarios y políticos que no se dobleguen.
        Precisamente en la zona donde han ocurrido esos tristes sucesos existe una fuerte organización social y comunitaria que constituye colectivos sociales que en cierta medida estructuran la sociedad en determinadas escala: en la de las personas, no así, por lo que se ve, en las instituciones.

2. LOS MOVIMIENTOS SOCIALES.
A poco que se piense en lo sucedido en la localidad de Iguala surge una pregunta cuya respuesta nos dará la clave de lo ocurrido y el trasfondo de la guerra larvada y ya declarada entre la sociedad civil (población, estado, policía, judicatura) y los grupos de crimen organizado.
        En este caso concreto, ¿quiénes son “los estudiantes normalistas de Ayotzinapa? ¿Qué ha ocurrido en lugares como Aguas Blancas o El Charco? ¿Por qué han surgido movimientos sociales como las denominadas autodefensas? Y volviendo a la pregunta que se hace Guillermo TREJO en su artículo (EL PAÍS, 16/10/14) ¿Por qué asesinar estudiantes que no tienen ninguna vinculación con el negocio criminal?
        Las razones son diversas. Pero en esas zonas  tan castigadas por el crimen y por las cuales pasa la mayoría del tráfico de drogas y personas hacia EEUU (2) se ha instalado ese mal difuso y casi omnipresente: la impunidad (3).
        Desde antiguo la guerra sucia del estado priista contra los grupos guerrilleros y los estudiantes disidentes ya en los años setenta del pasado siglo alcanzó en el caso del estado de Guerrero niveles similares a la guerra sucia de Argentina o Chile. Aquéllos movimientos quedaron impunes y el germen violento de entonces ha trocado en el devenir de los años en una violencia generalizada que amenaza a la población y, más allá, en las bases del propio estado y de la cohesión social.

3. LAS RESPUESTAS DE LA SOCIEDAD.
De un lado han surgido respuestas desde la población azotada por esta guerra: los movimientos sociales, la organización de asociaciones estudiantiles, civiles al fin, como la de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa que son una respuesta de la sociedad para autovertebrarse y luchar, erigidos en interlocutor de amplios sectores de la sociedad coaccionada local contra el crimen organizado, contra la corrupción del poder a diferentes escalas. Estos movimientos sociales, esa vertebración autónoma de la población contra ese estado de cosas han sido fruto de décadas de movilizaciones indígenas, de la iglesia católica y grupos laicos en la defensa de los derechos humanos.
        Más recientemente ha surgido un nuevo movimiento: los autodefensas. Los individuos y más allá las comunidades en que se integran se han autoorganizado en grupos que velan y protegen a su comunidad. Y ello puede deberse al vacío institucional protector que la policía, la judicatura y el poder político local (4) han dejado al descubierto de tal suerte que ciudadanos desamparados contra el crimen organizado en su amplia acepción se han autoorganizado para defenderse y protegerse de los desmanes del crimen y del mismo poder local. Estos movimientos en América Latina no son nuevos. En Colombia ya se crearon grupos  de autodefensas civiles que fueron aprovechados por el ejército en su lucha local contra el narcotráfico y las FARC. Pero en el caso de México estos movimientos parecen remontarse a la época autoritaria del PRI en que fueron utilizados por el estado como una suerte de germen de los grupos paramilitares para su lucha contra la insurgencia o los movimientos campesinos de signo izquierdista o incluso contra los zapatistas.
        Tanto un caso como otro derivaron en el largo plazo en una especie de quiste violento que ha hecho pervivir el escenario violento de uno u otro signo y que aunque se llegaran a entender como una solución  para determinados problemas lo que sé hizo fue enquistar en la sociedad el germen de la violencia.
        A día de hoy, tal como plantea Guillermo TREJO, (EL PAÍS 12/10/14), teniendo presente que la utilización de los autodefensas a largo plazo puede devenir en la prolongación de la violencia, sí que resultaría efectiva para los estadios iniciales de lucha coaligada con el estado federal contra el crimen y así plantear una reconstrucción del “orden político local” de las áreas afectadas ,incardinados en el proceso de reconstrucción de la sociedad para que sean los ojos y los oídos del estado para que a nivel local se recobre el control de la situación.
Pero confiar en grupos armados informales  para imponer un cierto orden político y social puede ser a largo plazo igualmente nocivo para la sociedad y de ello ya hubo ejemplos, como ha quedado dicho en Colombia o el propio México.

De cualquier modo se deberían abordar otro tipo de políticas, y  de reformas de carácter transversal que aborden una profunda reforma de las instituciones a todas las escalas de tal forma que se reconstituya el Estado, el poder local y la confianza y seguridad de los ciudadanos.

lunes, 19 de mayo de 2014

Las otras ciudades de la próspera UE


  
Así es la ciudad europea que no quieren que veas
Con las elecciones cada vez más cerca, repasamos 6 puntos negros de la pobreza y el conflicto en el Viejo Continente
Por: Natxo Medina,  jueves 15 de mayo de 2014  



De Nápoles a Estocolmo, la idea de una Europa fuerte, próspera y unida se ve contestada por la realidad de barrios urbanos en los que la supervivencia es la ley. Recogemos unos cuantos casos significativos.
Desde que unos días atrás habláramos de cómo el cine se había acercado a Europa, las calles de las grandes ciudades ya se han llenado de carteles electorales: las caras de los candidatos cuelgan sobre nosotros como fantasmas a todo color, y sus rostros saludables y sus atuendos recién salidos de la tintorería contrastan con las imágenes de miseria que continuamente se viven en muchos puntos del continente. La cuestión es, ¿cómo reaccionarían al ver esas expresiones sonrientes algunos de los barrios más empobrecidos de Europa?
Casi siempre periféricas, en estas zonas sobreviven los cada vez más abundantes olvidados de la Unión. ¿Los más perjudicados? Clase trabajadora, niños, mujeres e inmigrantes. Muchos de ellos condenados a vivir en los extrarradios tras haber sido expulsados del centro histórico de las grandes ciudades turísticas. En estos enclaves se siente especialmente la mordedura de Europa, así como la miseria y la delincuencia que se han convertido en parte de su estructura viva. Paralelamente, en algunos casos se viven escenas de revuelta y resistencia. Son lugares que la cúpula europea seguramente preferiría enterrar, pero que existen, y que definen las claves del continente paralelo, el que queda fuera de las encuestas y las papeletas. Estos son algunos de sus ejemplos.

Añaza, Tenerife

En el barrio de Añaza, que creció a mediados de los 80 a partir de años de reivindicaciones vecinales, los niveles de paro rozan hoy el 50% de su población activa. En el caso de los menores de 25, el nivel llega hasta el 70%. Luis Celso, presidente de la Asociación de Vecinos del barrio, asegura que las escenas que se viven día a día allí “parecen de Posguerra”. Situaciones similares se viven en otros barrios españoles, como el de Orriols, en Valencia, con una alta tasa de paro sostenido, donde recientemente la plataforma de extrema derecha España 2000 donaba 4 toneladas de comida a los más necesitados... siempre que fueran españoles. Esto en un barrio en el que el 29% de la población es migrante. Una jugada que nos recuerda a las ayudas que la organización fascista Amanecer Dorado ofrece en algunos barrios pobres de Atenas a los más necesitados, excluyendo a todos los no-griegos.

Exarcheia, Atenas

Por suerte, no todo es miseria y fascismo en Grecia. También hay focos de insurrección como el barrio de Exarcheia, situado muy cerca de la Universidad Politécnica de Atenas, en el centro de la ciudad. De larga tradición anarquista, en él se concentra gran parte del activismo político de la ciudad. Empobrecido como se ha visto en los últimos años, sigue siendo un foco de lucha y resistencia. Fue en Exarcheia donde estallaron los disturbios posteriores al asesinato, a manos de un policía, del adolescente Alexandros Gigoropoulos en 2008. Disturbios que destaparon un descontento profundo y prolongado hacia la opacidad y la corrupción del gobierno. Una inquietud que pocos años después demostró estar del todo justificada. Aunque pocos imaginaran por aquel entonces que los peores disturbios todavía estaban por venir.

Fakuteta, Bulgaria

Un año antes de aquellos disturbios, en 2007, Bulgaria entraba en la Unión Europea. Hoy, a escasos cinco kilómetros del Parlamento, se encuentra el suburbio de Fakuteta, un terreno que ocupa alrededor de un kilómetro cuadrado en la periferia de Sofía. En ese espacio se hacina una población de 55.000 personas, en su mayoría de etnia gitana, abandonadas a su suerte. La población común tampoco lo tiene mucho más fácil: el salario mínimo no pasa de los 330 euros, y las pensiones de los 110. Al país, que sufrió una brutal decadencia tras la caída del Telón de Acero, no parece haberle servido de mucho su integración europea y hoy se ahoga en un mar de corrupción. Tanta que, según asegura Petar Jakimov, de la Liga Anti-Mafia Búlgara, “es uno de los pocos, si no el único país europeo en los que no hay actos de corrupción demostrada”. Tan obvia es, que nadie le hace caso.

Secondigliano-Nápoles

Algo similar pasa en uno de los lugares descritos en detalle por Roberto Saviano en su best-seller Gomorra. Pero lo más interesante aquí no es tanto el control total que la mafia ejerce sobre la población de la ciudad, sino en cómo a este problema estructural se ha venido a sumar el abandono casi total del Estado en materia social y educativa. En 2010 se suprimieron por completo las ayudas a familias sin recursos, lo cual dejó a cientos de miles personas en situación de indefensión total. Hasta 54.000 niños menores de 13 años han abandonado la escuela en la región de Campania, donde se encuentra Nápoles, muchos de ellos para trabajar o integrarse en la Camorra. Una situación que uno diría sacada de las peores estampas de la Revolución Industrial del siglo XVIII.

Husby, Estocolmo

En esta clasificación no caben sólo países dominados por viejas oligarquías corruptas. También naciones ricas y de larga tradición democrática como Suecia. En mayo de 2013 una serie de disturbios violentos estallaron en el barrio de Husby, en el extrarradio de Estocolmo, de mayoría inmigrante, donde hasta un tercio de la población entre 16 y29 años ni estudia ni trabaja. El conflicto duró días y se trasladó a otros barrios, e incluso a ciudades cercanas como Malmö o Uppsala. Husby encarnaba así un problema de racismo y de inquietud social acumulada, fruto del reguero de cambios políticos que empezaron en el país con la muerte de Olof Palme en el 86 y que han conseguido que hoy la brecha entre clases esté creciendo en Suecia más rápido que en ningún otro país de la Unión.

Sevran, París

Este núcleo de la Unión tampoco escapa de la quema. De hecho, Francia es uno de los países con más guetos urbanos de Europa. La denominación oficial alude a ellos como “zonas urbanas sensibles”, y contamos hasta 717, la mayor parte de las cuales están en las llamadas “banlieues”. En 2005 una de ellas, Clichy-Sous-Bois, al este de París, estallaba en llamas. Estos lugares, poblados sobre todo por emigrantes de segunda generación venidos de las antiguas colonias francesas, representan la falta de alternativas de toda una juventud a la que el país niega el futuro. Sevran, con un 18% de paro total y un 40% en el caso de los jóvenes y situada también al noreste de la capital, es hoy una banlieue prima hermana de aquella que puso a Francia en jaque. Sus habitantes están a un viaje en tren del centro, y aún así afirman sentirse “a un mundo de distancia”.

Un conflicto enquistado

Al respecto de los conflictos urbanos parisinos, Eric Hazan escribió: “Tengo la convicción de que París sigue siendo lo que ha sido durante más de dos siglos: el gran campo de batalla de la guerra civil en Francia entre aristócratas y sans–culottes. Poco importan los nombres que les podamos dar hoy”. Así se expresaba en París en tensión, urbanismo e insurrección en la ciudad de la luz, y su razonamiento podría ampliarse al choque ancestral entre élite y pueblo que recorre la Europa moderna. Esto explicaría por qué el patrón que siguen todos los disturbios comentados es tan similar.
Primero vienen las medidas gubernamentales (adelgazamiento del tejido público, privatizaciones, políticas de mercado en sustitución de políticas sociales...). Estas medidas profundizan la fractura social, generan un progresivo descontento ciudadano, falta de opciones políticas y perspectivas de futuro, discriminación cotidiana y en última instancia hambre y necesidad. De ahí al estallido sólo queda un paso.
Hoy se estima que 120 millones de ciudadanos europeos, de un total de unos 740 millones, no tienen trabajo, y muchos de ellos viven por debajo del umbral de la pobreza. Las ayudas de Cruz Roja aumentaron en un 75% entre 2009 y 2012. Muchos ciudadanos que sí trabajan, ven como la distancia entre ricos y pobres crece sin parar. Ante estas perspectivas, ¿qué puede importarle al empobrecido europeo de a pie lo que aquellos candidatos de los que hablábamos tengan que decir? Y si la confianza en ese pacto político hasta hoy más o menos firme amenaza con desmoronarse, ¿cómo puede un continente sobrevivir a esa brecha? ¿Estamos condenados a girar siempre en espiral? Estudiar estos barrios no nos vendría nada mal para conocernos mejor. Mientras tanto, estaremos borrachos con la idea de Europa, sin darnos cuenta de que tenemos un problema con el alcohol.
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lunes, 5 de mayo de 2014

Percepción Subjetiva de la seguridad ciudadana

SOCIEDAD / INFORME SEGURIDAD CIUDADANA

Los inmigrantes no aumentan la delincuencia percibida de los barrios

Un estudio demuestra que el ruido, la suciedad y el nivel educativo de los habitantes disparan mucho más la sensación de inseguridad entre los vecinos

Comparativamente con otros países, España no está obsesionada por la delincuencia. Pese a que la seguridad ciudadana, las drogas y la violencia doméstica no nos son ajenos, tradicionalmente el desempleo y el terrorismo han sido los problemas que más han agobiado a los españoles. Y sin embargo, nosotros nos sentimos más inseguros que los residentes en otros países con tasas de victimización similares o incluso más elevadas. ¿A qué se debe esta mayor delincuencia percibida por los españoles en sus barrios?
Jaime Lanaspa, director general de la Fundación «la Caixa», yAlfonso Echazarra, autor del presente estudio, doctor en Estadística Aplicada a las Ciencias Sociales por la Universidad de Manchester y doctor miembro del Instituto Juan March, han presentado esta mañana en CaixaForum Madrid el volumen 37 de la colección Estudios Sociales de la Fundación «la Caixa»: La delincuencia en los barrios. El informe, que analiza las razones por las que la percepción de la delincuencia varía de unos barrios a otros, fue ganador del Premio «la Caixa» de Ciencias Sociales 2013, y en él se da respuesta a alguno de los interrogantes de nuestra mayor sensibilidad ante la inseguridad.
En la última International Crime Victims Survey (2004-2005), menos de un 10 % de los entrevistados afirmaba haber sido víctima de un delito, la tasa más baja de los 30 países participantes. A pesar de ello, un 33 % de los españoles afirmaba sentirse inseguro por la noche en las calles, claramente por encima de la media de los países participantes.
Uno de los estereotipos del que más se ha abusado desde que nuestro país se convirtió en receptor de inmigración, es que con los trabajadores extranjeros también había venido una legión de delincuentes, para los que nuestro país era poco menos que un paraíso. Pero uno de los datos llamativos del informe es que pese a la creencia generalizada (el 80 % de la población en 2007) de que la inmigración incrementa el nivel de delincuencia, la realidad es que la diversidad reduce los niveles de delincuencia percibidaen el barrio.

Desorganización social

Las variables de nivel educativo bajo, desempleo, desintegración familiar, movilidad residencial y el grado de urbanización son también determinantes en la percepción que los vecinos tienen de la delincuencia y el vandalismo en su zona residencial. En barrios donde los residentes tienen un nivel educativo alto y un empleo estable, y los edificios están en buenas condiciones, los residentes son menos proclives a percibir altos niveles de delincuencia.
A nivel individual, los extranjeros, los hombres y las personas con más educación e ingresos y con una ideología de izquierdasson menos proclives a percibir su barrio como peligroso.
Otro de los mitos, o leyendas urbanas que se cae es el de la delincuencia en las grandes ciudades, donde se supone que el entorno sería más favorable. La realidad, según desvela el informe, es que en España existen 117 secciones censales -principalmente zonas urbanas, costeras y del sur de España- donde más del 90 % de la población considera que la delincuencia y el vandalismo son un problema. Pero solo cuatro de ellas están en Barcelona y Madrid.

lunes, 14 de abril de 2014

Proyecto Anillos en Violencia Urbana

Proyecto Anillos en Violencia Urbana 
Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana Crimen y Violencia Urbana.
 Aportes de la ecología del delito al diseño de políticas públicas.



El proyecto "Crimen y Violencia Urbana. Aportes de la ecología del delito al diseño de políticas públicas", se propone estudiar, en una investigación empírica y con perspectiva multidisciplinaria, el fenómeno de la criminalidad y la violencia que progresivamente se ha instalado en determinados barrios urbanos de las grandes ciudades de Chile. Se busca comprender qué características o procesos sociales de las comunidades facilitan y promueven su instalación, dificultando el impacto de las políticas públicas de prevención y control del delito. De este modo se pretende contribuir al diseño de políticas públicas.

Si bien Chile presenta uno de los menores niveles de victimización delictiva de América Latina, éstos son mayores que en países desarrollados. Los delitos más comunes en Chile son los efectuados contra la propiedad, pero son los que están acompañados por el uso o amenaza de uso de la fuerza los que más generan impacto y que en mayor medida afectan a sectores medios y populares.

Un estudio sobre barrios vulnerables constató que en el transcurso de los últimos 15 años el tráfico de drogas se ha consolidado en esos lugares y entre éstos se pueden distinguir barrios controlados por narcotraficantes, de aquellos que se encuentran en proceso de transición y otros simplemente desorganizados.

El diagnóstico anterior, sumado a los deficientes resultados mostrados por las políticas de seguridad pública implementadas en estos territorios, sugiere que estamos en presencia de un fenómeno evolutivo, multidimensional y que los marcos conceptuales en que se inscriben las intervenciones públicas no logran capturar en su complejidad. Emergen entonces las preguntas: ¿Por qué en algunos barrios se mantienen en el tiempo altos niveles de criminalidad y violencia?, y ¿Por qué en estos territorios las políticas públicas son poco efectivas y resulta extremadamente difícil y costoso revertir la situación que allí se vive?

Marco Conceptual e Hipótesis de Estudio

Las intervenciones de política pública, en general, se han guiado por teorías o enfoques que describen el fenómeno del delito como un hecho aislado centrando su foco sobre el delincuente. El gran déficit es que no analizan el contexto comunitario (barrio) como una entidad que, en sí misma, puede contribuir a desarrollar ciertas conductas de riesgo y prevenir otras. La teoría ecológica del crimen, en su vertiente de desorganización social, suple algunas de estas falencias al intentar explicar porque algunas comunidades concentran delitos a lo largo del tiempo, aunque sus habitantes y ciertas condiciones sociales cambien.

Una de las tesis de este enfoque teórico es la de la Eficacia Colectiva. En ésta se plantea que la presencia de recursos comunitarios como confianza, cohesión social, control social informal, entre otros, contribuyen a disminuir delitos y violencia en barrios urbanos. Además, afirman que la existencia de lazos sociales no es suficiente para enfrentar el problema delictual sino existe en la comunidad expectativas compartidas y voluntad para ejercer control social sobre los procesos locales, especialmente sobre las conductas de niños y adolescentes. A ello hay que añadir, que los mecanismos comunitarios suelen desarrollarse en contextos con suficiente dotación de recursos económicos. En otras palabras, la concentración de desventajas sociales sigue siendo un predictor directo del delito y de otros problemas sociales.

Por otro lado, aunque las tesis de la teoría ecológica del delito cobran sentido en la interpretación del aumento de la violencia en contextos territoriales específicos, tienen la deficiencia de no considerar el papel que juegan las políticas públicas. En esta línea, O'Donnell (1993) sostiene que la desigual vigencia del sistema legal a nivel territorial y social permite que se generen zonas donde la violencia pasa a ocupar un lugar preponderante. Contraponiéndose a esta tesis, Arias (2006) afirma que más que crearse "estados paralelos" (fuera del control político), lo que ocurre en estas zonas es que surgen redes y alianzas que vinculan al traficante con el sistema social y político externo, lo que les permite funcionar con normalidad. Por ello, si bien hay zonas en las ciudades latinoamericanas donde las leyes funcionan parcialmente, políticas sociales y de seguridad efectiva podrían jugar un rol importante para resolver el problema. Este último punto el que se evaluará en el estudio.

De lo anterior se deriva como hipótesis general que: "Bajos niveles de eficacia colectiva y de presencia y efectividad del Estado, controlando las variables de desventajas sociales, se asocian a un alto nivel de criminalidad y violencia permitiendo que se transformen en fenómenos permanentes y de alto impacto".

Líneas de trabajo

Para probar estas hipótesis, el proyecto abordará dos líneas de trabajo: la primera vinculada a la investigación empírica, propiamente tal, y la segunda, vinculada a traducir los conocimientos generados en impactos para las políticas públicas.

Línea de investigación. Para cumplir con el objetivo de "Determinar la relación entre mecanismos barriales y criminalidad y violencia, controlando las variables de concentración de desventajas sociales, presencia y efectividad del Estado, en barrios urbanos de Santiago, Valparaíso y Concepción", se realizará un estudio empírico que integrará datos de fuentes primarias (encuestas, observación sistemática, entrevistas y focus group) y secundarias (estadísticas policiales y sociales), bajo una metodología de análisis cuantitativo (estadística inferencial) y cualitativo (análisis de discurso).

Línea de impacto de política pública. En esta se espera "Generar recomendaciones de políticas públicas para los programas de seguridad ciudadana que actualmente se implementan a nivel local y proponer modelo(s) de intervención barrial." Para ello se realizará una revisión comparada de políticas de seguridad a nivel local, y se creará una red de discusión sobre políticas públicas. Además, se elaborará un modelo de política a nivel barrial, el cual se validará con la opinión de la comunidad y de expertos.

Línea de formación de investigadores jóvenes y redes. El proyecto contribuirá en la formación de una masa académica crítica (tesistas, prácticas e investigadores jóvenes), en la creación de redes de intercambio y colaboración entre centros académicos e instituciones públicas (nacional e internacional), y buscará incidir en las políticas públicas a través de la difusión de sus resultados.

Se espera generar conocimientos en cuanto a:

i) Generación y validación de explicaciones teórico-prácticas sobre las particularidades del delito y la violencia en barrios urbanos;

ii) Construcción de instrumentos para medir mecanismos barriales y recursos institucionales presentes en barrios urbanos;

iii) Producción de datos e indicadores inexistentes a escala barrial, utilizables en estudios posteriores.

FICHA TÉCNICA

Nombre del Proyecto: "Crimen y Violencia Urbana. Aportes de la ecología del delito al diseño de políticas públicas"

Financiamiento: CONICYT, en el marco del "II Concurso Anillos de Investigación en Ciencias Sociales"

Duración: 3 años

Participantes: Investigadores de CESC y de los Departamentos de Gobierno y Gestión Pública, de Economía y de Arquitectura de la Universidad de Chile.

Instituciones Chilenas Asociadas: - Carabineros de Chile - Asociación Chilena de Municipalidades

Instituciones Académicas Internacionales Asociadas: - John Jay School of Criminal Justice, The City University of Ney York, Estados Unidos, a través del profesor Desmond Arias, especialista en estudios sobre violencia en favelas en el Brasil.

- International Center for Crime Prevention, Canadá

- Development Studies, Faculty of Social Sciences, Universidad de Utrech, Holanda, a través del profesor Kees Koonings

- Centro de Estudios Centro de Estudios de Criminalidad y Violencia de la Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil.

Productos esperados y difusión: - Formación de investigadores jóvenes 2 o 3 por año - Realización de 1 tesis de pregrado y 1 de postgrado por año - 1 seminario nacional, al término del segundo año - 1 seminario internacional, al término del proyecto - Seminarios semestrales por videoconferencia - 4 publicaciones: 2 a nivel internacional indexadas y 2 a nivel nacional - 1 Publicación compilatoria al término del proyecto

sábado, 1 de febrero de 2014

El Espacio Público. Ciudad y Ciudadanía






JORDI BORJA y ZAIDA MUXÍ.

El Espacio Público. Ciudad y Ciudadanía.
Ed. Electa. Año 2000. Barcelona
 
JORDI BORJA junto a la arquitecta ZAIDA MUXÍ han publicado recientemente un libro titulado El Espacio Público. Ciudad y Ciudadanía. Ed. Electa. 2000. Barcelona. Como profesor de geografía de la UOC ha enfocado sus investigaciones hacia el urbanismo. La publicación de este libro entronca, por así decirlo, con los postulados sociológicos de autores como Zygmunt BAUMAN ya que contextualiza su discurso sobre la naturaleza de lo urbano desde la perspectiva humana, pero entendiendo al hombre no solo como sujeto individual si no como sujeto social, como grupo, como civitas, o si se quiere utilizar un concepto que emplea con mucha frecuencia a lo largo del libro: COMUNIDAD. Es ahí donde, a mi juicio, sitúa el centro de su discurso urbano y es también el foco de sus diagnósticos de la crisis del fenómeno urbano y también de sus soluciones.. Y es precisamente en ese contexto  en el que se incardina un análisis plagado de conceptos que por sí solos tienen el suficiente carácter evocador: conceptos como espacio público ciudadano, productores de ciudad, urbanismo de productos o de valores,  degradación del espacio público, segregación urbana, privatización del espacio público, espacio cotidiano, sentimiento de pertenencia al lugar, participación de la comunidad, violencia urbana, etc… Incluso llega a dedicar un capítulo a la seguridad ciudadana y el espacio público, que como se ve, van de la mano para el autor.
 
Por ello su definición de la ciudad como espacio público abierto y protegido lo es desde el punto de vista social, es para él un lugar concentrador de encuentros. Por ello, sitúa como peligros precisamente  que los espacios públicos se privaticen , que se segreguen a veces mediante el uso, a veces mediante una falta de planificación  de la ciudad desde esta perspectiva humana que él alienta, con procesos sobre los que es necesario pensar como el urbanismo de productos, las promociones inmobiliarias masivas, por ejemplo.
De ahí, según Borja, que el espacio público no genere por se peligros, es el lugar en que se evidencian los problemas de la injusticia social, económica o política, su debilidad aumenta el miedo de unos y la marginación de los otros. Los problemas de segregación urbana, la existencia de espacios monovalentes o monofuncionales, el propio diseño urbano y de las infraestructuras que aíslan  o segregan a los ciudadanos  confinándolos en áreas concretas nos sitúan ante otro asunto no menor abordado en el libro y que en anteriores entradas de este blog han sido tratadas: el diseño urbano seguro  o en sus siglas en ingles CPTED, planteado como otro más de los pilares que pueden hacer de la ciudadano espacio más humano.
Pero es cuando se detiene en la privatización del espacio público cuando trata de conceptos como COMUNIDAD, BARRIO, SENTIMIENTO DE PERTENENCIA A UN LUGAR… Mantiene que considerar la ciudad como algo de carácter patológico hace que la solución a los problemas consista en la higienización, en limpiar la ciudad de los otros, sustituyendo los espacios públicos por áreas privatizadas consideradas como zonas protegidas para unos y excluyentes para otros. Más allá, existe una búsqueda de seguridad que lleva a cerrar el espacio público como si esta fuera la causa de la inseguridad y del miedo urbano. Por el contrario, el ESPACIO COTIDIANO es el espacio de las relaciones con los otros, del juego, del recorrido diario entre las diferentes actividades y del encuentro. Por ello es necesario favorecer el espacio público dotándole de cualidades estéticas, espaciales y formales que favorezcan y faciliten las relaciones y el sentimiento de pertenencia al lugar. Y vuelve aquí al concepto del CPTED cuando menciona cuestiones como la iluminación, la visibilidad que redundan en un aumento de la vigilancia natural.
En contraposición a esa idea del sentimiento de pertenencia al lugar considera que ciertos sectores de la población se les aisla a veces con algo tan etéreo como en TERRITORIOS SIN LUGARES (1), es decir, espacios carentes de significados y atributos como podrán ser en cualquier ciudad esas barriadas marginales o los barrios populares carentes apenas de espacios públicos y con escasa dotación de servicios e infraestructuras.
Pero el concepto de ciudad se apoya también en el de la CIUDADANÍA, en la civitas. Porque lo urbano es para el autor el escenario de la política, de la política de proximidad, del autogobierno, etc… Es el lugar de la concertación entre actores sociales para llevar a cabo proyectos colectivos. Y es elemento fundamental para construir ciudad de un modo más inclusivo es el de fomentar la PARTICIPACIÓN CIUDADANA ya que cree el autor que producen y son producto del desarrollo de la ciudadanía y en ese sentido propone diferentes formas de participación ciudadana: la creación de consejos, comités, la cooperación, la información, la negociación, el debate y la gestión de ciertos aspectos por parte de actores sociales (asociaciones, empresarios…).Pág. 72.
Sin embargo, es cuando entra a considerar los derechos de la ciudadanía cuando hace una serie de afirmaciones con las que no estoy de acuerdo  totalmente. Cuando afirma que la inseguridad ciudadana la padecen las clases medio-altas (2). Es en este punto en el que no coincido con el autor ya que como el mismo ha ido desgranando en el libro la seguridad o la inseguridad afecta a todos los actores sociales, a todos los ciudadanos, seguramente de formas diferentes o con una percepción subjetiva de la seguridad desigual, pero afectando en definitiva a todos los estratos de la población.
De otra parte, hace mención a la inexistencia de políticas securitarias preventivas. En ese punto también  discrepo del autor. Cada vez más existen más planes de carácter preventivo  como son los que se impulsan desde la Secretaría de Estado de Seguridad elaborando planes que afectan a diferentes temáticas: drogas, seguridad vial, materiales conductores, productos del campo, etc…, y otros que se enfocan a determinados colectivos: el Plan director de seguridad escolar, grupos violentos, violencia juvenil, victimización de determinados colectivos, sin olvidar las cuestiones de género, etc… En ellos, la estrategia securitaria abarca la prevención y también la represión de actividades ilícitas.
No obstante, la lectura del libro de Jordi BORJA  tiene la virtud de reflexionar sobre lo urbano desde una perspectiva en la que el hombre como sujeto social es su centro y cómo fortaleciendo la comunidad se pueden encontrar soluciones a la crisis del fenómeno urbano.
NOTAS:

(1).Véase la consideración de los NO LUGARES del libro recientemente traducido al castellano del sociólogo francés Henri LEFEBVRE titulado La Producción del Espacio, editado por Capitán Swing. En él Lefebvre caracteriza el espacio urbano como “la obra de la gente en lugar de imposición como sistema a la gente”. Es un lugar de encuentro, de simultaneidad y donde su uso constituye su principal esencia. Habla en ese libro también de espacios maquetados y monitorizados por la ideología, produciendo espacios  claros, obedientes, legibles, etiquetados, homogéneos, seguros, etc… producidos por el mercado para las clases medias que sueñan con un universo social tranquilo, previsible, no conflictivizado y sin sobresaltos que se diseñan para ellos como mera ilusión, según Manuel DELGADO señala en la reseña del libro de Lefebvre publicada en el El País, suplemento Babelia del 18!01/14.
(2). En este sentido traigo a colación una entrevista a Jordi Borja publicada en Urbanista Jordi Borja: la ciudad ideal debe ser un lugar de "diversidad" tanto como de "libertad y de igualdad". www.el mercurio.com. Allí hablaba de esas urbanizaciones cerradas sobre sí mismas y con vigilantes privados que se enclaustran frente al temor del otro y que son precisamente la negación de la ciudad ya que cercenan su sentido mismo de lugar contacto, de encuentro entre distintos. En este sentido habla Zygmunt BAUMAN en La Modernidad Líquida del proyecto ###########3.