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lunes, 14 de abril de 2014

Proyecto Anillos en Violencia Urbana

Proyecto Anillos en Violencia Urbana 
Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana Crimen y Violencia Urbana.
 Aportes de la ecología del delito al diseño de políticas públicas.



El proyecto "Crimen y Violencia Urbana. Aportes de la ecología del delito al diseño de políticas públicas", se propone estudiar, en una investigación empírica y con perspectiva multidisciplinaria, el fenómeno de la criminalidad y la violencia que progresivamente se ha instalado en determinados barrios urbanos de las grandes ciudades de Chile. Se busca comprender qué características o procesos sociales de las comunidades facilitan y promueven su instalación, dificultando el impacto de las políticas públicas de prevención y control del delito. De este modo se pretende contribuir al diseño de políticas públicas.

Si bien Chile presenta uno de los menores niveles de victimización delictiva de América Latina, éstos son mayores que en países desarrollados. Los delitos más comunes en Chile son los efectuados contra la propiedad, pero son los que están acompañados por el uso o amenaza de uso de la fuerza los que más generan impacto y que en mayor medida afectan a sectores medios y populares.

Un estudio sobre barrios vulnerables constató que en el transcurso de los últimos 15 años el tráfico de drogas se ha consolidado en esos lugares y entre éstos se pueden distinguir barrios controlados por narcotraficantes, de aquellos que se encuentran en proceso de transición y otros simplemente desorganizados.

El diagnóstico anterior, sumado a los deficientes resultados mostrados por las políticas de seguridad pública implementadas en estos territorios, sugiere que estamos en presencia de un fenómeno evolutivo, multidimensional y que los marcos conceptuales en que se inscriben las intervenciones públicas no logran capturar en su complejidad. Emergen entonces las preguntas: ¿Por qué en algunos barrios se mantienen en el tiempo altos niveles de criminalidad y violencia?, y ¿Por qué en estos territorios las políticas públicas son poco efectivas y resulta extremadamente difícil y costoso revertir la situación que allí se vive?

Marco Conceptual e Hipótesis de Estudio

Las intervenciones de política pública, en general, se han guiado por teorías o enfoques que describen el fenómeno del delito como un hecho aislado centrando su foco sobre el delincuente. El gran déficit es que no analizan el contexto comunitario (barrio) como una entidad que, en sí misma, puede contribuir a desarrollar ciertas conductas de riesgo y prevenir otras. La teoría ecológica del crimen, en su vertiente de desorganización social, suple algunas de estas falencias al intentar explicar porque algunas comunidades concentran delitos a lo largo del tiempo, aunque sus habitantes y ciertas condiciones sociales cambien.

Una de las tesis de este enfoque teórico es la de la Eficacia Colectiva. En ésta se plantea que la presencia de recursos comunitarios como confianza, cohesión social, control social informal, entre otros, contribuyen a disminuir delitos y violencia en barrios urbanos. Además, afirman que la existencia de lazos sociales no es suficiente para enfrentar el problema delictual sino existe en la comunidad expectativas compartidas y voluntad para ejercer control social sobre los procesos locales, especialmente sobre las conductas de niños y adolescentes. A ello hay que añadir, que los mecanismos comunitarios suelen desarrollarse en contextos con suficiente dotación de recursos económicos. En otras palabras, la concentración de desventajas sociales sigue siendo un predictor directo del delito y de otros problemas sociales.

Por otro lado, aunque las tesis de la teoría ecológica del delito cobran sentido en la interpretación del aumento de la violencia en contextos territoriales específicos, tienen la deficiencia de no considerar el papel que juegan las políticas públicas. En esta línea, O'Donnell (1993) sostiene que la desigual vigencia del sistema legal a nivel territorial y social permite que se generen zonas donde la violencia pasa a ocupar un lugar preponderante. Contraponiéndose a esta tesis, Arias (2006) afirma que más que crearse "estados paralelos" (fuera del control político), lo que ocurre en estas zonas es que surgen redes y alianzas que vinculan al traficante con el sistema social y político externo, lo que les permite funcionar con normalidad. Por ello, si bien hay zonas en las ciudades latinoamericanas donde las leyes funcionan parcialmente, políticas sociales y de seguridad efectiva podrían jugar un rol importante para resolver el problema. Este último punto el que se evaluará en el estudio.

De lo anterior se deriva como hipótesis general que: "Bajos niveles de eficacia colectiva y de presencia y efectividad del Estado, controlando las variables de desventajas sociales, se asocian a un alto nivel de criminalidad y violencia permitiendo que se transformen en fenómenos permanentes y de alto impacto".

Líneas de trabajo

Para probar estas hipótesis, el proyecto abordará dos líneas de trabajo: la primera vinculada a la investigación empírica, propiamente tal, y la segunda, vinculada a traducir los conocimientos generados en impactos para las políticas públicas.

Línea de investigación. Para cumplir con el objetivo de "Determinar la relación entre mecanismos barriales y criminalidad y violencia, controlando las variables de concentración de desventajas sociales, presencia y efectividad del Estado, en barrios urbanos de Santiago, Valparaíso y Concepción", se realizará un estudio empírico que integrará datos de fuentes primarias (encuestas, observación sistemática, entrevistas y focus group) y secundarias (estadísticas policiales y sociales), bajo una metodología de análisis cuantitativo (estadística inferencial) y cualitativo (análisis de discurso).

Línea de impacto de política pública. En esta se espera "Generar recomendaciones de políticas públicas para los programas de seguridad ciudadana que actualmente se implementan a nivel local y proponer modelo(s) de intervención barrial." Para ello se realizará una revisión comparada de políticas de seguridad a nivel local, y se creará una red de discusión sobre políticas públicas. Además, se elaborará un modelo de política a nivel barrial, el cual se validará con la opinión de la comunidad y de expertos.

Línea de formación de investigadores jóvenes y redes. El proyecto contribuirá en la formación de una masa académica crítica (tesistas, prácticas e investigadores jóvenes), en la creación de redes de intercambio y colaboración entre centros académicos e instituciones públicas (nacional e internacional), y buscará incidir en las políticas públicas a través de la difusión de sus resultados.

Se espera generar conocimientos en cuanto a:

i) Generación y validación de explicaciones teórico-prácticas sobre las particularidades del delito y la violencia en barrios urbanos;

ii) Construcción de instrumentos para medir mecanismos barriales y recursos institucionales presentes en barrios urbanos;

iii) Producción de datos e indicadores inexistentes a escala barrial, utilizables en estudios posteriores.

FICHA TÉCNICA

Nombre del Proyecto: "Crimen y Violencia Urbana. Aportes de la ecología del delito al diseño de políticas públicas"

Financiamiento: CONICYT, en el marco del "II Concurso Anillos de Investigación en Ciencias Sociales"

Duración: 3 años

Participantes: Investigadores de CESC y de los Departamentos de Gobierno y Gestión Pública, de Economía y de Arquitectura de la Universidad de Chile.

Instituciones Chilenas Asociadas: - Carabineros de Chile - Asociación Chilena de Municipalidades

Instituciones Académicas Internacionales Asociadas: - John Jay School of Criminal Justice, The City University of Ney York, Estados Unidos, a través del profesor Desmond Arias, especialista en estudios sobre violencia en favelas en el Brasil.

- International Center for Crime Prevention, Canadá

- Development Studies, Faculty of Social Sciences, Universidad de Utrech, Holanda, a través del profesor Kees Koonings

- Centro de Estudios Centro de Estudios de Criminalidad y Violencia de la Universidad Federal de Minas Gerais, Brasil.

Productos esperados y difusión: - Formación de investigadores jóvenes 2 o 3 por año - Realización de 1 tesis de pregrado y 1 de postgrado por año - 1 seminario nacional, al término del segundo año - 1 seminario internacional, al término del proyecto - Seminarios semestrales por videoconferencia - 4 publicaciones: 2 a nivel internacional indexadas y 2 a nivel nacional - 1 Publicación compilatoria al término del proyecto

jueves, 10 de abril de 2014

Un laboratorio de paz en Colombia.
EL PAÍS, 09/04/14
La masacre de El Salado fue una de las más violentas de la historia reciente del país
Hoy muchos de sus ciudadanos han vuelto y están reconstruyendo su vida
Una gran movilización social transforma la zona, con apoyo de organismos públicos y privadosUn campesino trabaja con hojas de tabaco, uno de los motores de la economía en El Salado. / OSWALDO PÁEZ

Si pretendían sembrar el terror, quienes jugaron al fútbol con las cabezas de los decapitados en El Salado, un pequeño pueblo colombiano de la región de Montes de María, lo consiguieron. Si buscaban destruir la aldea, a priori, también. Pero si lo que querían era acabar con la convivencia de por vida, fracasaron. La localidad, que antes de la masacre ejecutada por grupos paramilitares en el año 2000 contaba con 7.000 habitantes, es un ejemplo de muchas cosas: de la crudeza de un conflicto que dura más de 50 años, de la indefensión de las víctimas y del abandono que han sufrido durante muchos años, ignorados por el Estado y por una parte del propio pueblo colombiano… Pero también de que la reconstrucción es posible incluso en las zonas donde parece más difícil. Hoy El Salado es un laboratorio de paz que quiere ser el modelo para su región y el resto de zonas rurales asoladas por los enfrentamientos armados.

La masacre de El Salado es una de las más crueles de la historia moderna de Colombia. Entre el 16 y 21 de febrero de 2000, los paramilitares del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia, con la complicidad de las Fuerzas Armadas, torturaron y mataron a decenas de campesinos en una barbarie que incluyó la violación de mujeres, el desmembramiento de personas con motosierras, el apaleamiento de ancianos y mujeres embarazadas y las mencionadas decapitaciones, al son de gaitas y tambores de júbilo. Se trataba de dar un escarmiento en una zona que supuestamente simpatizaba con la guerrilla de las FARC. Durante años, los paramilitares lograron hacer saltar por los aires la convivencia en El Salado. Pero en el año 2009, una iniciativa encabezada por la Fundación Semana (una revista colombiana), con la colaboración de numerosos agentes públicos y privados y, sobre todo, con la implicación de la sociedad de El Salado, ha conseguido devolver la esperanza a la zona. El caso fue analizado como ejemplo de reconstrucción postconflicto en la Casa de América de Madrid durante un encuentro celebrado el pasado lunes.

“Tras la tragedia nadie confiaba en nadie. Todos nos fuimos a las ciudades cercanas; el pueblo desierto”

“Tras la tragedia nadie confiaba en nadie. Todos nos fuimos a las ciudades cercanas y dejamos el pueblo desierto”, recuerda Leiner Ramos, de 30 años, testigo de la decapitación de su hermano cuando solo era un adolescente. Lo cuenta por teléfono desde El Salado, algo que habría sido impensable cuando ocurrió la tragedia, ya que se trataba de un lugar totalmente aislado. Por telecomunicaciones y también por medios tradicionales. “Se demoraba tres días en llegar a la ciudad más cercana. Ahora han hecho una carretera y son 45 minutos”, explica Ramos gracias a la antena que se instaló durante la reconstrucción. Es un ejemplo de colaboración privada: la aportó Telefónica.

Ramos es uno de los alrededor de 1.300 habitantes que han ido regresando a El Salado en estos últimos años. Tras la masacre, sus vecinos fueron desplazados a ciudades cercanas, donde su condición de víctimas no hacía sino estigmatizarlas aún más. Fueron regresando con cuentagotas por unas razones que explicó bien Edwin Navarro, uno de los campesinos que huyeron, en una charla en Colombia: “Los saladeños, los saladeros, los habitantes de El Salado y de sus veredas, cuando nos vimos forzados a dejar las tierras donde crecimos, donde soñamos vivir siempre, nos fuimos de pronto a ciudades donde sí teníamos luz, agua, mejores condiciones… pero no era nuestra tierra, allí nunca soñamos vivir. Allí llegamos por la acción de personas que se creyeron que tenían el derecho de destruir a un pueblo, que creyeron que tenían el derecho a callar con el sonido de las ba
las la acción y representación de toda una comunidad de aproximadamente 7.000 habitantes. Pero regresamos, porque esas son nuestras tierras, allí nacimos, allí vivimos aun con todas esas necesidades”.

Los agentes que han trabajado en el pueblo quieren que sea modelo del posconflicto para todo el país
En un principio, recibieron ayuda desde un punto de vista “muy asistencialista”, según explica María Isabel Cerón, directora de Ayuda en Acción en Colombia. Después, gracias al empuje de la Fundación Semana, cambiaron la manera de hacer las cosas. “Lo valioso de este proceso no solo fue la reconstrucción de la infraestructura, sino establecer confianza. Me impactó mucho porque cuando fui hace cuatro años contaban de una forma muy gráfica todo lo que les había pasado, como para generar lástima. Ahora nadie te pide nada, hablan del futuro de una forma diferente, pero teniendo muy en cuenta el pasado. Para que los hechos no se vuelvan a repetir, los pueblos deben de tener muy clara su historia. Es realmente increíble ver lo que se ha logrado con este proceso”, explica Cerón.

La clave de la reconstrucción está en la propia sociedad, insistieron una y otra vez quienes participaron en el debate. La directora de la fundación Semana, Claudia García Jaramillo, explicó que siempre tuvieron muy claro que el pueblo tenía que ser protagonista del proceso. “Nosotros nos limitamos a acompañarles, a facilitar el acceso de instituciones públicas y privadas que, más que poner dinero, han aportado un trabajo, cada una en su ámbito, que ha propiciado el cambio”, explica. La reconstrucción de las infraestructuras es lo que se nota a simple vista, pero la revitalización de la cultura, la recuperación de liderazgos sociales, la implicación de la juventud ha sido lo que ha promovido que los habitantes de El Salado vuelvan a vivir en paz en su tierra.

Quizás por eso, cuando se le pregunta a Leiner Ramos cuál es la clave de la reconstrucción, responde: “La casa de la cultura. Es lo que más nos une acá”. Es uno
de los núcleos de convivencia de un pueblo agricultor, que tradicionalmente ha tenido el tabaco como una de sus grandes fuentes de ingresos. Han recuperado una escuela primaria, una estación de policía, un centro de salud… Todo había desaparecido tras la masacre.

Los actores implicados en la reconstrucción inciden una y otra vez en la importancia de lo social. “Es una comunidad que oye a sus mayores. Es algo que no sucede en casi ningún lado. No sé por qué, pero lo han conseguido, no sabría explicarlo; tal vez por esa brecha de diez años en la que nadie estuvo en el pueblo. Ahora son los mayores quienes rescatan su cultura y costumbres”, reflexiona María Isabel Cerón.

Queda mucho por hacer para que El Salado sea el pueblo próspero que fue
Para lograr que El Salado vuelva a ser el pueblo próspero que fue queda todavía una larga labor por delante. Todavía existen problemas de abastecimiento de agua, de malnutrición infantil y de calidad de vida que ensombrecen algo algunos notables avances como el haber alcanzado una escolarización del 100% en niños de cero a cinco años, el parque agroecológico que sirve de campo de aprendizaje para los futuros empresarios de la tierra o los proyectos de microemprendimiento. Son las siembras de las que se esperan frutos, pero que ya han conseguido servir de amalgama para la convivencia.

Este ejemplo, con la movilización de entidades públicas y privadas, con este resurgir social, es el modelo que quieren llevar a otros lugares de Colombia los actores que han hecho posible este renacer de El Salado, desde las ONG hasta el propio Gobierno. Según el embajador de Colombia en España, Fernando Carrillo, se trata de una “semilla de transformación colectiva”. Una semilla que podría germinar en muchos otros rincones del país arrasados por la violencia