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martes, 17 de marzo de 2020

MEDELLÍN. Urbanismo y Sociedad.
Jorge Pérez Jaramillo.
TURNER Noema. 2019. Madrid.

La historia de los últimos 30 años en la ciudad  de Medellín y de cómo se enfrentó una de las situaciones de crisis violenta más importantes de Latinoamérica hasta superarla, no sin problemas, mediante un "proceso social, participativo e incluyente" y de planificación territorial que ha desembocado en que los índices socioeconómicos y demográficos hayan cambiado su tendencia y se haya convertido la propia ciudad y su área metropolitana del río Aburrá en ejemplo internacional de prácticas urbanísticas y sociales con poder transformador.



Jorge PÉREZ JARAMILLO presenta en su libro Medellín. Urbanismo y Sociedad, editado por TURNER Noema en 2019 la historia viva de la transformación de una ciudad a lo largo de un proceso de 30 a 40 años en que partiendo de una crisis económica, violenta y un declive social con altas tasas delictivas, de paro, pobreza, desigualdad se construyó un camino para lograr revertir la situación y lograr construir una sociedad más justa, más inclusiva, más participativa y más democrática en definitiva. Utilizando como revulsivo precisamente la crisis  se consiguió superar los nefastos indicadores de delincuencia, segregación, pobreza, paro, marginalidad, urbanismo no planificado, informalidad espacial y urbanística, etc...

Todo ese proceso de reversión  de la situación crítica de la ciudad de Medellín y de su área metropolitana se consiguió a través  de un proceso de intervención urbanístico y social con participación de todos los actores sociales e incluyente basado en el liderazgo colectivo y con la co-responsabilidad como factor cohesionante dando así representatividad y voz a toda la población incluidas las clases o grupos más pobres.

Es un gran experimento o quizás se podría decir que es la suma de muchos experimentos sociales y urbanísticos a diferentes escalas ampliando en el proceso el marco de un urbanismo de ingienería vial y técnica exclusivamente hacia un urbanismo social en que se contemplan parámetros más sociales, más inclusivos y participativos yendo con ello más allá de las concepciones puramente "ingenieriles" (no por ello menos necesarias) a otras en que se contempla la ciudad articulada y dotada con espacios públicos, parques, transporte público, bibliotecas, colegios, comedores, centros médicos, etc..., que en el marco de planificaciones a medio y largo plazo de carácter territorial (a escalas menores) y urbanístico (a escalas mayores) consiguieron que poco a poco, y no sin dificultades, aquéllos parámetros sociodemográficos negativos de la década de los 70-80 hayan revertido la tendencia en un plazo de tiempo relativamente corto hasta la actualidad.

El éxito de este proyecto se debe sobre todo a la confluencia de la universidad y sus escuelas de arquitectura que ya desde la década de los años 40 en el S. XX postulaban soluciones urbanísticas sobre la ciudad y su área metropolitana y cómo posteriormente evolucionó implicando a la sociedad y el ámbito político y creando en dicho proceso figuras del planeamiento adecuadas para la consecución de los planes estratégicos. Con todo ello el diálogo de los actores sociales y el aumento de la cohesión ciudadana aseguraron el éxito del proyecto  ya que se articuló sobre la base de la co-responsabilidad, la participación ciudadana y la inclusión de todos los grupos sociales no solo en los proyectos a escala macro sino también en el diseño de proyectos con impacto microescalar en un ambiente que hiciera partícipe a las clases o grupos más desfavorecidos.

En ese marco los concursos y arquitectura y urbanismo que se convocaban en la ciudad se mostraron como fuente de proyectos y como vehículos para la experimentación de nuevos cauces para la consecución de los planes de urbanismo y de desarrollo del área metropolitana del río Aburrá en que se incardina la ciudad.


El proyecto de ciudad también se dibujó desde una perspectiva inclusiva y con el proyecto  de ciudad inspirado en conceptos como "crecimiento hacia dentro", "derecho a la ciudad", la "equidad urbana", etc... De ese modo se luchó contra lo que venía siendo la nota dominante urbanística en los peores años de la ciudad de Medellín y su área metropolitana: la construcción de viviendas con altas densidades sobre suelo barato aumentando así la especulación del capital inversor y creando cargas urbanísticas importantes en forma de problemas de tráfico, transporte público, dotación y acceso a servicios básicos como el agua, la electricidad, gas, educación, servicios médicos, etc... y provocando con ello la creación de barrios excluidos, comunidades segregadas y en definitiva más fractura social.

En este punto el llamado urbanismo social se desarrollaron acciones en los barrios más desfavorecidos aumentando así sus oportunidades y dándoles voz a través de sus propios actores sociales consiguiendo con ello más inclusividad, más representatividad y más protagonismo a los más desfavorecidos y todo ello acompañándolo de intervenciones como dotación a los barrios de espacios públicos conceptuados como espacios de encuentro ciudadano y de estar diario. Un ejemplo de esas intervenciones o experimentos que se pusieron en marcha consensuados con aquellos con quienes se iba a "experimentar" fueron, o quizás debiera decir, son, pues se trata de un proyecto vivo, los llamados "TALLERES DE IMAGINARIOS COMUNITARIOS" (pág 139)  o "UNIDADES DE VIDA ARTICULADA" en que la comunidad expresaba también su propio ingenio a la hora de valorar los "PLANES MAESTROS GENERALES".  Es curioso en este punto como el concepto de BARRIO se articula como potencial unidad de análisis y de trabajo (págs 130-132).
En este marco se abordaron algunas medidas en la línea del CPTED para bajar la concentración  de delitos mediante un "Plan Maestro de Iluminación" al detectarse en los análisis de diagnóstico socioeconómico la existencia de áreas muy oscuras en los barrios y en las cuales había una mayor concentración de delitos. Al detectar que esas áreas eran zonas de propiedad pública se ideó (participativamente) el modo de reconvertir esas propiedades en experimentos sociales a pequeña escala a través de la figura de las "UNIDADES DE VIDA ARTICULADA".
El PLAN DE MEJORAMIENTO INTEGRAL DE BARRIOS es uno de los instrumentos donde a partir del diagnóstico  de una situación caracterizada por conceptos como viviendas con altas densidades en áreas periféricas con suelos a bajos precios, cargas urbanísticas, barrios excluidos, comunidades segregadas, fractura social..., se orientan los planes de ordenamiento territorial hacia como conceptos como crecimiento de la ciudad hacia dentro, acupuntura urbana, espacios públicos, equidad, comunidad, participación, freno a la especulación urbanística y que durante el periodo estudiado se han dado situaciones de cierta evolución desde punto de partida con construcción de viviendas con altas densidades en la periferia donde había suelo disponible y barato y donde se podían obtener grandes plusvalías, hacia el desarrollo de la ciudad hacia dentro basada en aumentar las densidades poblacionales en las áreas y barrios ya existentes apuntalando de esta forma la comunidad, la representatividad aprovechando el movimiento asociativo, sus líderes locales o de barrio y sus espacios públicos como espacios de encuentro y de fomento de su identidad comunitaria.

Este tipo de actuaciones consiguieron que el caso de Medellín sirviera de ejemplo a nivel internacional por cuanto suponía un cúmulo de experimentación urbanística y social con evidentes resultados en los principales indicadores socioeconómicos y demográficos. Sin embargo, ello no obsta a considerar que, como proyecto vivo, esté sujeto a los cambios políticos que se van sucediendo y, de hecho, el autor menciona la deriva populista y de fragmentación política que en los últimos años impregnó la política nacional colombiana y la local de Medellín y su área de influencia y de cómo muchos de los proyectos de los Planes de Ordenación se han  postergado en el mejor de los casos. Esa es la razón de que dedique algunos capítulos a consideraciones del tipo "grandes retos que prevalecen" (pág 189).

Es curioso, y aquí me quiero detener un poco, que mencione la seguridad ciudadana como uno de los retos que la sociedad de Medellín y su área metropolitana tienen por delante. Y cómo equipara o pone al mismo nivel conceptos como la "equidad", la "sostenibilidad ambiental", la "salud urbana", el "control territorial" la "articulación metropolitana" con el de la "seguridad".
El papel de la geografía en el análisis geoestratégico  redundan en el control territorial de la ciudad expandida y su área de influencia a través de la relación entre conceptos como geografía, espacios urbanos, flujos de relaciones humanas, etc...
En ese marco tiene capital importancia el desarrollo de un fuerte sistema de PARTICIPACIÓN CIUDADANA que ofrece a la sociedad civil diversas instancias de representación. Hay entradas en el libro tituladas "participación ciudadana como base de la democracia" en se hacen observaciones como la de MARCO AURELIO MONTES en su libro Medellín que estás en el cielo (2004) en que se dice textualmente "las clases adineradas han ido transformando la ciudad al ritmo de la especulación".

Por otro lado en el análisis de la evolución de los índices de la ciudad de Medellín tienen gran  relevancia los altos niveles de calidad y coberturas en servicios públicos de salud, educación, transporte, recreación (pág. 209), agua potable, energía, telecomunicaciones, gestión de residuos, etc... Pero es en el subcapítulo de la pág. 223 titulado "innovaciones para la vida pública" en que se dibuja el cuadro urbano desde el origen de las intervenciones a la actualidad. ahí, como se verá, se dibuja un panorama que se da en otras ciudades y áreas metropolitanas de iberoamérica: la ausencia de los así llamados ESPACIOS DE VIDA donde la inseguridad era la nota dominante y en que "la ciudad se desarrolla en base a urbanizaciones cerradas por muros y rejas controladas por vigilancia privada en los entornos más pudientes y los combos o pandillas en las áreas populares y barrios relegando el espacio común a su menor expresión". La ciudad en ese contexto equivale a entornos de vías de comunicación rodeados de muros. (A lo largo del libro  desarrolla los problemas de ingienería  viaria sobre las del urbanismo social).

Rehabilitar los espacios colectivos, reconquistar la ciudad ha sido fruto del cambio de paradigma en la forma de abordar los problemas en su conjunto, de propuestas técnicas, culturales y sociales de intensa experimentación y de diálogo social construido sobre la participación de los ciudadanos, sobre el aumento de las oportunidades y representatividad de estos y, por otro lado, las aportaciones académicas y los esfuerzos políticos.

En todo este escenario es importante que se tenga presente que la gestión de la seguridad ciudadana y el fomento de la vida pública entre otros factores hacen que la ciudad de Medellín haya llegado hasta este momento y encare el futuro decididamente.


Manuel Vera.
Marzo 2020.









martes, 26 de febrero de 2019

EL CONFIDENCIAL. DANIEL BORASTEROS 26/02/2019 05:00 -

EL MAYOR GUETO DEL NARCOTRÁFICO EN ESPAÑA

El barrio en el que no se atreven a entrar ni los repartidores de Amazon

Buenos Aires, en Salamanca, vende la heroína más barata del país y ni siquiera la gente más humilde quiere vivir allí aunque las casas no valen nada




En España, hay un barrio en el que nunca suben los precios. Ni siquiera nadie se molesta en calcular el valor del metro cuadrado: no vale nada. Un grupo de casitas rojizas encajonado entre carreteras, vigilado por grupos de jóvenes con cadenas en sus entradas, y rodeado de esa hierba pajiza que crece donde no llega nadie en las ciudades. Un barrio en el que ningún niño alcanza la educación Secundaria, no entran los repartidores por miedo y se vende la heroína más barata de España. Los chicos viven en un clima de violencia desde que no levantan un metro del suelo y los modelos a imitar son los grandes narcos. Tampoco hay un solo inmigrante. Nadie quiere vivir en el barrio más blindado del país: Buenos Aires, en Salamanca.


“Lo de que no entren los repartidores es lo de menos”, se lamenta Emiliano de Tapia, que es a la vez el cura, el presidente de la asociación de vecinos y la única voz que se atreve a hablar en la zona. La empresa MRW, según denunció el grupo de Ciudadanos en el ayuntamiento salmantino, decidió el pasado septiembre vetar varias calles de este lugar. Se trata del único sitio al que no llegan “oficialmente”. “Es lógico que no entren, porque este barrio va ya por su tercera generación de gente que no ha vivido más que en la violencia y no tiene ningún contrapeso en su educación”, subraya el religioso.


A diferencia de otras barriadas marginales en las que es frecuente el tráfico de drogas, Buenos Aires es un fortín en el que no hay casi mezcla: aquí casi todos se dedican a lo mismo y casi nada de lo que hacen es legal. Se trata de un grupo de viviendas levantadas en 1983, cuando a raíz del 'boom' turístico en la ciudad castellana se decide recuperar la parte del casco histórico donde estaba el antiguo barrio chino echando a las familias que vivían allí y realojándolas en esta finca en los confines de la población. Hay 350 viviendas en total.


De hecho, los dos principales bloques en los que se centra el tráfico de drogas son propiedad de la 
Junta de Castilla y León. Allí, en unas 30 viviendas, malviven los 'machacas' de las grandes familias de la droga y se encargan del trasiego diario. Son toxicómanos, en su mayoría de largo recorrido y cerca de 50 años, que, a cambio de sus dosis, trabajan para los clanes mafiosos.


“Todo esto surge porque el modo de vida de estas familias desaparece con los tiempos modernos y muchos escogen el narcotráfico como alternativa, lo que además es mucho más lucrativo”, relata Tapia. Los oficios a los que se reducen a, principalmente, la compraventa de mulos para trabajar en el campo. Un oficio, el de tratantes, en el que esos clanes ya han adquirido experiencia en relacionarse con las personas adecuadas para mover una mercancía de un lado para otro. Y lo mismo da animales que cocaína o heroína, siendo bastante más rentable el tráfico de drogas.


Un alto mando del Cuerpo Nacional de Policía en Madrid ya señalaba la relación de estos grupos de antiguos vendedores de animales salmantinos incluso con los grandes clanes de la droga que ahora están en Valdemingómez, el mayor punto de compraventa de estupefacientes de Europa. “Están aquí y allá, pero varias de las familias que controlan el mercado tienen fincas y provienen de Salamanca, Toledo o Extremadura”, recalcaba el policía.


“Este barrio es muy difícil y es una vergüenza, pero lo es también porque ha habido muchos intereses detrás para que fuera así”, desliza Tapia, a quien se le conoce popularmente como “el otro Papa de Buenos Aires”. Tapia se apunta a las teorías conspirativas que señalan al poder como el responsable del aumento del consumo de heroína en momentos puntuales: “A finales de los setenta con la movilización política, a primeros de los noventa con la crisis de entonces y la de 2008, en la que los jóvenes ven que no tienen ningún futuro”, desgrana. “Una manera de tener controlada a esa juventud es con las drogas”, sentencia el religioso, que ha apreciado un repunte en el consumo de heroína “en los últimos tres o cuatro años”.





Desde 2015, hay un grupo de trabajo con “reuniones sectoriales” para afrontar “el problema de Buenos Aires”, según explica un portavoz del Gobierno municipal salmantino. En esa comisión, además del consistorio, se sientan la Junta de Castilla y León y la subdelegación del Gobierno. Todos se han comprometido a “mejorar las condiciones del barrio”. Pero, por el momento, no se aprecian grandes resultados.


En el colegio público Gabriel Martín, los profesores acuden sin ninguna esperanza y con bastante temor. Ninguno de los niños que acude proseguirá sus estudios. Todos están atrapados en las dinámicas de la barriada y sus expectativas son seguir los pasos de los grandes héroes de cada clan de la droga. “Los padres que no están en el negocio no llevan sus hijos a ese colegio, no tiene ningún sentido”, revela Tapia, que insiste: “Esos niños son ya una tercera generación de narcos, no han vivido nunca una situación normal”. El colegio es tan peculiar que hasta los docentes tuvieron que compartir espacio con un okupa durante algún tiempo. Un hombre con problemas mentales que se colaba a dormir por el tejado del centro. “Lo curioso es que no era un hombre peligroso y era lo de menos de todo lo que sucede en aquel centro”, dice con ironía Tapia, que acoge en su parroquia a 17 exreclusos, como era el caso del hombre que pernoctaba en el colegio .

La situación del barrio es tan peculiar que cuando una mafia dedicada al tráfico de personas dejó tirados a 700 bolivianos en la provincia castellana y se los ubicó en esta zona por parte de los Servicios Sociales, todos se fueron marchando del lugar hasta no quedar ninguno de ellos. Si se vende una casa en Buenos Aires, el precio lo ponen los clanes de la droga y se la quedan ellos. Aunque ninguna alcanza más de 18.000 euros en esas compraventas . Los dos bloques en los que se centra el tráfico pertenecen a la Junta, pero tienen todos los suministros pirateados. Una situación que la asociación vecinal Asdecoba denuncia porque entiende que es “peligrosa”. El hartazgo de este grupo de vecinos es tal que lo que piden es, directamente, “que tiren el barrio y se empiece desde cero”, como exigieron en una manifestación el pasado 4 de febrero.

jueves, 1 de junio de 2017

RNE1. El Ojo Crítico.
Entrevista al arquitecto. Norman Foster. "En Medellín se han realizado intervenciones urbanas y culturales que han hecho que se se reduzca radicalmente la tasa de homicidios"...

jueves, 25 de mayo de 2017

 CÓMO "CURAR LA VIOLENCIA"

ARGEMINO BARRO. NUEVA YORK
El Confidencial, 25/05/2017

Los pacificadores de South Bronx: el barrio más peligroso de Nueva York

Hoy es el barrio más pobre y violento de la ciudad. Recorremos el South Bronx con vecinos convertidos en "interruptores de la violencia". Los tiroteos en su zona de trabajo han caído un 37%


DELINCUENCIA

“Dime una cosa, ¿traerías a tu hijo a jugar a este parque?”, dice Jonathan apuntando a un amasijo ondulado que recuerda a un tobogán. Es como una ruina griega, pero de metal desconchado. “Yo no traería ni a mi perro”, añade. Luego señala un andamio largo y húmedo que ensombrece uno de los caminos. “Lleva años aquí; nadie sabe para qué lo montaron”. A pie del andamio, charcos de agua y basura.Jonathan no habla de urbanismo, sino de violencia. De un paisaje carcomido y abandonado; de los edificios ciclópeos donde se cocina a fuego lento el conflicto. “Malos tratos, drogas, peleas, encarcelamientos…”, enumera Jonathan como si fuera una lista de la compra. Estamos en South Bronx, y el trabajo de este afroamericano de 38 años es evitar lo que considera el resultado último de la exclusión social: los tiroteos.Parece que la historia reciente, portadora de paz y franquicias de diseño, no ha pasado por estas calles. Nueva York ha visto bajar el crimen en picado el último cuarto de siglo, pero no aquí. Determinadas porciones del Bronx siguen siendo ricas en bandas callejeras, provistas de armas baratas que llegan ilegalmente desde otros estados.
Basta con levantar una piedra para encontrar un relato de violencia. Como el de Daniel Rice, tiroteado en dos ocasiones, condenado a una silla de ruedas. O el de Roberto Rodríguez, acribillado a pocos bloques de aquí. Solo en este distrito policial, el número 40, un recuadro de South Bronx, hubo 14 asesinatos en 2016. El propio Jonathan reconoce haber perdido a “familiares y amigos”, sin entrar en detalle.La organización para la que trabaja a tiempo parcial, S.O.S. (siglas en inglés de “salvar nuestras calles”) South Bronx, se sumerge en este mundo de una forma flexible, casi zen. Explora las calles a través devecinos convertidos en “interruptores de violencia”, como Jonathan, que nació y creció en esos bloques, para tejer una red de ojos y oídos que midan la temperatura del barrio. Hay que ganar credibilidad en la comunidad”, explica James “Jaime” Rivera, coordinador y enlace comunitario de S.O.S. South Bronx. Neoyorquino de origen portorriqueño y exmiembro de la banda de los Ñetas, Rivera dice que solo emplean a gente local: “Personas de la misma comunidad, que la comunidad conozca, tanto adultos como jóvenes, y que sepan desarrollar relaciones en momentos de paz”.Lo primero que hace esta organización sin ánimo de lucro, financiada con dinero público, es identificar “participantes de alto riesgo”: jóvenes de entre 16 y 24 años que cumplan cuatro de siete factores: fundamentalmente, si son violentos o víctimas de violencia, si han estado en prisión, venden drogas o se rumorea que van armados. S.O.S. tiene a 12 personas en la calle, manteniendo el diálogo con los dueños de negocios, predicadores, abuelas, o incluso los jefes de las bandas. Una vez localizados los “casos”, se les escucha y se les proponen soluciones u oportunidades de integración."Hoy los niños, cuando están en un parque y hay un tiroteo, se agachan durante cinco minutos y después siguen jugando"Rivera afirma que actuar “de manera reactiva” es inútil. Uno no puede desactivar un conflicto si no conoce a la gente implicada y no ofrece una alternativa. “Yo no puedo decirte que vendas o que no vendas drogas; eso solo lo puede hacer alguien que dé algo a cambio. Y por eso nosotros damos un adiestramiento para encontrar un trabajo, mantenerlo, conectar con recursos educativos, etc. Y ahí tengo un poco más de derecho a criticar la manera en que vivas tu vida. Y decirte: hay otros medios”.Jonathan explica que un joven lo llamó recientemente con aire preocupado. Alguien le debía dinero, pero, en lugar de pagarle, se dedicaba a ridiculizarle a escondidas. “Me explicó que quería recurrir a la violencia; tenía miedo de perder su ‘credibilidad de la calle’, su respeto, si este hombre no le pagaba. Lo que hice fue decirle: ‘te entiendo. Pero vamos a ver las consecuencias. Tienes posibilidades de que te cojan las autoridades, sin cobrar esos 200 dólares. Estás pasándolo mal, pero no has cometido un delito’. Así que enfaticé las cosas buenas que hace y afortunadamente pudo dejar a un lado su enfado. Hoy trabaja en el aeropuerto, gana un dinero decente, y acaba de salir de casa de su madre. Él me lo agradece, su hermana me lo agradece”.



.El esplendor material de Nueva York tiene su reverso en Newtown Creek, un estuario rodeado por refinerías, desagües, depósitos de gas y factorías donde se tramita el 40% de la basuraCada empleado cultiva diferentes círculos, adaptados a su bagaje social. Jonathan se centra en comunidades afroamericanas; su compañera Marisol, en los latinos. “Llevo cinco casos de participantes, uno de ellos en prisión”, explica Marisol. “Les ayudo a buscar empleo, y también trabajo con los hospitales. Me llaman y dicen que tienen un caso de apuñalamiento o tiroteo, y me preguntan: ¿puedes venir, u otro miembro de S.O.S.? No quieren que, cuando el paciente salga, haga daño a alguien. Hablo con la madre o con el padre. Les dejo usar mi teléfono. Soy como el familiar que no tienen”.S.O.S. no comunica a la policía lo que hacen o dejan de hacer las bandas, y ofrece en su oficina un espacio seguro para que cualquier joven pueda hablar abiertamente de sus problemas. “No decimos quién tiene razón o quién está equivocado; simplemente reducimos el conflicto”, declara Jonathan, que prefiere no revelar su apellido.

Cómo "curar la violencia"

Este modelo de actuación se llama Cure Violence, “curar la violencia”, y nació en Chicago la década pasada. En 2009 se implantó en Crown Heights, un barrio de Brooklyn afectado por los asesinatos con armas de fuego, y en 2012 en South Bronx. Según un estudio de Northwestern University, las zonas de EEUU donde se aplica experimentan unareducción de las agresiones de entre el 15% y el 40% en dos años.Los recursos de S.O.S. solo les permiten cubrir una treintena de bloques entre las calles 147 y 156. Su contabilidad, que cotejan con la que lleva la policía, dice que los tiroteos han descendido un 37%. En el momento de entregar este artículo, su zona llevaba 326 días sin registrar ningún incidente. Al contrario que el resto de South Bronx.
Este barrio, que simboliza desde hace años las peores plagas urbanas,fue en su día un lugar próspero, arbolado y señorial. Una residencia de la aristocracia neoyorquina, cuyo ego sigue presente en las fachadas que sacan pecho sobre un promontorio, o en los nombres épicos de sus calles, bautizadas en honor de próceres olvidados.El destino de South Bronx se empezó a torcer a mediados del siglo pasado. Una autopista enorme se construyó en pleno barrio, devaluando rápidamente los precios inmobiliarios. La crisis económica cerró las fábricas, la clase media emigró, y las viviendas sociales que quedaron, desprovistas de servicios municipales, se convirtieron en cultivos de marginación. El vecindario tocó fondo con la ola de crack en los ochenta.Como si todas las desgracias se pusieran de acuerdo, South Bronx es hoy el barrio más pobre, contaminado y violento de la ciudad. Es aquí donde se procesa el 80% de la basura neoyorquina; el distrito policial 40 es el que más homicidios registra. Sus detectives tienen, de media, cuatro casos cada uno, frente a un homicidio por cada detective en el Bajo Manhattan. La mitad queda sin resolver.“Nosotros entendemos que la violencia no es normal”, declara Jaime Rivera, de 45 años. “Hoy los niños, cuando están en un parque y hay un tiroteo, se agachan durante cinco minutos y después siguen jugando. Ya no lo vemos como algo raro. Si antes se oía que alguien llevaba un arma, la gente se escondía. Hoy están tan diluidas que no se identifican. Si damos educación pública es para demostrar que esto no es normal”.Según Jonathan, más que la pobreza en sí, el factor determinante es la frustración y la falta de modelos de conducta. Aquellos años de crack se llevaron una generación entera por sobredosis, bala o cárcel; miles de niños han crecido huérfanos, en circunstancias de las que no salen, afirma, porque no ven un camino. “Nadie quiere ir a prisión”.

sábado, 21 de marzo de 2015

La no Ciudad. A propósito de Ciudad Juárez. JORDI BORJA.

La No Ciudad.
Publicado en www.ciudad.blog.edu.uoc. Marzo 2015

En un breve e interesante libro reciente Mike  Davis, expone que “los latinos  salvarán a la ciudad gringa” (es el título de la obra). Jane Jacobs, en su clásico sobre La vida y la muerte de las ciudades norteamericanas sentó las bases de la negación o autodestrucción de las ciudades. La ciudad es ante todo espacio público, mezcla de poblaciones y actividades, sentimiento de posesión compartida de la ciudad en sus calles y plazas. La ciudad solamente con edificios, sean  para vivir o para trabajar   y  con medios de transportes e infraestructuras, no es ciudad, es en el mejor de los casos una zona urbanizada. Un cuerpo sin alma, le falta la ciudadanía, es decir la dimensión  pública, la expresión de la vida colectiva. Los ciudadanos se expresan en el espacio público, son  “conciudadanos”, se es ciudadano en su relación los otros, iguales en derechos y deberes. La ciudad late a partir de su corazón , el centro, o sus centros en las grandes urbes. Es allí donde se concentran los flujos de las personas y de las ideas, las memorias colectivas y les puntos que transmiten sentido a la vivencia urbana.  El centro irradia sobre la ciudad, de él emergen los ejes estructurantes que ordenan la ciudad. Los ciudadanos se posesionan de la ciudad ocupando su centro, o sus centros. Entonces cuando todos, o una gran masa que los representa, se hace presente en las plazas y calles del centro principal de la ciudad, cuando manifiestan ser un poder social que planta cara al poder político-institucional y al poder económico, entonces devienen plenamente ciudadanos. Y la ciudad es ciudad de ciudadanos, no una simple escenografía.

Hace menos de un mes que estaba en Ciudad Juárez. En algún momento dije, sin afán de menospreciar ni a la ciudad ni a sus habitantes, que “Ciudad Juárez” se podía calificar de “no ciudad”. Ahora añadiría que esta negatividad tiene remedio pero no parece que las fuerzas locales o nacionales se lo planteen. No pretendo analizar el impacto de la violencia sobre la vida urbana, suficientemente conocida. Además es obvio que la existencia de una muy débil, por no decir casi nula, estructura urbana no solo favorece la violencia, además tampoco facilita la generación de contrapoderes civiles. No es la sociedad la culpable, es la incapacidad de las instituciones políticas y económicas más potentes, mexicanas y estadounidenses, que han utilizado una ciudad-puente para que entren y salgan el ejército de reserva de mano de obra, un borde que se utiliza desde el otro lado de la frontera para lo que no quieren  tenerlo en su casa, un campamento para los rechazados o para los inmigrantes mal pagados en las maquilas y marginados en los bordes del borde.

La ciudad es a penas perceptible. Una imagen impresionista se te aparece como los vestigios de una ciudad casi abandonada que se fue disolviendo a la vez que llegaban nómadas y marginales, más deshecha que hecha. Luego percibes elementos dispersos, como un campamento, en el que emergen proyectos de calle que son carreteras polvorientas rodeadas en algunos tramos con edificios de todos los tipos y edades. El centro real es el puente, la no ciudad es la sirvienta de la otra ciudad, una ciudad provinciana, El  Paso, ruralizada y ocupada en gran parte por “chicanos”, con una zona central, comercial, con edificios nuevos, en bastantes casos por iniciativa de inversores de la fantasmal Ciudad Juárez (CJ).  En ésta se adivina algo que fue centro, comercios venido a menos, algunos edificios administrativos, viviendas agazapadas, residuos de prostíbulos que tuvieron tiempos mejores. La gran mayoría del millón trescientos mil habitantes se desparraman por la no ciudad. Los “barrios cerrados” para las numerosas “clases medias”, en compartimentos-estanco, en muchos casos pegados los unos a los otros, pero sin mirarse.  Barrios-gueto propios de los sectores populares, muchos migrantes de otros estados, más o menos marginales, unos más desconectados que otros de la indefinida trama urbana, a la intemperie, sin otra vida social que compartir la supervivencia diaria, el trabajo precario, el sicariado, las bandas, las trabajadoras de las maquilas, gentes de largas horas de transporte, de viviendas frágiles como sus vidas, hombres y mujeres del borde,  de fallidas esperanzas al no conseguir pasar al otro lado de la frontera.

Y las operaciones aberrantes y surrealistas como las Riberas del Bravo y otros conjuntos de viviendas sociales. Unas 15 000 viviendas de pésima calidad, de 30 a 40m2 para familias con frecuencia numerosas. Más del 40% fueron abandonadas muy pronto. Una operación de vivienda social del Gobierno federal para trabajadores estables y con ahorros . En un páramo a más de 20 km de CJ, lejos de todo. Infonavit, el ente público promotor-financiador de estas operaciones, parece tener una vocación de pirómano, como si deseara convertir a los niños y adolescentes en un “sendero luminoso” de la periferia de la “no ciudad”. O más sencillo: ahí crecen las bandas juveniles violentas, sicarios para los narcotrafiantes o traficantes de órganos, matan a partir de los 15 años y mueren antes de los 25.

Hay otras operaciones también dignas de constar en el Guiness, pero finas, sofisticadas y cultas. Una gran Ciudad Universitaria (CU) en Ciudad Juárez. Una gran oportunidad. Perdida. Una iniciativa conjunta del Estado de Chihuahua que cede los predios a la Universidad de CJ en el año 2004. El apoyo del Gobierno federal y la implicación de las principales universidades del país convirtió una operación local en una iniciativa mucho más ambiciosa. Intervienen la UNAM, el Politécnico Nacional, el Tecnológico de Monterrey, las Universidades del Estado de Chihuahua y de CJ, centros de investigación y de enseñanza media superior, etc. Se supone que en pocos años  se concentrarán en  la CU decenas de miles de estudiantes y algunos miles de profesores, investigadores y administrativos. Un aspecto positivo: los jóvenes de sectores populares que habitan en la zona sur del territorio de CJ tendrán un acceso a estos centros de estudio más asequible que si debieran ir a la zona norte donde hay los campus actuales. Pero no se trata de una cuestión escolar, sino de un interés más general que puede benificiar a todos.  Se  trata de estructurar un territorio sobre la base una ciudad mucho más compacta, con una oferta de equipamientos y servicios potente como corresponde a su población y a su economía y con un sistema de infraestructuras y transportes que permita ejercer el derecho a la movilidad en condiciones dignas.

La oportunidad la tenían delante de los ojos. CJ no tiene un área central, ni buena ni mala, no tiene nada. Hay espacios vacíos, edificios que claman el derribo o la rehabilitación, comercios a la deriva, habitantes que huyen a barrios cerrados, oficinas dispersas. La Ciudad universitaria hubiera creado  ciudad: decenas de miles de universitarios, comercios y restaurantes, librerías y cafeterías, oficinas y despachos de profesionales, espacios de ocio y locales de espectáculos, gente en las calles y ambiente de mayor seguridad. No se trata de hacer una CU como la del DF, tangente a la ciudad. En este caso la CU de Juárez sería la ciudad real, lo que no es la actual CJ. Sobre esta base se generan ejes estructurantes de la ciudad que articulen los múltiples elementos dispersos y creen continuidades de actividad y residencia. Y gradualmente las murallas de los barrios cerrados caerán y los conjuntos sociales se rehabilitarán y se integrarán. Se demolerá Riberas del Bravo, así lo espero, y de paso  se debería juzgar a los responsables de un disparate que debe considerarse criminal.

El caso de CU de Ciudad Juárez y de su ceguera ante la oportunidad perdida me lleva a una reflexión sobre México y sus elites políticas y económicas. La fuerza del narco y de la economia delictiva en general, la proliferación de bandas y contrabandas violentas y armadas y la corrupción pública y privada, formal e informal no son los causantes de la crisis sistémica del país. Son el resultado de un vacío de Estado, de una visión irresponsable de la nación por parte de las dirigencias políticas y económicas, de una gestión catastrófica de las políticas públicas y del afán acumulador a cualquier coste de políticos y empresarios, de multinacionales leoninas y de especuladores de todo. Es en este contexto que puede entenderse la ceguera de los responsables de promover la CU. No hay conciencia ni interés ni  comprensión de la función humanizadora de la ciudad y de la necesidad de estructurar el territorio, condición fundamental para la integración social, la articulación económica y la gobernabilidad democrática. Es de lamentar que el valioso capital intelectual que se concentra en la Universidad de Ciudad Juárez no haya sabido reaccionar a tiempo.


Nota del autor: Agradezco la amistosa colaboración del profesor de la Universidad de CJ, Alfonso Luis Herrera, que me guió hace 6 años a Riberas del Bravo y nuevamente en febrero de este año. Así mismo me ha facilitado información sobre la CU. Pero las reflexiones críticas son exclusivas del autor y me temo que no coinciden del todo con mi estimado colega.

jueves, 26 de febrero de 2015

Un Parque en el Infierno

En la colonia más peligrosa de la Ciudad de México se ha abierto por primera vez un parque

El objetivo: mejorar la convivencia. Esta es su historia

JAN MARTÍNEZ AHRENS México 25 FEB 2015 - 19:21

En Desarrollo Urbano Quetzalcóatl hasta el nombre suena áspero. La colonia es una superficie de ladrillo y hojalata que se extiende por el sur más salvaje de la Ciudad de México. En ella viven 66.298 habitantes. Son muy pocos para la inmensidad de la megalópolis, la mayor urbe de América. Pero el barrio, un espejo del México más olvidado, ese que aterroriza hasta al Papa, sobresale por algunos datos. Enclavado en el distrito de Iztapalapa, que registra tantos homicidios como media España, la colonia es la que más presos aporta a las cárceles del Distrito Federal. La escolaridad media es de ocho años y el paro juvenil ronda el 70%. Basta leer las telegráficas conclusiones del diagnóstico oficial sobre la zona para entender el problema. “Falta de equipamiento. Presencia de pandillas. División del territorio en bandas. Alto consumo de drogas. Violencia en el ámbito escolar. Embarazo adolescente. No hay oportunidades de empleo. Infecciones de transmisión sexual. Falta de proyecto de vida”. Todo ello en sólo 467 manzanas.
En este universo desintegrado, donde no hay bibliotecas, ha surgido lo inesperado. Por primera vez, han abierto un parque. Ocupa 12.425 metros cuadrados y se llama Cuauhtémoc. Es un entorno de colores casi pop, donde han rehabilitado un jardín, instalado columpios y toboganes, levantado una plazoleta de juegos infantiles y abierto dos canchas de fútbol siete. Hay vigilancia armada y madres con carritos. En su interior, la agujereada realidad de la colonia se siente lejana.El programa que impulsó el parque parte de la idea de intervenir donde nacen los reclusosSon las seis de la tarde. Un enjambre de niños se divierte empapándose con los chorros intermitentes que escupen cinco caños verticales. Un grupo de adolescentes, sentados en unos bancos rojos, parlotea. A su espalda se divisa una puerta del recinto. Allí cerca mataron a dos policías hace un año. Las casas bajas de esa parte se ven grises y desdentadas; por detrás, asoman unas colinas rojizas. Son las minas de tezontle, la piedra volcánica, áspera y barata, que sirve de suelo al parque
.Fernanda, al igual que sus compañeros, tiene 14 años. Le gusta el pinchadiscos David Guetta y la música electrónica. Al parque va a charlar. Antes, cuenta, era un lugar inhóspito, plagado de teporochos, los deshechos humanos que pululan como espectros por todo el DF. Ahora acude con frecuencia, acabada la clase. Pero no es suficiente, como casi nada lo es aquí. “Pues me gustaría ser abogada, pero en casa sólo hay dinero para comer y nada más; no me pueden pagar los estudios”, dice. Vive cerca. En sus paseos está acostumbrada a ver asaltos, con navajas o pistolas. Una mañana tropezó con una bolsa repleta de restos humanos.Junto a Fernanda se encuentra Alan. Lleva una camiseta de Superman y sueña con irse a EE UU o a Francia. En el dorso de su mano ha escrito “te amo, te amo, te amo…”. Un día le pusieron una pistola en la cabeza, pero no le robaron, porque no tenía nada. Alan se ríe al recordarlo. Sus compañeros también.Los cinco adolescentes sueñan con irse. No son los únicos. El parque, el barrio, está lleno de gente que quiere abandonar esas calles engullidas por el miedo. “Lo importante es que se reúnan y hablen. Ahora disponen de un espacio de convivencia, donde antes no había nada. Y eso genera una red de protección”, cuenta Margarita Gallardo, de la Subsecretaría de Prevención del Gobierno Federal.
El programa que impulsó el parque, de orden nacional, parte de la idea de intervenir donde nacen los reclusos, esos pozos sin fondo donde ni siquiera hay un espacio para jugar. En la delegación de Iztapalapa se han abierto dos recintos. En otros puntos de México, la Subsecretaría lleva adelante proyectos similares. A veces es un coro, otras un taller, un centro cultural o una competición deportiva. “No se trata de ir donde se comete el delito, sino donde vive el delincuente. Allí se registra la mayor vulnerabilidad social”, comenta Eunice Rendón, el cerebro del programa.
Es una nueva forma de enfrentarse al monstruo de la violencia. Años de lucha, más de 30.000 soldados desplegados, cientos de miles de policías movilizados no han logrado apagar el fuego oscuro del crimen. Las tasas de homicidio, en franco descenso en comparación con los años de plomo de Felipe Calderón, siguen disparadas en relación con países con los que México compite. El delito tiene raíces profundas. La miseria y la marginación lo alimentan. Desarrollo Urbano Quetzalcóatl lo refleja. Pero, a veces, hasta los espejos se equivocan.
.En un banco se han sentado Carmen, de 47 años, y su hija. Han traído tres niños pequeños, muy limpios. Les gusta el sitio. Vienen dos veces a la semana y aquí, dicen, respiran con tranquilidad. No quieren hablar de sus maridos. Tienen su casa en el punto negro de la colonia, frente al principal surtidor de droga. “No nos hacen nada porque nos conocen, pero de noche no salimos”, dice Carmen. A diferencia de otros, esta mujer de pelo negro y ojos rojizos no quiere abandonar el barrio: “Mire, yo no tengo nada más y no puedo irme, prefiero luchar, no sólo por un parque, sino por mucho más, sólo así saldremos adelante”.El parque está abierto de martes a domingo, de 6.00 a 23.00. El lunes se cierra por limpieza. A pocos metros hay dos escuelas y un centro de salud. Los delitos, en los alrededores, han descendido. Hay quien considera Desarrollo Urbano Quetzalcóatl la colonia más peligrosa del DF, y a sus habitantes, carne de presidio. Vistos en el parque, no lo parecen.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Criminalidad y precios del suelo.

ALEJANDRO REBOSSIO. EL PAÍS,  11/02/2015. La lucha por la tierra se libra en las ciudades latinoamericanas

En el suelo que hasta ahora solo interesaba a los pobres hay hoy especulación que expulsa de sus casas a quienes allí viven.

Parecía Gaza… y me puse a llorar. No entiendo nada. A esa gente, a esas mamás con chicos, los acaricio con mis lágrimas”, escribía el pasado agosto el papa Francisco a un amigo concejal de Buenos Aires después de que tres fuerzas policiales desalojaran con topadoras a unas 500 familias que se habían instalado en un terreno baldío bautizado por sus ocupantes con el nombre del pontífice argentino. “Parece que la crueldad se nos instaló en el corazón. Una crueldad vestida con tantos ropajes: qué me importa, que vayan a trabajar, es gente insociable… palabras que no justifican, sino que manifiestan tanta crueldad”, agregaba Francisco después de la represión conjunta de los uniformados que responden tanto al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como al alcalde porteño, Mauricio Macri, candidato presidencial conservador para las elecciones del próximo octubre.



Buenos Aires camina a paso lento hacia la urbanización de sus chabolasLa otra cara del mundialEl cine entre chabolas de la hija KirchnerLas favelas de Río se unen pacíficamente a la protesta"EN Madrid hay favelas aunque no las llamen así"Aquel desalojo no es el único que pone de manifiesto que la lucha por la tierra en Latinoamérica no se circunscribe a la de los campesinos e indígenas contra medianos o grandes terratenientes o multinacionales de las materias primas. También ocurre en las urbes. América Latina no es solo el rincón más desigual del mundo, con un tercio de la población en la pobreza, sino que además es la segunda región más urbanizada del planeta, con casi un 80% de sus habitantes residiendo en ciudades. Aunque las cifras han mejorado en este siglo, aún un tercio de los latinoamericanos mora en viviendas precarias, y una minoría en la calle. Un cuarto reside en favelas,villas de emergencia, asentamientos irregulares o como se llame en cada país a los barrios de chabolas.“Para los campesinos, es la lucha por la tierra. Para nosotros, es por el suelo urbano con servicios, con espacio urbano”, explica el arquitecto Raúl Fernández Wagner, profesor de la Universidad de General Sarmiento, en la periferia pobre de Buenos Aires. Fernández Wagner integra, además, el colectivo de organizaciones sociales y docentes universitarios Habitar Argentina que en 2013 logró una ley para regular, en la provincia de Buenos Aires, el uso de la tierra de barrios cerrados, esas urbanizaciones para las clases altas y medias altas que se han expandido desde los 90 por toda Latinoamérica, incluso en ciudades medianas, y que han encarecido tierras periféricas a las que antes accedían los pobres. La gente necesita dónde vivir y si no tiene acceso a casas, se va a asentamientos informales, donde no tiene servicios de electricidad, agua potable, cloacas, y entonces trata de sobrevivir conectándose como puede”, expone la relatora especial de ONU Hábitat Leilani Farha. “No es sorprendente que haya conflictos en este contexto. En la ciudad, los pobres no pueden comprar nada porque no hay nada disponible para sus ingresos, por la especulación inmobiliaria, por la falta de políticas de tierra y porque los gobiernos, a veces, venden las mejores tierras para desarrollos inmobiliarios. La gente no puede sobrevivir sin casa, es un derecho humano y hay que enfocar el asunto desde esa perspectiva, dar la seguridad a la tenencia. Los pobres van a las peores tierras, que son fiscales o de algún dueño, y pelean por la regularización del dominio. A veces, terminan desalojados por policías, militares o agentes privados y entonces se van a otros asentamientos informales”, describe Farha desde su oficina en Ottawa.En los últimos meses, pobladores pobres de algunos municipios del Gran Buenos Aires (periferia), como los de La Matanza, Esteban Echeverría, Moreno y Florencio Varela, se han organizado para montar piquetes en calles o carreteras para reclamar por tierras o por la regularización de su dominio, según cuenta la presidenta de la organización social Madre Tierra, Ana Pastor. El mismo día de la entrevista, ella daba cuenta de un desalojo en La Matanza. “Los hay que no son necesariamente violentos”, aclara.Un tercio de los latinoamericanos reside en viviendas precariasTambién hay tomas de tierras en Buenos Aires, como las de la villa Papa Francisco, y en los suburbios, aunque ya no son organizadas por movimientos populares como en los 80, sino que en las últimas tres décadas opera un mercado informal de tierras donde algunos listos venden o alquilan terrenos fiscales o abandonados por sus dueños, según la líder de Madre Tierra. “El Gran Buenos Aires, Moreno y Merlo son los municipios que tienen más tierras y, por tanto, más posibilidad de tomas. En Merlo solo se toma lo que el municipio autoriza, y en Moreno hay tomas organizadas por gente de la droga,policías, políticos locales, y después media el municipio. Es decir, hay piratas que no son grandes poderosos, pero son usados por otros sectores de poder, muchas veces armados”, describe Pastor.“Lo de Buenos Aires se repite en muchas partes de Latinoamérica”, comenta la presidenta de Habitat International Coalition (HIC), Lorena Zárate, desde la ciudad de México. “Hay ocupaciones de tierras en la periferia o en edificios, por ejemplo, en São Paulo. Organizadas, no por familias sino por movimientos de lucha por acceso a la vivienda. Pero también hay un mercado informal en el que la gente termina pagando dos o tres veces por la tierra, con procesos de extorsión, muchas veces contra gente migrante sin apoyo en la ciudad. Ya no hay tomas masivas como en 60 y 70, en parte porque ya no hay tanta migración del campo a la ciudad sino dentro de la ciudad o entre ciudades”, cuenta Zárate.¿Cómo responden los gobiernos ante tanta necesidad? Los expertos consideran que el déficit no se resuelve si se lo deja en manos de un mercado urbano en el que la tierra es escasísima, la especulación abunda, el crédito falta entre los más pobres y se necesitan cada vez más salarios para comprar una vivienda. Farha, de ONU Hábitat, ensaya una respuesta: “México intentó fomentar el acceso a la vivienda con crédito, pero para ello entregó tierras muy lejanas de los centros urbanos y de los trabajos, con mal transporte, sin buenos servicios. Ahora el Gobierno (de Enrique Peña Nieto) cambió el enfoque y quiere detener la extensión urbana. Hubo muchos programas en Brasil y Colombia para mejorar la calidad de los barrios, y tuvieron buenos resultados. Ecuador y Venezuela también tienen planes de vivienda. Cada país ha probado programas, muchos sin éxito”.“La gente necesita dónde vivir y si no tiene acceso a casas, se va a asentamientos informalesLeilani Farha, relatora especial de ONU HábitatZárate reconoce que en Brasil, Argentina, Chile o México se construyeron millones de viviendas, “pero con problemas de localización porque exigen de la persona mucho gasto de transporte para ir a trabajar, porque faltan centros de salud, recreativos, culturales, o hay escuelas con malos maestros, o porque las casas son de mala calidad o se hicieron en basureros o sobre acuíferos”. La líder de HIC destaca que en Uruguay siguen existiendo, como en los 70, los bancos de tierras e inmuebles ociosos y que laFederación Uruguaya de Cooperativas por Ayuda Mutua haya replicado su tarea por el acceso a la propiedad colectiva. El modelo de esta federación se procura replicar en Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Paraguay o Bolivia. Zárate elogia la planificación urbana en Brasil que lleva que muchas ciudades dispongan de tierra para viviendas sociales y equipamiento comunitario. Destaca que Colombia también cuente con una legislación en ese sentido, aunque advierte que falta más implementación, a la vez que pone sus esperanzas en la nueva ley de hábitat de la provincia de Buenos Aires.

jueves, 22 de enero de 2015

Precios del suelo y configuración de rentas urbanas.Rev. Café de las Ciudades 146/147

http://cafedelasciudades.com.ar/economia_146.html
Edgardo Contreras Nossa publica en la revista digital CAFÉ DE LAS CIUDADES n* 146/147 un artículo titulado La formación de precios de suelo y la configuración de las rentas urbanas. urbana.
www.cafedelasciudades.com.ar/economia_146

lunes, 15 de diciembre de 2014

LA CIUDAD SEGREGADA

LA CIUDAD SEGREGADA.


         Las relaciones de todos los actores que componen la sociedad tienen una plasmación espacial que para los profanos en al materia escapan a su mirada. Sin embargo, esas relaciones fruto de la interacción social  son evidentes para la mirada de un geógrafo, de un criminólogo, de un sociólogo por citar algunas. La ciudad como constructo temporal evidencia la transformación de esas relaciones entre los individuos y más allá de estos con el espacio en que viven.
Entender en esa perspectiva que la criminalidad  es a la vez consecuencia y causante de estructuras sociales, económicas, psicológicas que se plasman en la construcción y vivencia del espacio geográfico urbano es una de las tareas de la geografía del crimen o de las geografías securitarias como las denomina HERNANDO SANZ, pero lo es también la propuesta de medidas para cambiar los escenarios, las dinámicas de  la sociedad de tal modo que se pongan en concierto todos los actores implicados en la garantía de la seguridad ciudadana como uno de los pilares de las sociedades  modernas puesto que en última instancia se trata de garantizar al ciudadano la seguridad y más allá, la libertad.
         Pues bien, como la sociedad evoluciona también lo hace el fenómeno urbano. Y es el análisis de esa evolución y de sus consecuencias lo que sirve de base para afrontar la problemática criminal y establecer estrategias que superen sus aspectos negativos. Podríamos fijar nuestra atención en muchos aspectos del fenómeno urbano, sin embargo, me voy a centrar solo en aquéllos que afectan a cuestiones como la segregación urbana, la parcelación de los espacios, las zonificaciones de los usos del suelo, la dicotomía entre lo público y lo privado y, más allá, en la falta de cohesión social y el aumento del individualismo. Así se puede también entender si las respuestas de las diferentes administraciones al fenómeno criminal es, más que positivo, coherente y en esa medida, acertada.

EL INDIVIDUO Y LA COMUNIDAD.

         Las personas y los grupos en que se integran interactúan entre sí y con el espacio que les rodea estableciendo relaciones, vivencias que pautan sus comportamientos. Un barrio de una ciudad cualquiera es un trasunto identitario de los habitantes que lo integran y les dota de una cierta identidad colectiva que a menudo les diferencia de otros barrios de esa misma ciudad. El modo en que se relacionan y el grado de cohesión vecinal, la vivencia de sus espacios públicos o privados y de las problemáticas que le son propias condicionan su percepción de la realidad que les rodea y marcan por ello su vivencia diaria, la imagen que se construyen del espacio en que desarrollan sus vidas.

En gran medida los diferentes indicadores sociodemográficos explican y/o condicionan (los usos, los equipamientos, la falta de cohesión social) el fenómeno de la criminalidad o de la violencia en determinados lugares o entornos,  el potencial comportamiento incívico. Y aquí entra el problema de las escalas en el análisis de la realidad. AVENDAÑO FLORES  que menciona tres escalas referidas a aspectos vivenciales de los individuos: la escala inmediata, la vecinal y la local. BAILLY y BEGUIN  los llaman “caparazones entre el yo y el mundo”.
         La escala inmediata, la del individuo y su familia que se confina en su casa, en su domicilio como espacio seguro, de ahí que se hable de auténticas cárceles preventivas en que la vida urbana se ha volcado al interior y que lleva a una atomización de la vida social y por contrapartida una disminución de la interacción social y en definitiva la difuminación de la cohesión social. Sus signos externos son las rejas, las murallas, las alarmas, los perros, las alambradas, los guardas de seguridad de los inmuebles, etc…, incluso se puede hablar de fachadas con un denominador común: el encierro. Lo cierto es que esa es una realidad que llega a ser visible en áreas urbanas y periurbanas, incluso rurales.
         La escala vecinal la sitúan en el ámbito de la cohesión social ya que en la medida en que la vivencia vecinal o comunal, como la llaman los autores latinoamericanos, se deteriora causal y consecuentemente disminuyen los lazos que vinculan a los individuos entre sí como comunidad  y hacen que, en definitiva, los problemas relacionados con la criminalidad no sean enfrentados desde ésta como sería lo deseable ya que las estrategias de promoción y de resolución de conflictos que no se asienten en un entendimiento de que la seguridad, la paz social en definitiva, no puede continuar siendo como hasta ahora una estrategia superpuesta a la sociedad sino que esté permeada por ella para que de una parte los individuos y los grupos en que se integran y de otra la actuación de las diferentes administraciones implicadas a diferentes niveles, sea posible que las estrategias que se adopten resulten útiles a la sociedad. Por ello, se impone superar el modelo reactivo policial tradicional por otro preventivo en que desde una perspectiva complementaria, transversal e interdisciplinar todos los actores implicados sean protagonistas.
En este sentido, la potenciación de los espacios de reunión vecinal o de la seguridad en su zona de tránsito suponen pequeños hitos en la consecución de esos objetivos securitarios y es precisamente en esa perspectiva que se incardinan teorías como las del CPTED, que ya traté en otros post.
         En la escala local se sitúan los problemas que afectan a todo el espacio urbano. Se establece o se constata una zonificación de la ciudad que en la mayoría de los casos es invisible como describía al comienzo del artículo. Las distintas circunstancias socioeconómicas de los habitantes de ciertas zonas o barrios de nuestras ciudades determinan que otros ciudadanos perciban esas zonas como áreas peligrosas, áreas de exclusión social y por ende áreas en que los fenómenos de marginalidad y delincuencia son más comunes de tal forma que a menudo ciertas calles constituyen verdaderas fronteras invisibles que en el imaginario colectivo de una ciudad sus vecinos reconocen y que por ello marcan pautas de comportamiento diario que derivan en agravamiento de problemas de exclusión social o marginalidad, convirtiéndose como venimos observando en causa y en consecuencia de los procesos excluyentes de los individuos, de sus grupos y de los espacios que habita y transita.
         En muchos casos la administración pública realiza una política de inversión y mantenimiento de espacios públicos y de dotación de equipamiento urbano que obvia estas realidades descritas y que de no revertirse desembocan en un proceso de degradación urbana y por ende social que hacen que la percepción de sus habitantes y de los ciudadanos de otros barrios en general sea de un espacio degradado social y físicamente.
De ese modo la ciudad se convierte en una suerte de islas más o menos conectadas pero con “fronteras” invisibles en que los usos de los diferentes espacios, las dotaciones de infraestructuras, la titularidad de los espacios y aún la privatización de los públicos hacen que la vivencia de los espacios urbanos derive hacia una suerte de privatización como es el caso de los parques públicos vallados y/o vigilados o de los centros comerciales donde desarrollamos parte de nuestra convivencia social como meros consumidores: de ocio, de artículos, etc…
 “La relación de la delincuencia
con las grandes concentraciones urbanas
 es muy superior a la que se pudiera relacionar a la emigración”.(3)
VALERO ESCANDEL, J.R., La Ciudad y el miedo. VII Coloquio de Geografía Urbana. 2004. Universidad de Girona.
         Los barrios residenciales cerrados sobre sí mismos constituyen a menudo un fuerte contraste con aquellos espacios, con aquellos barrios en que crece la inseguridad, la exclusión y el deterioro. Así, la ciudad se convierte en una suerte de espacios a los que no podemos acceder libremente o al menos aún siendo espacios abiertos el nivel adquisitivo e los individuos no les permite acceder a determinados lugares. Espacios teselados en que las diferencias se basan en las disparidades  de dotación de servicios públicos, espacios más o menos accesibles, más o menos peligrosos. Ello muchas veces determina que determinados ciudadanos con rentas bajas solo puedan acceder a viviendas de un determinado valor, lo que acaba constituyendo guettos en que los procesos de degradación se retroalimentan. Según la Comisión Técnica de Seguridad Urbana de Barcelona “el nivel de seguridad que los vecinos de la ciudad atribuyen a su barrio de residencia remite a algo más que al miedo al delito, es un barómetro de calidad de vida del territorio y de la cohesión social de la ciudad”.
         Es más, se habla de la distribución diferencial por barrios del riesgo real y del riesgo percibido. En general, todos los estudios hablan de un incremento de la percepción subjetiva de inseguridad y en ello tienen que ver tanto las estadísticas reales de delitos como el aumento de la población inmigrante, la desconexión creciente entre los centros de trabajo, residencia y ocio que hacen se resienta la cohesión social y se deterioren las relaciones comunitarias.


Revista METRÓPOLIS. Invierno 2010. Nº.: 77. Barcelona. Número dedicado a la Ciudad del Miedo.

jueves, 29 de mayo de 2014

Disturbios en Barcelona. ¿Violencia urbana o destrucción de factores de cohesión social?



CLARA BLANCHAR. EL PAÍS Cataluña, 29/05/14.http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/05/28/catalunya/1401308965_028730.html
“La política es el arte de resolver, y aquí se ha creado un problema a muchos niveles: de seguridad, de borrar un espacio de encuentro, de cohesión, de formación… Con tanta gente descolgándose del sistema, Can Vies no era un problema, sino parte de la solución”. Habla Gemma Galdón, profesora de Políticas y Tecnologías de Seguridad de la Universidad de Barcelona. “Todo el mundo sabía que tocar esto era tocar hueso”, concluye. Como Galdón, media docena de voces de peso en la ciudad coinciden en que Can Vies ha sido un símbolo de la Barcelona popular y que este papel explica la extensión del rechazo a su desalojo por los barrios.
Sociólogos, antropólogos, politólogos, juristas, académicos y activistas coinciden en tachar de “grave error” la decisión del Ayuntamiento de acabar con este centro social, cuyos 17 años de existencia son un referente. También la Federación de Asociaciones de Vecinos (FAVB), la Síndica de Greuges y los partidos de la oposición (PSC, ERC e ICV) critican el desalojo y piden diálogo al alcalde Xavier Trias (CiU).
El politólogo Joan Subirats también cuestiona la decisión. “Can Vies es un capital simbólico. Un centro que ha evolucionado de una casa okupacerrada a tejer vínculos con el resto de plataformas de la ciudad. No es casualidad que albergara a más de 50 entidades: desde un medio de comunicación alternativo como La Burxa a asociaciones de cultura tradicional como bastoners”, afirma. “Imaginarse que tocaban solamente un centro social, sin conocer sus raíces es un error enorme que muestra un gran desconocimiento de la ciudad, no han entendido nada”, reprocha al Ayuntamiento.“Una ciudad donde están pasando muchas cosas”, recuerda y donde las sinergias entre los movimientos sociales y los sectores profesionales o la economía social y cooperativa ganan peso.
En la otra punta de la ciudad, L'Harmonia o Flor de Maig son iniciativas recientes de recuperación, todavía en curso en el primer caso, de espacios autogestionados por vecinos, entidades y por proyectos cooperativos en barrios distantes de Sants como Sant Andreu o Poblenou. Además, en estos dos espacios el Ayuntamiento ha dialogado con sus promotores. “Es muy contradictorio porque el Ayuntamiento da señales de que tiene otras formas de hacer, aunque con la otra mano siga con sus reformas del paseo de Gràcia o Diagonal”, apunta Subirats, que subraya que sobre el solar de Can Vies “no hay ningún proyecto. ¿Era urgente? ¿Prioritario?”, inquiere.

Los cascotes de Can Vies evocan el solar de lo que fue otro espacio ocupado, Miles de Viviendas, en la Barceloneta. Desalojado sin orden judicial y derribado sin permiso, el Ayuntamiento, entonces socialista, se afanó en asegurar que albergaría pisos sociales. Sigue vacío con la paradoja de que forma parte del plan de adecentamiento de espacios vacíos.
Lo vivió de cerca la activista Gala Pin, que defiende “los ejemplos de autogestión fuera de los cauces del Ayuntamiento, que trabajan en red y que sería importante valorar”. Pin abunda en la crítica al Ayuntamiento: “Si como concejal del barrio y como alcalde no sabes predecir que pasaría, es que no conoces la ciudad y no tienes capacidad para gobernarla”.
El día y hora elegidos para desalojar Can Vies tampoco son casuales, subrayan las voces consultadas. Fue el día después de las elecciones europeas. Otro dato que contribuye a enervar la situación: Ayer se conoció la sentencia del caso del hotel del Palau de la Música, un caso de corrupción que ha llegado a los tribunales por la movilización vecinal y en el que los responsables municipales han resultado absueltos.

Can Vies no era un problema, sino parte de la solución
“Igual es exagerado hablar de un Gamonal, pero el trasfondo sí es parecido y el desalojo ha sido la chispa”, considera el abogado Jaume Asens. Recuerda que desde la ocupación hace 17 años, “el movimiento okupa ha evolucionado hacia un perfil más amplio y la máxima prueba es el intento de dar viabilidad al espacio. La crisis también ha normalizado la práctica de la ocupación, ha hecho que ocupar no algo de una minoría”, añade Asens.
El antropólogo Manuel Delgado está convencido de que “las grandes luchas por la ciudad se librarán en los barrios, que tienen la palabra del malestar y el cabreo”, y que considera “el escenario heredero de los conflictos clásicos de las fábricas”. Sí ve un efecto Gamonal en la extensión del malestar por el desalojo. De Can Vies celebra el “valor público de lo social y colectivo, lo que en términos de mercado no vale nada, pero articula los barrios”. Sobre la actitud vandálica de algunos manifestantes, apunta: “La violencia es parte consustancial de las ciudades”. Pero se pregunta “quién hace más daño, la violencia urbana o la urbanística. Si una es condenable, imagina la otra; una duele, la otra te destroza la vida”.
Desde el Observatorio de los Movimientos Sociales de la Universidad Pompeu Fabra, el profesor Jordi Mir, recuerda que “los episodios de movilización, contestación y enfrentamiento no surgen espontáneamente”, y explica que suele haber dos causas: “Una de fundamento, de malestar que viene de largo, por la forma de hacer del Ayuntamiento, y otra acelerante, el desalojo”.
En nombre de las asociaciones de vecinos de toda la ciudad, la FAVB emitió ayer un durísimo comunicado con el que establece un paralelismo entre “el mapa de las manifestaciones por Can Vies” con “la geografía de las desigualdades y las injusticias que están rompiendo Barcelona” y habla de un “profundo malestar social”. “Este viento de revuelta anuncia una levantada”, advierte.


lunes, 19 de mayo de 2014

Las otras ciudades de la próspera UE


  
Así es la ciudad europea que no quieren que veas
Con las elecciones cada vez más cerca, repasamos 6 puntos negros de la pobreza y el conflicto en el Viejo Continente
Por: Natxo Medina,  jueves 15 de mayo de 2014  



De Nápoles a Estocolmo, la idea de una Europa fuerte, próspera y unida se ve contestada por la realidad de barrios urbanos en los que la supervivencia es la ley. Recogemos unos cuantos casos significativos.
Desde que unos días atrás habláramos de cómo el cine se había acercado a Europa, las calles de las grandes ciudades ya se han llenado de carteles electorales: las caras de los candidatos cuelgan sobre nosotros como fantasmas a todo color, y sus rostros saludables y sus atuendos recién salidos de la tintorería contrastan con las imágenes de miseria que continuamente se viven en muchos puntos del continente. La cuestión es, ¿cómo reaccionarían al ver esas expresiones sonrientes algunos de los barrios más empobrecidos de Europa?
Casi siempre periféricas, en estas zonas sobreviven los cada vez más abundantes olvidados de la Unión. ¿Los más perjudicados? Clase trabajadora, niños, mujeres e inmigrantes. Muchos de ellos condenados a vivir en los extrarradios tras haber sido expulsados del centro histórico de las grandes ciudades turísticas. En estos enclaves se siente especialmente la mordedura de Europa, así como la miseria y la delincuencia que se han convertido en parte de su estructura viva. Paralelamente, en algunos casos se viven escenas de revuelta y resistencia. Son lugares que la cúpula europea seguramente preferiría enterrar, pero que existen, y que definen las claves del continente paralelo, el que queda fuera de las encuestas y las papeletas. Estos son algunos de sus ejemplos.

Añaza, Tenerife

En el barrio de Añaza, que creció a mediados de los 80 a partir de años de reivindicaciones vecinales, los niveles de paro rozan hoy el 50% de su población activa. En el caso de los menores de 25, el nivel llega hasta el 70%. Luis Celso, presidente de la Asociación de Vecinos del barrio, asegura que las escenas que se viven día a día allí “parecen de Posguerra”. Situaciones similares se viven en otros barrios españoles, como el de Orriols, en Valencia, con una alta tasa de paro sostenido, donde recientemente la plataforma de extrema derecha España 2000 donaba 4 toneladas de comida a los más necesitados... siempre que fueran españoles. Esto en un barrio en el que el 29% de la población es migrante. Una jugada que nos recuerda a las ayudas que la organización fascista Amanecer Dorado ofrece en algunos barrios pobres de Atenas a los más necesitados, excluyendo a todos los no-griegos.

Exarcheia, Atenas

Por suerte, no todo es miseria y fascismo en Grecia. También hay focos de insurrección como el barrio de Exarcheia, situado muy cerca de la Universidad Politécnica de Atenas, en el centro de la ciudad. De larga tradición anarquista, en él se concentra gran parte del activismo político de la ciudad. Empobrecido como se ha visto en los últimos años, sigue siendo un foco de lucha y resistencia. Fue en Exarcheia donde estallaron los disturbios posteriores al asesinato, a manos de un policía, del adolescente Alexandros Gigoropoulos en 2008. Disturbios que destaparon un descontento profundo y prolongado hacia la opacidad y la corrupción del gobierno. Una inquietud que pocos años después demostró estar del todo justificada. Aunque pocos imaginaran por aquel entonces que los peores disturbios todavía estaban por venir.

Fakuteta, Bulgaria

Un año antes de aquellos disturbios, en 2007, Bulgaria entraba en la Unión Europea. Hoy, a escasos cinco kilómetros del Parlamento, se encuentra el suburbio de Fakuteta, un terreno que ocupa alrededor de un kilómetro cuadrado en la periferia de Sofía. En ese espacio se hacina una población de 55.000 personas, en su mayoría de etnia gitana, abandonadas a su suerte. La población común tampoco lo tiene mucho más fácil: el salario mínimo no pasa de los 330 euros, y las pensiones de los 110. Al país, que sufrió una brutal decadencia tras la caída del Telón de Acero, no parece haberle servido de mucho su integración europea y hoy se ahoga en un mar de corrupción. Tanta que, según asegura Petar Jakimov, de la Liga Anti-Mafia Búlgara, “es uno de los pocos, si no el único país europeo en los que no hay actos de corrupción demostrada”. Tan obvia es, que nadie le hace caso.

Secondigliano-Nápoles

Algo similar pasa en uno de los lugares descritos en detalle por Roberto Saviano en su best-seller Gomorra. Pero lo más interesante aquí no es tanto el control total que la mafia ejerce sobre la población de la ciudad, sino en cómo a este problema estructural se ha venido a sumar el abandono casi total del Estado en materia social y educativa. En 2010 se suprimieron por completo las ayudas a familias sin recursos, lo cual dejó a cientos de miles personas en situación de indefensión total. Hasta 54.000 niños menores de 13 años han abandonado la escuela en la región de Campania, donde se encuentra Nápoles, muchos de ellos para trabajar o integrarse en la Camorra. Una situación que uno diría sacada de las peores estampas de la Revolución Industrial del siglo XVIII.

Husby, Estocolmo

En esta clasificación no caben sólo países dominados por viejas oligarquías corruptas. También naciones ricas y de larga tradición democrática como Suecia. En mayo de 2013 una serie de disturbios violentos estallaron en el barrio de Husby, en el extrarradio de Estocolmo, de mayoría inmigrante, donde hasta un tercio de la población entre 16 y29 años ni estudia ni trabaja. El conflicto duró días y se trasladó a otros barrios, e incluso a ciudades cercanas como Malmö o Uppsala. Husby encarnaba así un problema de racismo y de inquietud social acumulada, fruto del reguero de cambios políticos que empezaron en el país con la muerte de Olof Palme en el 86 y que han conseguido que hoy la brecha entre clases esté creciendo en Suecia más rápido que en ningún otro país de la Unión.

Sevran, París

Este núcleo de la Unión tampoco escapa de la quema. De hecho, Francia es uno de los países con más guetos urbanos de Europa. La denominación oficial alude a ellos como “zonas urbanas sensibles”, y contamos hasta 717, la mayor parte de las cuales están en las llamadas “banlieues”. En 2005 una de ellas, Clichy-Sous-Bois, al este de París, estallaba en llamas. Estos lugares, poblados sobre todo por emigrantes de segunda generación venidos de las antiguas colonias francesas, representan la falta de alternativas de toda una juventud a la que el país niega el futuro. Sevran, con un 18% de paro total y un 40% en el caso de los jóvenes y situada también al noreste de la capital, es hoy una banlieue prima hermana de aquella que puso a Francia en jaque. Sus habitantes están a un viaje en tren del centro, y aún así afirman sentirse “a un mundo de distancia”.

Un conflicto enquistado

Al respecto de los conflictos urbanos parisinos, Eric Hazan escribió: “Tengo la convicción de que París sigue siendo lo que ha sido durante más de dos siglos: el gran campo de batalla de la guerra civil en Francia entre aristócratas y sans–culottes. Poco importan los nombres que les podamos dar hoy”. Así se expresaba en París en tensión, urbanismo e insurrección en la ciudad de la luz, y su razonamiento podría ampliarse al choque ancestral entre élite y pueblo que recorre la Europa moderna. Esto explicaría por qué el patrón que siguen todos los disturbios comentados es tan similar.
Primero vienen las medidas gubernamentales (adelgazamiento del tejido público, privatizaciones, políticas de mercado en sustitución de políticas sociales...). Estas medidas profundizan la fractura social, generan un progresivo descontento ciudadano, falta de opciones políticas y perspectivas de futuro, discriminación cotidiana y en última instancia hambre y necesidad. De ahí al estallido sólo queda un paso.
Hoy se estima que 120 millones de ciudadanos europeos, de un total de unos 740 millones, no tienen trabajo, y muchos de ellos viven por debajo del umbral de la pobreza. Las ayudas de Cruz Roja aumentaron en un 75% entre 2009 y 2012. Muchos ciudadanos que sí trabajan, ven como la distancia entre ricos y pobres crece sin parar. Ante estas perspectivas, ¿qué puede importarle al empobrecido europeo de a pie lo que aquellos candidatos de los que hablábamos tengan que decir? Y si la confianza en ese pacto político hasta hoy más o menos firme amenaza con desmoronarse, ¿cómo puede un continente sobrevivir a esa brecha? ¿Estamos condenados a girar siempre en espiral? Estudiar estos barrios no nos vendría nada mal para conocernos mejor. Mientras tanto, estaremos borrachos con la idea de Europa, sin darnos cuenta de que tenemos un problema con el alcohol.
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lunes, 5 de mayo de 2014

Percepción Subjetiva de la seguridad ciudadana

SOCIEDAD / INFORME SEGURIDAD CIUDADANA

Los inmigrantes no aumentan la delincuencia percibida de los barrios

Un estudio demuestra que el ruido, la suciedad y el nivel educativo de los habitantes disparan mucho más la sensación de inseguridad entre los vecinos

Comparativamente con otros países, España no está obsesionada por la delincuencia. Pese a que la seguridad ciudadana, las drogas y la violencia doméstica no nos son ajenos, tradicionalmente el desempleo y el terrorismo han sido los problemas que más han agobiado a los españoles. Y sin embargo, nosotros nos sentimos más inseguros que los residentes en otros países con tasas de victimización similares o incluso más elevadas. ¿A qué se debe esta mayor delincuencia percibida por los españoles en sus barrios?
Jaime Lanaspa, director general de la Fundación «la Caixa», yAlfonso Echazarra, autor del presente estudio, doctor en Estadística Aplicada a las Ciencias Sociales por la Universidad de Manchester y doctor miembro del Instituto Juan March, han presentado esta mañana en CaixaForum Madrid el volumen 37 de la colección Estudios Sociales de la Fundación «la Caixa»: La delincuencia en los barrios. El informe, que analiza las razones por las que la percepción de la delincuencia varía de unos barrios a otros, fue ganador del Premio «la Caixa» de Ciencias Sociales 2013, y en él se da respuesta a alguno de los interrogantes de nuestra mayor sensibilidad ante la inseguridad.
En la última International Crime Victims Survey (2004-2005), menos de un 10 % de los entrevistados afirmaba haber sido víctima de un delito, la tasa más baja de los 30 países participantes. A pesar de ello, un 33 % de los españoles afirmaba sentirse inseguro por la noche en las calles, claramente por encima de la media de los países participantes.
Uno de los estereotipos del que más se ha abusado desde que nuestro país se convirtió en receptor de inmigración, es que con los trabajadores extranjeros también había venido una legión de delincuentes, para los que nuestro país era poco menos que un paraíso. Pero uno de los datos llamativos del informe es que pese a la creencia generalizada (el 80 % de la población en 2007) de que la inmigración incrementa el nivel de delincuencia, la realidad es que la diversidad reduce los niveles de delincuencia percibidaen el barrio.

Desorganización social

Las variables de nivel educativo bajo, desempleo, desintegración familiar, movilidad residencial y el grado de urbanización son también determinantes en la percepción que los vecinos tienen de la delincuencia y el vandalismo en su zona residencial. En barrios donde los residentes tienen un nivel educativo alto y un empleo estable, y los edificios están en buenas condiciones, los residentes son menos proclives a percibir altos niveles de delincuencia.
A nivel individual, los extranjeros, los hombres y las personas con más educación e ingresos y con una ideología de izquierdasson menos proclives a percibir su barrio como peligroso.
Otro de los mitos, o leyendas urbanas que se cae es el de la delincuencia en las grandes ciudades, donde se supone que el entorno sería más favorable. La realidad, según desvela el informe, es que en España existen 117 secciones censales -principalmente zonas urbanas, costeras y del sur de España- donde más del 90 % de la población considera que la delincuencia y el vandalismo son un problema. Pero solo cuatro de ellas están en Barcelona y Madrid.