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lunes, 21 de octubre de 2013

¿Qué hay detrás de las estadísticas?

A menudo las estadísticas ofrecen números, índices, porcentajes, etc… que pretenden mostrar la realidad de lo que acontece a nivel delincuencial.  Cualquier ciudadano entiende  el aumento o disminución de la cantidad de infracciones penales en números absolutos, pero, sin embargo, existe un concepto que recoge más acertadamente lo que cualquier persona percibe. Porque la percepción del delito a menudo no va aparejada con la disminución de la tasa delictiva, sino que, paradójicamente, con menores tasas de criminalidad el ciudadano puede percibir subjetivamente un mayor miedo al delito.
Más allá, la plasmación sobre un mapa de aquellos lugares en que ocurren los hechos delictivos se convierte en una herramienta que permite conocer o plantear hipótesis sobre  su origen, causas y, aún, posibles soluciones. Pero para ello, es básico realizar previamente un análisis de los datos estadísticos para posteriormente obtener un diagnóstico que permita identificar el problema, sus causas y que permita proponer soluciones.

Como se ve, se parte aquí de una perspectiva securitaria  de índole preventiva más más allá de  la tradicional reactiva.
Por supuesto que en los presupuestos de partida, en el enfoque con que se tomen los datos estará implícito también el sentido interpretativo que tendrán los mismos.
Por ejemplo, cuando se analizan las infracciones penales contra las personas de una demarcación policial concreta aparecerá un número absoluto que sumará los delitos y las faltas, aparecerá un porcentaje que nos indicará la evolución temporal del índice por meses o por años, pero escasamente una información mayor y más rica. Sin embargo, cuando los datos se desagregan por sexos, edades, formación académica, nivel económico, lugar donde viven los afectados o donde ocurren los  hechos, obtenemos una idea más precisa que ayuda al investigador a formar una imagen más cabal del hecho delictivo, de sus posibles causas y, por qué no, soluciones posibles.
Pues bien, este el presupuesto teórico del que partí cuando hace unos cuatro años realicé para una demarcación concreta un análisis desagregado de los datos, análisis que dura incluso hoy y que está en marcha. En el análisis de los datos es curioso obsevar como la mayoría de las infracciones penales relativas a las personas ocurren en un alto porcentaje en áreas concretas del espacio urbano: los jardines, parques o simplemente la vía  pública, pero cuando analizamos el sexo vemos que sus protagonistas son femeninas en una mayoría; sin embargo, cuando los autores son hombres los hechos a menudo revisten el carácter de delitos y su ocurrencia está más relacionada con lugares de ocio (bares, clubs de alterne, discotecas, pubs, etc…) aunque también con los espacios públicos.  Como se aprecia,  el análisis del fenómeno cruzando las variables lugar de ocurrencia y sexo arroja una primera aproximación a la naturaleza del fenómeno.
No obstante, cuando a esto se añade la variable lugar de residencia el fenómeno analizado cobra un matiz social indudable. La residencia indica en los casos de faltas contra las personas que en un amplio porcentaje se producen entre personas que viven en viviendas sociales, lo cual nos sitúa ante otro aspecto a reseñar: el económico. Que la mayoría de autores y/o víctimas residan en este tipo de viviendas nos lleva a una primera reflexión: la de que precisamente en  esa circunstancia reside una de las causas del problema. No es baladí afirmar también que si se estima otra variable como la del nivel de instrucción de las personas involucradas en estos hechos observaremos también en un amplio margen que el nivel de estudios es básico. 
Todo ello puede llevar a proponer la hipótesis de que las personas que viven en ese tipo de viviendas con un nivel económico y cultural similar tienen un mayor índice de infracciones penales contra las personas derivadas entre otras cosas de que posiblemente la falta de otras habilidades sociales haga que los problemas interpersonales se resuelvan de forma tan expeditiva.
En muchas  poblaciones se ha promovido una política pública de vivienda que ha desembocado en la guettización debido a la promoción de viviendas denominadas sociales en aquellos lugares en que el precio del suelo era más barato y seguramente realizadas bajo el criterio de economía de costes, de tal forma que personas con un perfil socioeconómico similar ocupan dichas viviendas haciendo que los problemas se amplifiquen dado que se pueden generar ciertos  problemas de convivencia entre los habitantes de las mismas. De hecho, cuando situamos en un mapa urbano los lugares donde viven sus protagonistas observamos que, como decíamos, el dato simple de la dirección adquiere toda su entidad ya que de ese modo se evidencian las densidades en aquellas promociones de viviendas que jalonan el espacio urbano o en los espacios públicos próximos a ellas.
No es gratuito hacer estas observaciones y focalizar estas problemáticas desde esta perspectiva ya que conociéndolas se pueden establecer políticas preventivas a medio y largo plazo. Medidas como que la política de vivienda pública pase por la promoción y subvención para reformar viviendas dentro del casco antiguo de las ciudades de forma que se evite la guettización;  estimular el movimiento vecinal; analizar la posibilidad de poner en marcha una escuela de padres para a muy largo plazo tratar de influir en los más pequeños a través de los padres; analizar los condicionantes físicos de los lugares con mayor densidad de este tipo delictivo para desde la perspectiva de los CPTED mejorar en la medida de lo posible el espacio urbano vivido y en definitiva encaminar las diversas medidas hacia la consecución de una mejor calidad de vida de los ciudadanos para lograr ex ante una mayor seguridad subjetiva.

En definitiva, mantengo que el análisis estadístico desagregado y analizándolo desde esa perspectiva espacial puede ayudar a entender el origen, las causas de los problemas sociales en el ámbito de la seguridad ciudadana pero entendiendo que las soluciones a los mismos deben ser transversales y que se debe superar el concepto represivo de la seguridad pública por otro de carácter marcadamente preventivo. Para ello, todos los entes sociales formales e informales pueden aunar sus esfuerzos para un fin común.


NOTA:  Estos análisis e hipótesis son solamente eso, especulativos, teniendo en cuenta que sus conclusiones no son extrapolables fuera del ámbito nacional y que se enmarcan en el ámbito competencial de la Guardia Civil.

lunes, 18 de marzo de 2013

Nuevos Enfoques en Seguridad Ciudadana


IMAGEN 1
Desde antiguo el fenómeno de la criminalidad ha sido estudiado por los responsables del mantenimiento de la Seguridad Ciudadana y ha atraído a disciplinas científicas como la sociología, la geografía, la ecología o la criminología por citar algunas. La Escuela Británica de Cartografía Criminológica realizaba análisis de la criminalidad basándose en el estudio de condiciones económicas, grado de instrucción o sexo y plasmaban sus conclusiones en mapas a escala urbana. Esta elaboración de mapas producto de una sensibilidad ecléctica por los fenómenos relacionados con la criminalidad se ha mantenido hasta nuestros días a través del desarrollo por diferentes ciencias; sin embargo, el auge desde el S. XIX hasta nuestros días de la sensibilidad científica por los temas sociales, de la estadística y la cartografía han hecho que se haya producido un salto cualitativo y cuantitativo en la capacidad de explotación y análisis de los datos estadísticos referidos a la criminalidad.

Desde mediados del S. XX y, aún antes, con la Escuela de Ecólogos de Chicago se han desarrollado técnicas de análisis estadístico que han permitido estudiar con suficiente detalle la cada vez mayor cantidad de datos que proporcionan las diferentes administraciones. Paralelamente, las ciencias sociales han puesto su mirada sobre el análisis de la criminalidad y su creciente importancia en la sociedad actual. De tal modo que de los someros estudios primitivos que ponían en juego variables como edad, grado de instrucción, condiciones económicas…, se ha ido pasando a poner en valor otras técnicas estadísticas más complejas e indicadores como población activa, grado de cohesión social, fracaso escolar, nivel educativo, renta per cápita, tipología de viviendas, etc., y en la actualidad, gracias al desarrollo de la informática, los Sistemas de Información Geográfica son capaces de analizar y mostrar plasmadas en la cartografía todas las variables que se pueden relacionar con el territorio o el espacio geográfico de tal modo que es posible analizar la delincuencia y sus fenómenos asociados espacial y temporalmente identificando lugares en los que existe una mayor densidad de delitos y cuyo estudio puede aproximarnos al conocimiento de las causas que expliquen determinadas concentraciones de hechos delictivos en un espacio geográfico dado.
De este modo se convierten estas herramientas en indispensables para analizar todo lo relacionado no ya con la criminalidad o la delincuencia, sino, más allá, con la seguridad ciudadana entendida ésta de un modo global ya que permite no solo el análisis sino la prospectiva y el planeamiento dirigido de las tareas policiales para atajar la delincuencia no sólo de un modo reactivo como tradicionalmente se venía planteando sino también preventivo.
Así lo consideraron desde los años 60 del S.XX en los EEUU donde desde la universidad ya se venía planteando el uso de los sistemas de información geográfica para analizar los datos relativos a la criminalidad. De tal modo que departamentos de policía de diferentes urbes norteamericanas como Boston, Los Ángeles, New York…, comenzaron a explotarlos como eficaz herramienta para el análisis, planeamiento y mantenimiento de la seguridad ciudadana entendida ésta, como decimos, de un modo global. El Departamento de Justicia de EEUU dedica toda una oficina a este tipo de cuestiones y no solo dota de programas SIG a los distintos departamentos de policía sino que también auspicia la publicación de trabajos de los que quizás el más significativo sea Mapping Crime, Principe and Practice y la promoción de grupos de trabajo como los integrados por el Dr. Luc Anselin de la Universidad de Arizona. En esta línea ha proliferado la aplicación de esta metodología de trabajo en otros países como es el caso de Buenos Aires, Santiago de Chile, Londres, París y sus áreas de influencia metropolitana, etc…
En España, aunque es escasa la información, existen estudios. Es así en el campo de la criminología con autores como Per Stangeland y su análisis de la geografía del crimen en la ciudad de Málaga o en el de la Geografía donde existen grupos de trabajo que centran su interés en aspectos tales como la victimización y el miedo a la delincuencia, narcotráfico y consumo de estupefacientes, aproximaciones desde la economía política, seguridad en los espacios y actividades turísticas, etc… En otro orden se han auspiciado trabajos como el Atlas Criminológico de Madrid entre la universidad y el Consejo Económico y Social de Madrid. Simposios, jornadas, cursos de verano son lugares de reunión en torno a los cuales los especialistas de disciplinas tan aparentemente dispares como la geografía, la economía, la criminología, la sociología o la matemática debaten los aspectos relacionados con la delincuencia desde una visión pluridisciplinar. En este sentido se han publicado trabajos como el titulado Paisaje Ciudadano, con interesantes estudios sobre la ciudad de Lérida conteniendo una amplia representación cartográfica de los análisis planteados que permite entrever las posibilidades que ofrecen estos estudios y el uso de herramientas como los Sig.
En el campo conceptual se han desarrollado una serie de teorías sobre la seguridad ciudadana que la sitúan más allá del típico concepto “represivo” y se adentran en sus aspectos preventivos. Es en este marco en el que tendrían cabida enfoques como la “teoría de las ventanas rotas”, las que inciden en una mayor implicación de los diferentes colectivos sociales, las basadas en el CPTED o diseño urbano, el reforzamiento de la vigilancia natural, etc…
Según la teoría de las “ventanas rotas”, un edificio con las ventanas rotas seguramente provocará que las ventanas que estén bien sean rotas; trasponiendo esta teoría a ciertos espacios urbanos social y físicamente degradados, escasamente iluminados y mal dotados de infraestructuras atraerán mayor número de hechos delictivos e indefectiblemente generarán mayor degradación. No hay que olvidar la gran incidencia que fenómenos como éste pueden tener en la percepción ciudadana del miedo al delito y que pueden afectar al comportamiento social de los ciudadanos afectados; las personas pueden llegar a cambiar sus hábitos sociales o sus rutinas diarias como resultado de esa percepción que les hace no transitar por calles o no frecuentar espacios de reunión vecinal como parques ya que son identificados con situaciones problemáticas o que potencialmente les pueden poner en riesgo de sufrir algún tipo de delito.
Otros enfoques inciden es aspectos como los urbanísticos, es decir, entendiendo que a través del planeamiento urbano se puede incidir en una suerte de prevención natural de ciertos comportamientos si no ya delictivos sí al menos incívicos. Teorías como el CPTED que pone el acento en el diseño urbano de tal modo que mejorando aspectos como la iluminación de ciertas calles, parques u otros espacios públicos, su dotación de infraestructuras sociales que favorezcan la convivencia vecinal, la mejora del paisaje urbano intentando eliminar el impacto visual de espacios y edificios degradados, etc…, intentan conseguir con una intervención de tipo preventivo centrada en las causas mejorar la vivencia del espacio geográfico urbano por los individuos todos componen la sociedad, esto es, por sus actores.
En esta línea se incardina otra teoría como es la que intenta que aumente la vigilancia natural incidiendo en aspectos como la iluminación o la eliminación de ciertos obstáculos que consiguen una máxima que es la de aumentar la posibilidad de ver y ser visto por otros.
Sin embargo, existen otros aspectos no menos importantes a la hora de enfocar correctamente la labor de mantenimiento de la seguridad ciudadana, aspectos como son los sociales. La implicación de los diferentes actores sociales y, más allá, de los individuos mismos en que la consecución de una paz ciudadana no es algo ajeno a ellos es necesario tenerlo en cuenta a la hora de realizar un análisis y un planeamiento de la seguridad ciudadana desde la perspectiva que se está planteando, es decir, desde una perspectiva “preventiva”.
El acento en los aspectos sociales ya fue centro de análisis en la escuela de geografía radical. Básicamente se entendía que los problemas relacionados con la delincuencia o con las oportunidades para ello había que plantearlos desde un estudio de las condiciones sociales de los individuos, del estudio de los “guettos” urbanos, de cómo la pobreza, el nivel de estudios, la existencia de familias desestructuradas junto al hecho de habitar espacios socialmente degradados pueden explicar, por citar solo algunas variables, la existencia de delincuencia y de los problemas comúnmente asociados a ella. En estos planteamientos que abogan por la prevención se incardinan planteamientos como el del “bloque del millón de dólares”. Según este enfoque existen ciertos barrios en ciudades norteamericanas en que mantener a una cantidad de sus habitantes en el sistema penitenciario tiene un coste económico más elevado que el de afrontar otras medidas que sí consigan una reinserción social amplia y duradera de sus habitantes invirtiendo en políticas sociales y de desarrollo urbano dirigidas convenientemente.
En este sentido en nuestra realidad más próxima y cercana la consecución de una mayor implicación de los diferentes actores sociales en el mantenimiento de la seguridad ciudadana entendiendo ésta de forma preventiva es un elemento más que hay que movilizar en la consecución estratégica de una seguridad ciudadana que busque como punto de equilibrio precisamente la paz ciudadana. La puesta en valor de la promoción de relaciones con asociaciones de vecinos, de amas de casa, de jóvenes, de empresarios, de agricultores y el desarrollo de reuniones informativas a cada nivel teniendo siempre en perspectiva la promoción de los aspectos más directamente relacionados con cada ámbito competencial puede conseguir varios resultados u objetivos estratégicos a medio y largo plazo como son la disminución de la percepción subjetiva del miedo al delito al percibir los ciudadanos que por parte de las administraciones públicas se realiza una tarea permanente y efectiva para la resolución de posibles conflictos, el de la información a los diferentes colectivos para que sean ellos mismos los que también tomen parte activa en las tareas de la mejora de la seguridad ciudadana. En este sentido se pueden incardinar los diferentes planes que por parte del Ministerio del Interior se han puesto en marcha respecto al comercio minorista de drogas en colegios y zonas de ocio, conferencias a diferentes colectivos sobre violencia de género, uso de internet por citar algunos dirigidos a diferente colectivos ciudadanos. En ese sentido, yendo más allá, la detección de que ciertas temáticas pueden afectar más a unos colectivos que a otros permite dedicar a cada uno una atención más certera a sus preocupaciones como puede ser el caso de los peligros de internet o de su uso responsable respecto a los jóvenes apoyándose en la estructura educativa; o a las asociaciones de profesionales de distinta índole informando de aquellos planes que en materia de seguridad ciudadana les pueden afectar y tendiendo puentes a través de los cuales la información de interés circule en ambos sentidos de tal forma que como hemos dicho anteriormente se conviertan ellos mismos en protagonistas de su propia seguridad atendiendo al principio de que los ciudadanos y de los grupos y colectivos en que se integran entiendan que la seguridad ciudadana no es algo extraño y ajeno a ellos sino que son parte esencial de la misma.