El conflicto social en los suburbios de Estocolmo.
Mapa de Disturbios en Estocolmo. Mayo de 2013 |
A propósito de lo ocurrido a finales
del mes de mayo en los barrios periféricos de la ciudad sueca de Estocolmo y de
cómo los abordan los medios de comunicación se me ocurren varios comentarios al
hilo de los post recientes de este blog. Todos ellos utilizan una serie de
adjetivos para describir el paisaje urbano y social que se respira en lo que
algunos llaman directamente “islas” o “espacios segregados”; me interesa
fijarme en estos detalles y no en el fenómeno violento en sí, que podría
considerarse como una expresión de
aquello que de otro modo no tiene cabida para expresarse o que de otra forma no
alcanzaría el eco buscado; y no es baladí hacer esta afirmación, tras los
disturbios el presidente del gobierno conservador sueco ha prometido mayor inversión
en infraestructuras y servicios sociales.
Carlos LAORDEN publicaba en El
País un artículo titulado “La violencia
incendia las barriadas de inmigrantes de Estocolmo”. En su arranque da algunas
pinceladas que ya dejan entrever en sí mismas unas causas que a la vez son
síntomas también de los altercados que asolaron esas barriadas periféricas como
Husby o Tesla. Habla de la “destartalada estación de tren de Husby, donde
hileras de bloques de apartamentos homogéneos se extienden por zonas mal
urbanizadas y sin apenas comercios”. La
asociación juvenil Megafonen habla directamente de carencias sociales y
critican el racismo, el desempleo y que los peores colegios estén en estas
barriadas periféricas. Y es ahora, al socaire de los disturbios cuando las
autoridades públicas anuncian un plan de inversiones para las “zonas más
vulnerables”.Pero no solo eso, el autor también recoge la sensación de “aislamiento”
que los habitantes de estas islas urbanas tienen. Aislamiento físico del resto
del área metropolitana de Estocolmo como también de segregación social por el
resto de la sociedad sueca que de facto relega un alto porcentaje de
inmigrantes a estas barriadas.
Juan M. ÁLVAREZ titulaba otro
artículo publicado por el diario El País “Utopía sueca: ¿fin de trayecto?”. En
él lo más destacable para el propósito de este blog es que habla de algo muy importante para
entender la naturaleza y algunas causas del problema: “la pérdida del sentido
de comunidad”, el imperio de la ingratitud.
Como ya he hablado en otras entradas
de este blog la potenciación del sentido comunitario es una herramienta
poderosa para dar identidad al grupo humano, para darles sentido, para
canalizar sus necesidades y para erigirse en interlocutor válido de tal forma
que la activación de ese canal, de esa vía haga verdaderos ciudadanos a unos
individuos que de otro modo están aislados, disgregados y que no son capaces de
establecer un canal de interlocución social válido y eficaz.
Óscar GUTIÉRREZ titula “Suecia
despierta de su sueño integrador” un artículo publicado también el El País
donde da voz a un joven que se queja de que es la oficina de inmigración al que
asigna la vivienda a los inmigrantes . Posiblemente, esa política urbana y
social no sea del todo correcta ya que de funcionar así lo que estimula es la “guettización” de esas
barriadas periféricas, lo que unido a la falta estímulo de políticas sociales
asistenciales y de otro tipo consigue agravar los problemas en lugar de
solucionarlos. Es en este sentido que el autor señale que tras siete años en el
poder el partido conservador no parezca
haber hecho lo suficiente por evitar la desconexión de la población inmigrante
del resto de la sociedad sueca, desconexión como vengo diciendo física y social que se traduce en falta de
integración.
Rafael POCH en su artículo “Banliues
nórdicas” publicado el 26/05/13 en la Revista LAVEUDAFRICA señala algunas notas
que vuelven a mostrar causas y síntomas
a la par del estallido social: “El dispensario y el centro social del barrio se
cerraron por falta de fondos, las escuelas se han abandonado y de forma
paralela se ha incrementado la presencia policial”; incluso menciona que
frecuentemente el aumento de población imigrante en un barrio suele ir
acompañado de la salida de los suecos, de tal suerte que cuando los suecos
desaparecen se cierran comercios, hay
que pagar incluso por aparcar a cualquier hora del día, etc… Son factores todos
que sumados hacen que la gente, que la población se sienta abandonada.
Aquí el autor se fija en cuestiones
nada desdeñables para entender el clima social que se vive a diario en unas
barriadas en que la tasa de paro es mayor que la del resto de la población
sueca; en que el desconocimiento de la lengua sueca es palpable, en que la tasa
de abandono escolar es superior a la media; barriadas que a raíz de la crisis
han visto mermar sus servicios sociales básicos (centros sociales, inversiones
en escuelas servicios médicos) , con una palpable falta de mantenimiento de las
infraestructuras básicas (transporte, viario, espacios públicos), impuestos o
tasas arbitrarias y donde se aprecia que no existe una estrategia por parte de
las administraciones para de una forma holística abordar los diferentes
aspectos de un mismo problema.
En la misma revista se publica otro
artículo titulado “Els guetos
d´Estocolmo, illes d´ostracisme social” publicado el 28/05/13. En él se habla
de estas barriadas como islas, como
suburbios aislados. Muestras de un estado del bienestar en retroceso que no
solo comporta la pérdida de bienestar
material sino también la pérdida del sentido comunitario.
De nuevo aparece el aspecto
comunitario, la utilidad, la necesidad de potenciar la Comunidad como vehículo
social para que los ciudadanos encuentren y utilicen un cauce que de sentido y
entidad a sus necesidades y que los cohesione como ciudadanos con unos vínculos
que ellos mismos construyan, encuentren y se den. Esa es una herramienta, como ya he dicho,
para construir una sociedad más justa y más cohesionada; pero no única, junto a
ella, otras deben ser abordadas como parte de un proceso social que aprehenda el problema en toda su dimensión: física,
social, cultural, económica y, por qué no, policial también desde la
potenciación de la prevención y no de la represión.
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