Mapa de les llars dels delinqüents juvenils de Washington, fet el 1935
http://t.co/pdUDMYEvpa http://t.co/tfumENrCBh
lunes, 15 de diciembre de 2014
Espacio público y cambio político
Espacio público y cambio político http://t.co/ZwxJfuSCVj por Jordi Borja (2013)
Etiquetas:
Análisis Delictivo,
Comunidad,
convivencia vecinal,
Geografía,
geoprevencion,
mappingcrime,
miedo,
seguridad SEGURIDAD CIUDADANA
LA CIUDAD SEGREGADA
LA CIUDAD SEGREGADA.
Las
relaciones de todos los actores que componen la sociedad tienen una plasmación
espacial que para los profanos en al materia escapan a su mirada. Sin embargo,
esas relaciones fruto de la interacción social
son evidentes para la mirada de un geógrafo, de un criminólogo, de un
sociólogo por citar algunas. La ciudad como constructo temporal evidencia la
transformación de esas relaciones entre los individuos y más allá de estos con
el espacio en que viven.
Entender en esa perspectiva que la criminalidad es a la vez consecuencia y causante de
estructuras sociales, económicas, psicológicas que se plasman en la
construcción y vivencia del espacio geográfico urbano es una de las tareas de
la geografía del crimen o de las geografías securitarias como las denomina
HERNANDO SANZ, pero lo es también la propuesta de medidas para cambiar
los escenarios, las dinámicas de la
sociedad de tal modo que se pongan en concierto todos los actores implicados en
la garantía de la seguridad ciudadana como uno de los pilares de las sociedades modernas puesto que en última instancia se
trata de garantizar al ciudadano la seguridad y más allá, la libertad.
Pues
bien, como la sociedad evoluciona también lo hace el fenómeno urbano. Y es el
análisis de esa evolución y de sus consecuencias lo que sirve de base para
afrontar la problemática criminal y establecer estrategias que superen sus
aspectos negativos. Podríamos fijar nuestra atención en muchos aspectos del fenómeno
urbano, sin embargo, me voy a centrar solo en aquéllos que afectan a cuestiones
como la segregación urbana, la parcelación de los espacios, las zonificaciones
de los usos del suelo, la dicotomía entre lo público y lo privado y, más allá,
en la falta de cohesión social y el aumento del individualismo. Así se puede
también entender si las respuestas de las diferentes administraciones al
fenómeno criminal es, más que positivo, coherente y en esa medida, acertada.
EL INDIVIDUO Y LA COMUNIDAD.
Las
personas y los grupos en que se integran interactúan entre sí y con el espacio
que les rodea estableciendo relaciones, vivencias que pautan sus
comportamientos. Un barrio de una ciudad cualquiera es un trasunto identitario
de los habitantes que lo integran y les dota de una cierta identidad colectiva
que a menudo les diferencia de otros barrios de esa misma ciudad. El modo en
que se relacionan y el grado de cohesión vecinal, la vivencia de sus espacios
públicos o privados y de las problemáticas que le son propias condicionan su
percepción de la realidad que les rodea y marcan por ello su vivencia diaria,
la imagen que se construyen del espacio en que desarrollan sus vidas.
En gran medida los diferentes indicadores
sociodemográficos explican y/o condicionan (los usos, los equipamientos, la
falta de cohesión social) el fenómeno de la criminalidad o de la violencia en
determinados lugares o entornos, el
potencial comportamiento incívico. Y aquí entra el problema de las escalas en
el análisis de la realidad. AVENDAÑO FLORES que menciona tres escalas referidas a aspectos
vivenciales de los individuos: la escala inmediata, la vecinal y la local.
BAILLY y BEGUIN los llaman “caparazones
entre el yo y el mundo”.
La escala inmediata,
la del individuo y su familia que se confina en su casa, en su domicilio como
espacio seguro, de ahí que se hable de auténticas cárceles preventivas en que
la vida urbana se ha volcado al interior y que lleva a una atomización de la
vida social y por contrapartida una disminución de la interacción social y en
definitiva la difuminación de la cohesión social. Sus signos externos son las
rejas, las murallas, las alarmas, los perros, las alambradas, los guardas de
seguridad de los inmuebles, etc…, incluso se puede hablar de fachadas con un
denominador común: el encierro. Lo cierto es que esa es una realidad que llega
a ser visible en áreas urbanas y periurbanas, incluso rurales.
La escala vecinal
la sitúan en el ámbito de la cohesión social ya que en la medida en que la
vivencia vecinal o comunal, como la llaman los autores latinoamericanos, se
deteriora causal y consecuentemente disminuyen los lazos que vinculan a los
individuos entre sí como comunidad y
hacen que, en definitiva, los problemas relacionados con la criminalidad no
sean enfrentados desde ésta como sería lo deseable ya que las estrategias de
promoción y de resolución de conflictos que no se asienten en un entendimiento
de que la seguridad, la paz social en definitiva, no puede continuar siendo
como hasta ahora una estrategia superpuesta a la sociedad sino que esté
permeada por ella para que de una parte los individuos y los grupos en que se
integran y de otra la actuación de las diferentes administraciones implicadas a
diferentes niveles, sea posible que las estrategias que se adopten resulten
útiles a la sociedad. Por ello, se impone superar el modelo reactivo policial
tradicional por otro preventivo en que desde una perspectiva complementaria,
transversal e interdisciplinar todos los actores implicados sean protagonistas.
En este sentido, la potenciación de los espacios de
reunión vecinal o de la seguridad en su zona de tránsito suponen pequeños hitos
en la consecución de esos objetivos securitarios y es precisamente en esa
perspectiva que se incardinan teorías como las del CPTED, que ya traté en otros
post.
En la escala local se
sitúan los problemas que afectan a todo el espacio urbano. Se establece o se
constata una zonificación de la ciudad que en la mayoría de los casos es
invisible como describía al comienzo del artículo. Las distintas circunstancias
socioeconómicas de los habitantes de ciertas zonas o barrios de nuestras
ciudades determinan que otros ciudadanos perciban esas zonas como áreas
peligrosas, áreas de exclusión social y por ende áreas en que los fenómenos de
marginalidad y delincuencia son más comunes de tal forma que a menudo ciertas
calles constituyen verdaderas fronteras invisibles que en el imaginario
colectivo de una ciudad sus vecinos reconocen y que por ello marcan pautas de
comportamiento diario que derivan en agravamiento de problemas de exclusión
social o marginalidad, convirtiéndose como venimos observando en causa y en
consecuencia de los procesos excluyentes de los individuos, de sus grupos y de
los espacios que habita y transita.
En
muchos casos la administración pública realiza una política de inversión y
mantenimiento de espacios públicos y de dotación de equipamiento urbano que
obvia estas realidades descritas y que de no revertirse desembocan en un
proceso de degradación urbana y por ende social que hacen que la percepción de
sus habitantes y de los ciudadanos de otros barrios en general sea de un
espacio degradado social y físicamente.
De ese modo la ciudad se convierte en una suerte de
islas más o menos conectadas pero con “fronteras” invisibles en que los usos de
los diferentes espacios, las dotaciones de infraestructuras, la titularidad de
los espacios y aún la privatización de los públicos hacen que la vivencia de
los espacios urbanos derive hacia una suerte de privatización como es el caso
de los parques públicos vallados y/o vigilados o de los centros comerciales
donde desarrollamos parte de nuestra convivencia social como meros
consumidores: de ocio, de artículos, etc…
“La relación de la
delincuencia
con las grandes
concentraciones urbanas
es muy superior a la que se pudiera relacionar
a la emigración”.(3)
VALERO ESCANDEL,
J.R., La Ciudad y el miedo. VII Coloquio de Geografía Urbana. 2004. Universidad
de Girona.
Los
barrios residenciales cerrados sobre sí mismos constituyen a menudo un fuerte
contraste con aquellos espacios, con aquellos barrios en que crece la
inseguridad, la exclusión y el deterioro. Así, la ciudad se convierte en una
suerte de espacios a los que no podemos acceder libremente o al menos aún
siendo espacios abiertos el nivel adquisitivo e los individuos no les permite acceder
a determinados lugares. Espacios teselados en que las diferencias se basan en
las disparidades de dotación de
servicios públicos, espacios más o menos accesibles, más o menos peligrosos.
Ello muchas veces determina que determinados ciudadanos con rentas bajas solo
puedan acceder a viviendas de un determinado valor, lo que acaba constituyendo
guettos en que los procesos de degradación se retroalimentan. Según la Comisión
Técnica de Seguridad Urbana de Barcelona “el nivel de seguridad que los vecinos
de la ciudad atribuyen a su barrio de residencia remite a algo más que al miedo
al delito, es un barómetro de calidad de vida del territorio y de la cohesión
social de la ciudad”.
Es
más, se habla de la distribución diferencial por barrios del riesgo real y del
riesgo percibido. En general, todos los estudios hablan de un incremento de la
percepción subjetiva de inseguridad y en ello tienen que ver tanto las
estadísticas reales de delitos como el aumento de la población inmigrante, la
desconexión creciente entre los centros de trabajo, residencia y ocio que hacen
se resienta la cohesión social y se deterioren las relaciones comunitarias.
Revista METRÓPOLIS. Invierno 2010. Nº.: 77.
Barcelona. Número dedicado a la Ciudad del Miedo.
Etiquetas:
Análisis Delictivo,
Comunidad,
convivencia vecinal,
CPTED,
criminología,
espacio publico,
GENTRIFICACIÓN,
Geografía,
miedo,
seguridad SEGURIDAD CIUDADANA,
seguridad subjetiva,
urbanismo
jueves, 11 de diciembre de 2014
Espacio público y cambio político. UOC
Espacio público y cambio político http://t.co/ZwxJfuSCVj por Jordi Borja (2013)
jueves, 4 de diciembre de 2014
Pobreza y Delincuencia. UOC
Pobreza y delincuencia. Una relación causal inexistente http://t.co/ag8lrjKd5h por @franguila
Suscribirse a:
Entradas (Atom)