sábado, 27 de septiembre de 2014
Actas del Coloquio de Geocritica. El Control del Espacio y los Espacios de Control
Actas del Coloquio de Geocrítica: "El control del espacio y los espacios de control" http://t.co/H43BKbrl5z
viernes, 26 de septiembre de 2014
LA REVOLUCIÓN URBANA. Jordi Borja en Café de las Ciudades. 2005
Las ciudades ante la
globalización: entre la sumisión y la resistencia.
La revolución urbana
a) La informatización (por ejemplo, la
difusión de las computadoras) ha modificado las relaciones espacio-tiempo y
permite desarrollar actividades diversas (profesionales, de ocio o cultura, de
educación, de consumo) sin depender de una localización rígida. Si a ello se
une la generalización de las formas modernas de comunicación, como el auto
privado y las redes regionales de transporte y la telefonía móvil, es fácil
deducir que la ciudad hoy ya
no es lo que era.
b) Los nuevos territorios urbanos ya no se reducen a la ciudad central y su entorno más o menos aglomerado, lo que se llamó el "área metropolitana" (es decir, el modelo de ciudad de la sociedad industrial). El territorio urbano-regional es discontinuo, mezcla de zonas compactas con otras difusas, de centralidades diversas y áreas marginales, de espacios urbanizados y otros preservados o expectantes. Una ciudad de ciudades, en su versión optimista, o una combinación perversa entre enclaves globalizados de excelencia y fragmentos urbanos de bajo perfil ciudadano.
c) El capital dominante es hoy financiero más que productivo, nómada más que sedentario. Las decisiones se han "externalizado" del territorio, el cual se ha vulnerabilizado al tiempo que ha entrado en la carrera competitiva para atraer inversiones, actividades emblemáticas, turistas, etc. El capital fijo, dependiente del entramado económico local, se resquebraja, y las infraestructuras que soportan la nueva economía corren el riesgo de ser de uso efímero.
d) El ámbito local-regional ha sido históricamente el de la reproducción social (educación, sanidad, vivienda, etc), hoy afectado por la crisis del welfare state (o por su carácter inconcluso) al mismo tiempo que las demandas se multiplican (formación continuada, envejecimiento, reducción del tamaño del núcleo familiar, colectivos pobres o marginales, etc.). Los poderes locales y regionales deben reorientar sus funciones hacia la "producción social" puesto que la "competitividad" del territorio corresponde a esta escala más que a la del "Estado-nación". Pero no disponen de las competencias y recursos para ello (Smith, N., El redimensionamiento de las ciudades).
e) La sociedad urbana se ha hecho más compleja, más individualizada y más multicultural. Las grandes clases sociales de la época industrial se han fragmentado, los grupos sociales se definen en función de criterios múltiples (territoriales, culturales, etc. además de su relación con la producción), la autonomía del individuo se ha multiplicado. Los comportamientos urbanos se han diversificado (en los tiempos, movilidades, relaciones sociales, etc.) y por lo tanto también las demandas. Hoy las políticas urbanas no pueden ser simplemente de "oferta" masiva, dirigida a grandes colectivos supuestamente homogéneos.
f) Pero hay una paradoja: al mismo tiempo que individuos y ciudades apuestan por la distinción y la diferencia, las pautas culturales se globalizan y se homogeneizan (Harvey, D., El arte de la renta). Arquitecturas y formas de consumo, informaciones y comportamientos de ocio, lenguas (las variantes del pseudoinglés) y vestimentas, se banalizan y pierden sus elementos distintivos cualificantes. La carrera hacia la competitividad mediante la distinción lleva a la no-competividad mediante la banalización.
g) La gobernabilidad de los territorios urbano-regionales se convierte en un difícil desafío. Especialmente difícil, debido a los factores citados que ahora resumimos:
- la multidimensionalidad del territorio urbano-regional (centros, periferias, red incompleta de geometría variable de ciudades medias y pequeñas, urbanización difusa, enclaves y hábitat marginal, etc.),
-la fragmentación de los poderes locales (entre 150 y 200 municipios en la región metropolitana de Barcelona, más comarcas, mancomunidades, entidades metropolitanas, Diputación, Generalitat, ministerios) que cooperan y se solapan, compiten, se estorban...
-la fuerza económica y a veces legal de las iniciativas privadas o de entes públicos sectoriales a la hora de definir o modificar grandes proyectos sectoriales sobre el territorio.
Las ciudades ante los efectos más o menos
perversos de la globalización:
entre la sumisión y la resistencia
El análisis según una matriz explicativa de una sola dirección es más gratificante: te aseguras un sector de público partidario de tu discurso, y si otro sector lo crítica, pues muy bien, es sabido que lo importante es que hablen de uno, y si hablan mal mejor, la gente se fija más. Pero, con el riesgo de no complacer ni a tirios ni a troyanos, me parece inevitable presentar un análisis que pone de relieve las ambivalencias más que las bondades o maldades de los procesos y de los discursos urbanos actuales. Y las conclusiones serán irremediablemente abiertas. Lo siento, el pensamiento dialéctico no produce automáticamente la síntesis superadora...
En el plano económico, el discurso globalizador tuvo un arranque arrollador. La presentación de las ciudades como lugares nodales (Castells y Sassen, obras citadas), las nuevas oportunidades de los territorios (argumento apoyado en emergencias y reconversiones exitosas) y la prioridad al posicionamiento en las redes globales y, en consecuencia, a su proyección exterior, han sido elementos clave de la construcción del vademécum de la buena política urbana. El plan estratégico, a su vez, ha sido la herramienta operativa (o ha pretendido serlo) de las ciudades aspirantes a triunfar en el mundo global mediante el discurso "hipercompetitivo". Un tipo de plan no normativo, que favorece tanto una concertación de cúpulas políticas con cúpulas económicas como un amplio proceso participativo. Y que puede convertirse en un proyecto político transformador de la ciudad o derivar en una cortina de humo llena de buenas intenciones sin otra función que legitimar las prácticas del poder.
Ha habido reacciones sociales y políticas críticas, que han denunciado desde un plano ideológico cómo la aceptación de la prioridad a la "competitividad" significaba aceptar casi siempre una posición de dependencia respecto a los mecanismos excluyentes que dominan la vida financiera y comercial internacional y que en la práctica acentuaban las desigualdades y la dualización social y territorial de la ciudad. Estas reacciones apuestan por planes de carácter más proteccionista, alternativos, que a su manera pueden ser modernizadores (por ejemplo, la "nueva cultura del agua", concepto revindicativo y alternativo forjado por el movimiento social de oposición al Plan Hidrológico Nacional, derogado por el actual gobierno de España), reutilizadores del capital fijo y generadores de empleo. En bastantes casos, la oposición a la adaptación acrítica a la globalización se fundamentó también en la revalorización de los elementos identitarios del territorio y en la defensa de la calidad de vida y de un desarrollo sostenible.
La síntesis teóricamente posible es cuadrar la ecuación competitividad, cohesión social, sostenibilidad, gobernabilidad y participación. No es evidente, y aun no se descubierto la piedra filosofal para ello, por lo menos "rebus sic stantibus".
Es significativa la importancia creciente que adquieren los factores culturales en la orientación de los procesos urbanos actuales. Por una parte, la conciencia de las desigualdades sociales, el afán de distinción, el miedo a los otros y el refugio en la vida privada son muy funcionales al modelo del urbanismo globalizado, que describimos más adelante. Por otra surge una contestación cultural a los impactos de la globalización y de la economía de mercado sobre el territorio.
La defensa del patrimonio construido del paisaje, de la población y sus habilidades, de las relaciones sociales consolidadas por el tiempo, de la lengua y de las culturas específicas y la valorización de la animación urbana (por ejemplo de la calle y el espacio público como elementos fundamentales de la ciudad) todo ello cuenta cada vez más en la resistencia a los proyectos privados o públicos con fuertes impactos sobre el territorio. El rechazo a la homogeneización cultural que conlleva la globalización también forma parte de los actuales procesos urbanos.
La cuestión es si estas resistencias son simplemente una oposición legítima pero conservadora o por el contrario pueden ser una palanca de desarrollo autocentrado en nuestro mundo global. En todo caso las anteriores reflexiones matizan las posiciones críticas que se expresan en los textos de Smith y Harvey.
Urbanismo globalizado versus urbanismo
ciudadano.
Es sobre los modelos de desarrollo urbano que parece más pertinente detenerse en este texto. Es evidente que existen unas dinámicas territoriales empujadas por la globalización (Smith) en un marco imperfecto de economía de mercado dominado por los que disponen de "rentas monopólicas" (para usar el lenguaje de Harvey). Pero también lo es que hay dinámicas de signo contrario o que modifican los efectos de las primeras.
El efecto directamente político de esta confrontación (desigual) de tendencias es el que nos plantea una incertidumbre sobre el devenir de la democracia en el territorio. Por una parte, hay un resurgir del ámbito político urbano-regional. Se habla incluso, a favor o en contra, de las nuevas "ciudad-estado". En las regiones metropolitanas, como hemos visto al principio, se plantean problemas de gobernabilidad. Pero también son, o pueden ser, ámbitos de innovación política, como apuntan algunos procesos de descentralización, de contractualización interinstitucional, de gestión cívica o participativa, de concertación público-privada, de experimentación de democracia deliberativa y de e-gobernabilidad (electrónica o virtual).
A continuación exponemos una breve reflexión sobre el "modelo Barcelona", un caso en el que la dialéctica urbana, la confrontación en torno a las políticas urbanas, se ha manifestado con formas muy explícitas, es decir, se ha concretado en dinámicas y actuaciones territoriales opuestas, en los últimos 25 años.
Sobre el hipotético modelo Barcelona
Las premisas que se dan a finales de los ´70, como se verá, son muy específicas.
El éxito es indiscutible y, sobre todo, vistoso. Unos 300 proyectos realizados de espacios públicos y de equipamientos de calidad repartidos en toda la ciudad. Se proyecta una ambiciosa política de generación de nuevas centralidades, del eje del frente de mar y de la transformación del este de la ciudad (zona de industrias y infraestructuras relativamente obsoletas). Proyectos integrales de regeneración de barrios. Oferta cultural diversificada y revalorización del patrimonio arquitectónico. Descentralización hacia los distritos y los barrios y reconocimiento de los interlocutores sociales. Infraestructuras ciudadanas que comunican los fragmentos de la ciudad y de su entorno inmediato. La ciudad cambia de imagen, se reducen las desigualdades sociales en el territorio, se genera empleo, la ciudad se posiciona favorablemente en los flujos internacionales.
Pero a mediados de los ´90 las condiciones iniciales habían cambiado. La ciudad se ha enriquecido y la inversión privada en la ciudad se ha hecho muy rentable. El gobierno local, por el contrario, se ha empobrecido, tanto en el plano económico como cultural, y necesita hacer del label Barcelona un factor de atracción de capitales y turistas. Las políticas urbanas anteriores en parte se mantienen pero en dura y casi siempre desigual competencia con nuevas políticas, más acordes con las condiciones de la globalización y del mercado.
Pero hay otra cara de la realidad. Un territorio estructurado por ciudades medias dotadas de potencial de centralidad. Una conciencia colectiva que se expresa en demandas de calidad de vida y desarrollo sostenible. Un tejido económico y cultural diversificado. Unas voluntades políticas, no siempre hegemónicas, que no se quieren someter a la lógica mercantil a cualquier precio. Y un sentido crítico en la ciudad central, en Barcelona, que cuestiona la deriva del supuesto modelo ideal, que en la última década se ha sometido demasiadas veces a la contrarrevolución urbana.
En fin, una realidad contradictoria, ambivalente, no condenada necesariamente a convertirse en ejemplo del urbanismo globalizado que exponen en sus estimulantes análisis críticos Harvey y Smith. Aunque a veces los proyectos recientes parecen ejemplificar todas sus tesis.
Por Jordi Borja
N. de la R.: Este texto de Jordi Borja fue elaborado
recientemente para la
Universitat Autònoma de Barcelona, y es un fragmento de la introducción a los textos de
David Harvey y Neil Smith "Revolución y contrarrevolución en la ciudad global".
Universitat Autònoma de Barcelona, y es un fragmento de la introducción a los textos de
David Harvey y Neil Smith "Revolución y contrarrevolución en la ciudad global".
En el próximo número se publicará, sobre el mismo tema,
el texto de la conferencia brindada por Borja el pasado 6 de abril
en el bar Tuñón de Buenos Aires, que organizara café de las ciudades.
el texto de la conferencia brindada por Borja el pasado 6 de abril
en el bar Tuñón de Buenos Aires, que organizara café de las ciudades.
El texto que sigue expone brevemente las
características y contradicciones de la "revolución urbana" de
nuestra época, tomando como principal referente concreto el caso de Barcelona.
Por una parte tenemos en cuenta las contribuciones de autores como David Harvey,
Neil Smith y otros que han analizado las contradicciones de la ciudad
post-industrial (1). Y por otra avanzaremos algunas hipótesis sobre el caso
barcelonés, a partir de la emergencia de nuevas
prácticas públicas desde los
inicios de la década de los ´90, de las respuestas sociales a las mismas y de
la renovación del pensamiento crítico que había quedado relegado debido al
éxito y al consenso del urbanismo de los ´80 (ver al respecto la última parte
de esta nota).
Veremos en segundo lugar las respuestas
del urbanismo, la revalorización de la ciudad y las dinámicas fragmentadoras y
segregadoras que se dan en ella. Y finalmente el debate sobre los modelos de
ciudad en curso (¿Barcelona es un modelo?) y su relación con el derecho a la ciudad, propio de
nuestra cultura democrática (2).
La revolución urbana
El
término "revolución urbana", que usó Gordon Childe en su obra clásica
sobre la Antigüedad, ha sido recientemente reutilizado por F. Ascher (Nuevos
principios de urbanismo, Alianza Ed., Madrid, 2003). La revolución urbana
no es la traducción directa de la globalización en el territorio, pero sí que viene
causada por un conjunto de factores tecnológicos, económicos, políticos,
sociales y culturales que también se vinculan a la globalización, concepto por otra
parte suficientemente confuso, lo que permite que sirva un poco para todo (3).
b) Los nuevos territorios urbanos ya no se reducen a la ciudad central y su entorno más o menos aglomerado, lo que se llamó el "área metropolitana" (es decir, el modelo de ciudad de la sociedad industrial). El territorio urbano-regional es discontinuo, mezcla de zonas compactas con otras difusas, de centralidades diversas y áreas marginales, de espacios urbanizados y otros preservados o expectantes. Una ciudad de ciudades, en su versión optimista, o una combinación perversa entre enclaves globalizados de excelencia y fragmentos urbanos de bajo perfil ciudadano.
c) El capital dominante es hoy financiero más que productivo, nómada más que sedentario. Las decisiones se han "externalizado" del territorio, el cual se ha vulnerabilizado al tiempo que ha entrado en la carrera competitiva para atraer inversiones, actividades emblemáticas, turistas, etc. El capital fijo, dependiente del entramado económico local, se resquebraja, y las infraestructuras que soportan la nueva economía corren el riesgo de ser de uso efímero.
d) El ámbito local-regional ha sido históricamente el de la reproducción social (educación, sanidad, vivienda, etc), hoy afectado por la crisis del welfare state (o por su carácter inconcluso) al mismo tiempo que las demandas se multiplican (formación continuada, envejecimiento, reducción del tamaño del núcleo familiar, colectivos pobres o marginales, etc.). Los poderes locales y regionales deben reorientar sus funciones hacia la "producción social" puesto que la "competitividad" del territorio corresponde a esta escala más que a la del "Estado-nación". Pero no disponen de las competencias y recursos para ello (Smith, N., El redimensionamiento de las ciudades).
e) La sociedad urbana se ha hecho más compleja, más individualizada y más multicultural. Las grandes clases sociales de la época industrial se han fragmentado, los grupos sociales se definen en función de criterios múltiples (territoriales, culturales, etc. además de su relación con la producción), la autonomía del individuo se ha multiplicado. Los comportamientos urbanos se han diversificado (en los tiempos, movilidades, relaciones sociales, etc.) y por lo tanto también las demandas. Hoy las políticas urbanas no pueden ser simplemente de "oferta" masiva, dirigida a grandes colectivos supuestamente homogéneos.
f) Pero hay una paradoja: al mismo tiempo que individuos y ciudades apuestan por la distinción y la diferencia, las pautas culturales se globalizan y se homogeneizan (Harvey, D., El arte de la renta). Arquitecturas y formas de consumo, informaciones y comportamientos de ocio, lenguas (las variantes del pseudoinglés) y vestimentas, se banalizan y pierden sus elementos distintivos cualificantes. La carrera hacia la competitividad mediante la distinción lleva a la no-competividad mediante la banalización.
g) La gobernabilidad de los territorios urbano-regionales se convierte en un difícil desafío. Especialmente difícil, debido a los factores citados que ahora resumimos:
- la multidimensionalidad del territorio urbano-regional (centros, periferias, red incompleta de geometría variable de ciudades medias y pequeñas, urbanización difusa, enclaves y hábitat marginal, etc.),
-las potentes dinámicas privadas de ocupación de
suelo; en Barcelona-región metropolitana, en los últimos 25 años, la
urbanización del suelo se ha multiplicado por dos siendo la población estable (4),
-la nueva complejidad de la sociedad urbana
y la diversidad de sus demandas y de sus comportamientos (movilidad, doble
residencia...)-la fragmentación de los poderes locales (entre 150 y 200 municipios en la región metropolitana de Barcelona, más comarcas, mancomunidades, entidades metropolitanas, Diputación, Generalitat, ministerios) que cooperan y se solapan, compiten, se estorban...
-la fuerza económica y a veces legal de las iniciativas privadas o de entes públicos sectoriales a la hora de definir o modificar grandes proyectos sectoriales sobre el territorio.
La gobernabilidad de estos territorios exige una capacidad de innovación política que el marco institucional obstaculiza
y que la deficiente representatividad de los partidos, convertidos en
maquinarias electorales para ocupar posiciones en las instituciones,
difícilmente supera (Borja, J., La ciudad
conquistada, Alianza Ed., Madrid, 2003).
entre la sumisión y la resistencia
El análisis según una matriz explicativa de una sola dirección es más gratificante: te aseguras un sector de público partidario de tu discurso, y si otro sector lo crítica, pues muy bien, es sabido que lo importante es que hablen de uno, y si hablan mal mejor, la gente se fija más. Pero, con el riesgo de no complacer ni a tirios ni a troyanos, me parece inevitable presentar un análisis que pone de relieve las ambivalencias más que las bondades o maldades de los procesos y de los discursos urbanos actuales. Y las conclusiones serán irremediablemente abiertas. Lo siento, el pensamiento dialéctico no produce automáticamente la síntesis superadora...
En el plano económico, el discurso globalizador tuvo un arranque arrollador. La presentación de las ciudades como lugares nodales (Castells y Sassen, obras citadas), las nuevas oportunidades de los territorios (argumento apoyado en emergencias y reconversiones exitosas) y la prioridad al posicionamiento en las redes globales y, en consecuencia, a su proyección exterior, han sido elementos clave de la construcción del vademécum de la buena política urbana. El plan estratégico, a su vez, ha sido la herramienta operativa (o ha pretendido serlo) de las ciudades aspirantes a triunfar en el mundo global mediante el discurso "hipercompetitivo". Un tipo de plan no normativo, que favorece tanto una concertación de cúpulas políticas con cúpulas económicas como un amplio proceso participativo. Y que puede convertirse en un proyecto político transformador de la ciudad o derivar en una cortina de humo llena de buenas intenciones sin otra función que legitimar las prácticas del poder.
Ha habido reacciones sociales y políticas críticas, que han denunciado desde un plano ideológico cómo la aceptación de la prioridad a la "competitividad" significaba aceptar casi siempre una posición de dependencia respecto a los mecanismos excluyentes que dominan la vida financiera y comercial internacional y que en la práctica acentuaban las desigualdades y la dualización social y territorial de la ciudad. Estas reacciones apuestan por planes de carácter más proteccionista, alternativos, que a su manera pueden ser modernizadores (por ejemplo, la "nueva cultura del agua", concepto revindicativo y alternativo forjado por el movimiento social de oposición al Plan Hidrológico Nacional, derogado por el actual gobierno de España), reutilizadores del capital fijo y generadores de empleo. En bastantes casos, la oposición a la adaptación acrítica a la globalización se fundamentó también en la revalorización de los elementos identitarios del territorio y en la defensa de la calidad de vida y de un desarrollo sostenible.
La síntesis teóricamente posible es cuadrar la ecuación competitividad, cohesión social, sostenibilidad, gobernabilidad y participación. No es evidente, y aun no se descubierto la piedra filosofal para ello, por lo menos "rebus sic stantibus".
Es significativa la importancia creciente que adquieren los factores culturales en la orientación de los procesos urbanos actuales. Por una parte, la conciencia de las desigualdades sociales, el afán de distinción, el miedo a los otros y el refugio en la vida privada son muy funcionales al modelo del urbanismo globalizado, que describimos más adelante. Por otra surge una contestación cultural a los impactos de la globalización y de la economía de mercado sobre el territorio.
La defensa del patrimonio construido del paisaje, de la población y sus habilidades, de las relaciones sociales consolidadas por el tiempo, de la lengua y de las culturas específicas y la valorización de la animación urbana (por ejemplo de la calle y el espacio público como elementos fundamentales de la ciudad) todo ello cuenta cada vez más en la resistencia a los proyectos privados o públicos con fuertes impactos sobre el territorio. El rechazo a la homogeneización cultural que conlleva la globalización también forma parte de los actuales procesos urbanos.
La cuestión es si estas resistencias son simplemente una oposición legítima pero conservadora o por el contrario pueden ser una palanca de desarrollo autocentrado en nuestro mundo global. En todo caso las anteriores reflexiones matizan las posiciones críticas que se expresan en los textos de Smith y Harvey.
Es sobre los modelos de desarrollo urbano que parece más pertinente detenerse en este texto. Es evidente que existen unas dinámicas territoriales empujadas por la globalización (Smith) en un marco imperfecto de economía de mercado dominado por los que disponen de "rentas monopólicas" (para usar el lenguaje de Harvey). Pero también lo es que hay dinámicas de signo contrario o que modifican los efectos de las primeras.
El modelo de desarrollo urbano característico de
la era de la globalización es la "urbanización difusa y discontinua"
mediante "productos urbanos" constitutivos de enclaves o
parques temáticos mercantilizados (de ocio, comerciales, empresariales,
tecnológicos, etc.) y áreas degradadas o marginales (Muxí, Z., La arquitectura
de la ciudad global, G.Gili, Barcelona,
2004). Una urbanización de suelo regional que puede darse sin crecimiento
económico, en América latina por ejemplo, o sin crecimiento demográfico como en
Europa (5). Es la urbanización que genera "espacios
lacónicos" punteados por shopping
malls y gasolineras
(Ingersoll, op. cit.), de las "áreas de excelencia" (parques
empresariales o tecnológicos, barrios cerrados exclusivos), red de autopistas y
estratificación social en función de la distancia-tiempo a los lugares de
centralidad.
Sin
embargo hay dinámicas de sentido contrario que encuentran también su expresión
en el urbanismo actual. No tanto en el new urbanism que crea sucedáneos de "ciudad europea compacta"
sino en el urbanismo "ciudadano" presente en grados diversos en las
políticas de bastantes ciudades europeas y americanas. Es el urbanismo del
"espacio público" y de la
ciudad densa (que ha
distinguido el llamado "modelo de Barcelona"), de construcción de
centralidades (6), de mixtura social y funcional (sobre la mixtura social,
ver especialmente la experiencia francesa, normativizada en la Ley de
Solidaridad y Renovación Urbana, de 1999).
La
arquitectura banalizada y estandarizada caracteriza al urbanismo
"globalizado", lo mismo que el uso y el abuso de las arquitecturas ostentosas y "no reproducibles" (7) para marcar simbólicamente las zonas de excelencia. El
urbanismo "ciudadano" apuesta por el perfil identitario de lo urbano,
atendiendo a la morfología del lugar, a la calidad del entorno y a la
integración de los elementos arquitectónicos excepcionales o emblemáticos. En
la realidad es frecuente que ambas tendencias se mezclen y confronten en la
misma ciudad, como en la Barcelona actual.
El efecto
"político" de esta confrontación de modelos es incierto, aunque no
cabe duda de que, con independencia de las voluntades políticas locales, en el
marco de la economía globalizada capitalista, de la propiedad privada del suelo
y de la mercantilización de la vivienda, la tendencia dominante es la de la
"urbanización difusa" y de la producción de enclaves o parques
temáticos. Es la del urbanismo de la privatización, de la distinción y del
miedo (8). En algunos países europeos se han implementado políticas
urbanas de signo ciudadano, como en Gran Bretaña (9) y en Francia (10) pero en el mejor de los casos se obtienen resultados
contradictorios, es decir, un poco de todo... En Francia, la hegemonía cultural
del "projet urbain" que ha orientado el excelente urbanismo de
diversas ciudades en los últimos 20 años, no ha impedido la urbanización
difusa, creciente y banal de una parte importante del territorio (11).
Aunque, siguiendo el razonamiento de
Harvey, se puede interpretar que el resultado final es muy funcional al urbanismo de la
globalización, puesto que la competitividad entre los territorios requiere
estos "lugares nodales de cualidad" que son las ciudades vivas, con
espacios públicos animados y ofertas culturales y comerciales diversas, con
entornos agradables y seguros, donde se concentra el terciario de excelencia y
el ocio atractivo para los visitantes. Los residentes son los extras de la
película.El efecto directamente político de esta confrontación (desigual) de tendencias es el que nos plantea una incertidumbre sobre el devenir de la democracia en el territorio. Por una parte, hay un resurgir del ámbito político urbano-regional. Se habla incluso, a favor o en contra, de las nuevas "ciudad-estado". En las regiones metropolitanas, como hemos visto al principio, se plantean problemas de gobernabilidad. Pero también son, o pueden ser, ámbitos de innovación política, como apuntan algunos procesos de descentralización, de contractualización interinstitucional, de gestión cívica o participativa, de concertación público-privada, de experimentación de democracia deliberativa y de e-gobernabilidad (electrónica o virtual).
Sin embargo, las crecientes desigualdades en el
territorio, la división cada vez más manifiesta entre "incluidos y
excluidos" que caracteriza por ahora más a la ciudad americana que a la
europea, pero que también está presente entre nosotros, pueden dar lugar a una
"lucha de clases en el territorio" o una "conflictividad
asimétrica" (12) de difícil gestión en la fragmentada democracia local. La
agudización de los conflictos entre colectivos sociales segregados puede
desembocar en el "fascismo urbano" que recientemente anunciaba Sassen
(13). Sin embargo, en las ciudades o territorios metropolitanos
relativamente integrados el conflicto se simetriza, se constituyen poderes
locales fuertes y las demandas sociales pueden agregarse y llegar a generar una
sociedad política que exprese valores
y revindicaciones de ciudadanía. El urbanismo no garantiza la integración
ciudadana plena, que depende también del empleo, el acceso a la educación y la
cultura, el reconocimiento de derechos iguales para todos los habitantes, etc.
Pero el urbanismo si que crea
condiciones que facilitan
considerablemente la integración ciudadana o, al contrario, son factores de
marginación.
En resumen, la ciudad democrática es una
conquista permanente, un campo abierto de confrontación de valores e intereses,
un desafío a la innovación política, a la imaginación urbanística y a la
movilización cívica.A continuación exponemos una breve reflexión sobre el "modelo Barcelona", un caso en el que la dialéctica urbana, la confrontación en torno a las políticas urbanas, se ha manifestado con formas muy explícitas, es decir, se ha concretado en dinámicas y actuaciones territoriales opuestas, en los últimos 25 años.
Sobre el hipotético modelo Barcelona
¿Existe
un modelo de transformación urbana denominable Barcelona? (14) ¿Es solamente una
marca, un label de marketing
urbano exitoso?. Existe en todo caso una percepción
social (local e internacional), tanto en el ámbito político como en
intelectual, de que el urbanismo barcelonés de los ´80 y ´90 se ha
caracterizado por un conjunto de políticas públicas que han configurado unas
prácticas y unos discursos coherentes y que se han reflejado tanto en las
formas físicas como en los usos sociales del territorio. El referirse a ello
como modelo, es decir como algo ejemplar y transferible a otras ciudades, ha
sido en parte una operación promocional de la ciudad (de su gobierno, de
sectores profesionales y de algunas empresas de servicios). Pero la fama y la
"inspiración" en Barcelona, y a veces la copia, se ha debido más a la
necesidad de otras ciudades de encontrar experiencias que sirvieran de
legitimación ante la necesidad de inventar "nuevas políticas" que
respondieran a los desafíos de la globalización.
El "modelo" barcelonés"
parte de unas premisas interesantes, aunque no es evidente que estén todavía
vigentes y menos aún que lo hecho sea un modelo aplicable a otras ciudades.
Siempre es posible recibir estímulos de otras experiencias: la práctica urbana
avanza principalmente mediante comparaciones y confrontaciones, y se aprende de
los éxitos y fracasos de los otros. Pero nunca
es recomendable aplicar recetas de
un caso al otro. La mediación necesaria es la que proporciona la elaboración
intelectual de la cultura urbanística.Las premisas que se dan a finales de los ´70, como se verá, son muy específicas.
La coyuntura política y cultural es la de los
inicios de la democracia. La década que precedió a la democracia fue de gran movilización cívica, tanto
en los ámbitos ciudadanos barriales como en los medios profesionales. La
crítica al urbanismo desarrollista, la recuperación de lo mejor de las
propuestas de Cerdà y del movimiento moderno, la elaboración de propuestas para
cada barrio y para la ciudad basadas en una concepción igualitaria del espacio
público y los equipamientos y la legitimación de un urbanismo participativo
construyeron un consenso activo que las fuerzas políticas no podían dejar de
lado (15).
En este marco ganan las primeras elecciones
los partidos de izquierda, que representan la movilización cívica anterior y
cuyos programas democratizadores y regeneracionistas son aceptables por parte de los
sectores empresariales. Estos precisan de unas políticas públicas que creen
una oferta urbana de calidad para que invertir en la ciudad sea rentable y, al
mismo tiempo, que se den respuestas que regulen la conflictividad social en el
territorio. Esta alianza saintsimoniana (la de los "productivos" de
la parábola de Saint Simon) se construye en los 80, especialmente con la
nominación de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos, en 1986. La década
siguiente estará marcada por los resultados de la iniciativa pública hegemónica.El éxito es indiscutible y, sobre todo, vistoso. Unos 300 proyectos realizados de espacios públicos y de equipamientos de calidad repartidos en toda la ciudad. Se proyecta una ambiciosa política de generación de nuevas centralidades, del eje del frente de mar y de la transformación del este de la ciudad (zona de industrias y infraestructuras relativamente obsoletas). Proyectos integrales de regeneración de barrios. Oferta cultural diversificada y revalorización del patrimonio arquitectónico. Descentralización hacia los distritos y los barrios y reconocimiento de los interlocutores sociales. Infraestructuras ciudadanas que comunican los fragmentos de la ciudad y de su entorno inmediato. La ciudad cambia de imagen, se reducen las desigualdades sociales en el territorio, se genera empleo, la ciudad se posiciona favorablemente en los flujos internacionales.
Pero a mediados de los ´90 las condiciones iniciales habían cambiado. La ciudad se ha enriquecido y la inversión privada en la ciudad se ha hecho muy rentable. El gobierno local, por el contrario, se ha empobrecido, tanto en el plano económico como cultural, y necesita hacer del label Barcelona un factor de atracción de capitales y turistas. Las políticas urbanas anteriores en parte se mantienen pero en dura y casi siempre desigual competencia con nuevas políticas, más acordes con las condiciones de la globalización y del mercado.
El éxito ha tenido también efectos perversos. Los
precios del suelo y de las viviendas se
disparan. Los "new projects" (16) se proponen simplemente vender la ciudad al promotor
privado y el resultado más emblemático es la discutible operación Diagonal Mar.
La presión del sector privado conlleva la realización de enclaves, de parques
temáticos, de operaciones segregadas, de destrucción del patrimonio
arquitectónico (especialmente la herencia de la ciudad industrial), de
deslocalización de sectores medios y bajos hacia la región metropolitana, de
crecimiento de la urbanización difusa sin que corresponda a un crecimiento de
la población (como se ha dicho más arriba). El modelo "Barcelona" se
pone en cuestión. O, en todo caso, se puede hablar de un "contra
modelo" que entra en contradicción con el anterior.
El Forum 2004 se ha convertido en el paradigma de los críticos, tanto de
los que hacen la crítica desde la defensa de lo mejor del primer modelo (17) como los hipercríticos que consideran ambos modelos dos
caras de la misma moneda (18).El Forum, relativo fracaso cultural y político (o de
marketing), es en su dimensión urbanística una expresión de la ciudad que
apuesta por la inserción global: se trata de un urbanismo orientado a la demanda
externa (19).
Mientras la ciudad-centro (Barcelona
municipio) se orienta a ser un parque temático de terciario que pretende ser de
"excelencia", aunque predomina la oferta de servicios de ocio, en la
región metropolitana emergen las contradicciones propias de la urbanización
globalizada. Espacios fragmentados por autopistas mientras que la red del
"ferro" (tren, metro, tranvía) sigue con mucho retraso. Desarrollos
privatizados de baja densidad de urbanizaciones de viviendas adosadas o no.
Hiperconsumo de suelo, agua y servicios en general. Segregación social y
funcional crecientes. Urbanización discontinua y despilfarradora. Enclaves
especializados.Pero hay otra cara de la realidad. Un territorio estructurado por ciudades medias dotadas de potencial de centralidad. Una conciencia colectiva que se expresa en demandas de calidad de vida y desarrollo sostenible. Un tejido económico y cultural diversificado. Unas voluntades políticas, no siempre hegemónicas, que no se quieren someter a la lógica mercantil a cualquier precio. Y un sentido crítico en la ciudad central, en Barcelona, que cuestiona la deriva del supuesto modelo ideal, que en la última década se ha sometido demasiadas veces a la contrarrevolución urbana.
En fin, una realidad contradictoria, ambivalente, no condenada necesariamente a convertirse en ejemplo del urbanismo globalizado que exponen en sus estimulantes análisis críticos Harvey y Smith. Aunque a veces los proyectos recientes parecen ejemplificar todas sus tesis.
JB, abril 2005
La
Revolución Urbana continúa
en el próximo número, con el texto de la conferencia brindada por Borja en el
bar Tuñón de Buenos Aires, organizada porcafé de
las ciudades.
De Jordi Borja, ver también las notas La ciudad conquistada y Barcelona y su urbanismo,
y el comentario "Tendencia no es destino", sobre su libro "La Ciudad Conquistada",
en los números 2, 21 y 15, respectivamente, de café de las ciudades.
y el comentario "Tendencia no es destino", sobre su libro "La Ciudad Conquistada",
en los números 2, 21 y 15, respectivamente, de café de las ciudades.
Sobre el new urbanism, ver Congress for "New urbanism Basis".
También Duany, A. et al., The Rise of Sprawl Suburb and the Decline of Nation,
North Point Press, New York, 2000
También Duany, A. et al., The Rise of Sprawl Suburb and the Decline of Nation,
North Point Press, New York, 2000
Sobre
la "marca Barcelona" ver Balibrea, M.P. Barcelona, del modelo a la
marca.
Una versión anterior de este texto se encuentra en Tim Marshall, op. ci.
Una versión anterior de este texto se encuentra en Tim Marshall, op. ci.
Ver también la nota La marquetización de las ciudades, de Mariona Tomàs,
en el número 6 de café de las ciudades.
en el número 6 de café de las ciudades.
Sobre
la Ciudad Global, ver las notas Saskia
Sassen: Una visita guiada a la Ciudad Global,
entrevista digital a Saskia Sassen, y Buenos Aires en los `90 y otras consecuencias de la ciudad global,
entrevista a Zaida Muxí, en los números 10 y 24, respectivamente, de café de las ciudades.
entrevista digital a Saskia Sassen, y Buenos Aires en los `90 y otras consecuencias de la ciudad global,
entrevista a Zaida Muxí, en los números 10 y 24, respectivamente, de café de las ciudades.
Sobre
los Diálogos de Urbanismo del Fórum 2004 de Barcelona
ver la nota Certezas de incertidumbres, en el número 24 de café de las ciudades.
ver la nota Certezas de incertidumbres, en el número 24 de café de las ciudades.
1: Como Ascher en Nuevos
principios de urbanismo, Alianza Ed., Madrid, 2003, Amendola en La Ciudad Postmoderna, Celeste
Ed., Madrid, 2000 y Castells en La
era de la información, Alianza Ed., Madrid, 2000 y La sociología urbana de Manuel Castells, ed. I. Susser,
Alianza Ed., Madrid, 2001.
2: El
derecho a la ciudad, concepto que planteó Lefebvre en los años 60, pero que ha
sido desarrollado muy recientemente por los movimientos sociales
urbanos a nivel internacional. En la conferencia de Hábitat de Estambul (1996)
aun no se planteó, pero si en el Foro Urbano Mundial de Hábitat (Barcelona
2004). Ver J.Borja, La
ciudad conquistada, Alianza Ed., Madrid, 2003.
3: Usamos el término globalización solamente en relación a
sus impactos, reales o supuestos, sobre los territorios urbanos. El texto
general de referencia es sin duda el de Castells.
4: Datos para ilustrar estas dinámicas de ocupación del suelo
en las regiones urbanas de Barcelona y Madrid: para el caso de la Región
Metropolitana de Barcelona, el crecimiento de la superficie urbanizada entre
1972 y 1999 fue del 185 % con un mayor crecimiento en la segunda corona tal y
como vemos en el trabajo de Manuel Herce en Borja J.; Muxí, Z. (eds.) Urbanismo en el s.XXI. Bilbao,
Madrid, Valencia; Barcelona, Ed. UPC, Barcelona.
También entre 1987 y 2001 para el 78% de los municipios de la
provincia de Barcelona más de la mitad de la producción de la vivienda había
sido de tipología aislada o adosada. También cabe destacar que son los 137
municipios pequeños de la provincia (de 1.000 a 10.000 habitantes) los que han
producido más del 80% de vivienda unifamiliar. Ver tesis doctoral de Francesc
Muñoz, Urbanalització: la
producció residencial de baixa densitat a la provincia de Barcelona, 1985- 2001,
UAB, 2004.
Para el caso de la región urbana de Madrid, entre 1957 y
1999, el suelo urbanizado se multiplica por 5 (pasando de 10.7000 a 49.000ha)
mientras la población lo hace por 2 (pasando de 2.3 a 4.7 millones). Datos que
constatan la enorme expansión del territorio urbanizado en Madrid; ver los
artículos de Joaquín Leguina; Fernando Roch y José Manuel Naredo en Borja, J.;
Muxí, Z., Urbanismo del siglo
XXI, Barcelona 2003 (op. cit.).
5: Davis,M., op. cit., y Borja, J. y Muxí, Z., Urbanismo en el siglo XXI,
Ediciones UPC, Barcelona, 2004.
6: Busquets, J., Barcelona,
la construcción urbanística de una ciudad compacta, Ed. del Serbal, 2004, y Areas de nuevas centralidades (documento del Ajuntament de
Barcelona, 1986, resumido en la revista Barcelona metrópolis mediterránea nº8,
1988). Sobre el modelo urbanístico de Barcelona ver especialmente Oriol
Bohigas, La reconstrucció de
Barcelona, Edicions 62, Barcelona, 1985.
7:
Jean Baudrillard y Jean Nouvel, Les
objets singuliers (Calmann-Lévy,
2000); ver crítica a este texto de Graciela Silvestri, Un sublime atardecer. El comercio
simbólico entre arquitectos y filósofos, Punto
de Vista, diciembre 2002. Una crítica más
general a la arquitectura no reproducible, en Oriol Bohigas, Reconsideració moral de
l’arquitectura i la ciutat...
8: Borja, J. Urbanisme
i ciutadanía, Barcelona
metrópolis mediterránea 2005 y El futuro urbano tiene un corazón
antiguo, Catálogo de la exposición Quórum, Institut de cultura, Barcelona,
2005.
10: Masboungi, A., Colección Projet Urbain,
Ministere d´Equipement, Paris; French Urban Strategies, Projets Urbains en France,
Editions du Moniteur, Paris, 2002; Fabriquer
la ville. Outils et methodes: les amenageurs proposent, La Documentation
Française, Paris, 2001. Ver también de la
misma autora y Alain Bourdin: Urbanisme
des modes de vie, Le Moniteur.
11: Le Monde: L’urbanisation grignote sans répit
le territoire français, 14-4-05, citando el informe del Ministro de
Ecología Lepeltier.
12: Jacques Delarue: Banlieus
en difficulté: la rélégation, Paris 1991; el autor, delegado del gobierno
para la ciudad (cargo que-equivale a viceministro, dependiente del jefe de
gobierno) utilizó ya el concepto de "lucha de clases en el
territorio". El Censis, Centro de estudios sociales, Roma, acuñó el
concepto de "conflictividad asimétrica" en sus informes anuales, a
principios de los 90.
13:
Sassen, S., Intervención en los Diálogos
sobre la ciudad del siglo XXI en el
Forum 2004.
Ver también su artículo I "senza potere" protagonisti del futuro,
en Il Manifesto libri, 2005, Atlante di un altra economia.
Ver también su artículo I "senza potere" protagonisti del futuro,
en Il Manifesto libri, 2005, Atlante di un altra economia.
14: Borja, J., editor, Barcelona.
Un modelo de transformación urbana. Programa de Gestión Urbana, Banco
Mundial y ONU, Quito, 1995. Tim Marshall ha publicado un conjunto de textos que
ofrecen un panorama analítico muy completo sobre el "modelo
Barcelona", incluyendo una perspectiva crítica al final: Transforming Barcelona,
Routledge Ed., London, 2004.
15: Sobre el movimiento cívico o popular urbano ver Huertas
Clavería, JMª y Andreu, M: Barcelona
en lluita, el moviment urbà 1965-95, FAVB, 1996. Ver también Borja J.:Por
unos Ayuntamientos democráticos y Descentralización y Participación
ciudadana, IEAL, Madrid 1986 y 1987.
16: Barcelona Regional: New
Projects, Ajuntament de Barcelona, 1995; una síntesis de este documento en
Tim Marshall, op.cit.
17: (Borja, J. y Montaner, J. M.: textos sobre el
"modelo Barcelona" en Urbanismo
del siglo 21, Edicions UPC, op. cit. De J. M. Montaner ver también:Repensar
Barcelona, Edicions UPC, 2003, es una selección de artículos de 1984 a
2001; y de J Borja las referencias citadas. Sobre el modelo Barcelona es
imprescindible la consulta de la colección de publicaciones de Aula Barcelona,
iniciada en 1999, titulada precisamente Model Barcelona (en catalán con un
resumen en inglés). No son textos críticos pero sí que se trata de síntesis
bien informadas realizadas por los profesionales protagonistas de la gestión
urbana de los años 80 y 90. Edición a cargo de la Fundació Bosch
Gimpera-Universitat de Barcelona. Para una visión más crítica ver la excelente
revista de la FAVB, El Carrer.
Ver también Capel,H. El modelo
de Barcelona, un examen crítico, Ed. Serbal, 2005.
18: AA.VV.: Barcelona
marca registada. Un modelo para desarmar, Virus Editorial, Barcelona, 2004,
AA.VV.: La otra cara del Forum
de las Culturas S.A., Edicions Bellaterra, 2004; Delgado, M.: Elogi del vianant, del model
Barcelona a la Barcelona real, Edicions 1984, 2005.
19: Domus nº 866, enero 2004 y Revue Urbanisme, nº 339,
noviembre-diciembre 2004, pags.44-47.
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